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Tribuna
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Occidente pierde el Norte

El Foro de Boao (China) convoca los días 6 al 8 de abril a una nutrida representación de líderes políticos, económicos y empresariales asiáticos, europeos y americanos. Debatirán y harán una radiografía de la situación actual y de las perspectivas de futuro de la economía mundial. Pero en Boao, a diferencia del foro celebrado en enero en Davos (Suiza), el panorama político y económico se observa y analiza desde una óptica básicamente asiática.

Y desde Oriente las cosas se ven mejor. Mientras Occidente sigue sumido en un mar de dudas, Oriente sigue creciendo económicamente, aunque menos porque siente los efectos de la crisis de Occidente. Es impulsado por China que, por su dimensión humana y territorial y sus capacidades financieras, se convertirá esta década en la primera economía mundial. En la quinta cumbre celebrada los días 26 y 27 de marzo en Durban (Sudáfrica), los BRICS, liderados por Xi Jinping, escenificaron, no sin algunas contradicciones internas, su creciente poder económico frente a los países avanzados pero ahora casi estancados. Se tiende a un gradual reequilibrio de poderes en el mapa económico mundial.

El último Informe sobre desarrollo humano 2013 –publicado el 14 de marzo por el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD)– certifica la gradual convergencia económica entre el Norte y el Sur. Occidente está perdiendo el Norte mientras el Este y el Sur, cada vez más interdependientes e interconectados, crecen liderados por los BRICS. China, India y Brasil suman casi 3.000 millones de habitantes y tienen un enorme potencial de crecimiento. E Indonesia, cuya economía creció un 6,23% en 2012, otros 250 millones. En cambio, EE UU y la UE no acaban de superar la crisis financiera. El FMI ha revisado a la baja las previsiones de crecimiento de EE UU en 2013, situándolo en un 1,7%, pero su economía aguanta bien. La UE va mal: Alemania crecerá solo un 0,4%. Si no acertamos la receta para subsanar los déficits, la UE caminará hacia una década perdida como ocurrió en Japón, el enfermo asiático de larga duración.

"El Banco Mundial y el FMI no reflejan el mundo complejo y multipolar de hoy”

Las prospectivas anuncian para las próximas décadas un continuado ascenso de los emergentes en la producción y el comercio mundial, impulsado por el dividendo demográfico, las inversiones exteriores e internas y un creciente consumo favorecido por el auge de las nuevas clases medias con mayores ingresos y expectativas.

Los cambios del statu quo internacional presionan hacia una necesaria reforma de la arquitectura institucional, política y económica del sistema de la ONU. India, Brasil y Sudáfrica aspiran, entre otros, a una silla permanente en el Consejo de Seguridad. Los emergentes exigen más cuota de poder en las instituciones internacionales financieras de Bretton Woods establecidas en 1945. El Banco Mundial y el FMI no reflejan el mundo complejo y multipolar de hoy. Según el PNUD, los países emergentes acaparan unos 10,2 billones de dólares, los dos tercios de las reservas mundiales de divisas. China, el primer tenedor, cuenta con unos 3,2 billones y otros 4,3 están en manos de los fondos soberanos. Pero mientras la segunda economía mundial tiene en el BM una cuota del 3,3%, Francia tiene el 4,3%.

Los países desarrollados se resisten a reconocer más poder a los emergentes. El 31 de enero, el FMI retrasó hasta el primer trimestre de 2014 la decisión para revisar unas cuotas que se fijaron con datos de 2008, justo antes de explotar la crisis financiera que aún agobia a las economías de EE UU y la UE. Si no se corrigen pronto, los emergentes crearán instituciones financieras paralelas. La posible creación de un Banco de Desarrollo BRICS es un claro mensaje a EE UU y Europa.

Pero el PNUD advierte que “existe un Norte en el Sur y un Sur en el Norte”. Los BRICS crecen, pero también las desigualdades territoriales y sociales entre y dentro de los Estados. China, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica son la segunda, séptima, novena, décima y vigésima novena economías mundiales. Ya representan el 21% del PIB mundial, pero ocupan unos rezagados lugares (entre 186 países) en el índice de desarrollo humano 2013.

Por otro lado, las rígidas políticas económicas, aplicadas hasta hoy en algunas economías de la UE, golpean a las clases medias, e incluso llevan a la pobreza a un sinfín de personas, sobre todo jóvenes, que se consideraban parte de las clases medias.

Una mayor representación y corresponsabilidad de los países emergentes en las instituciones financieras de la ONU repercutiría en una mejor cooperación y gobernanza mundial para defender los bienes públicos globales. Bienvenida sea una mayor cooperación Sur-Sur. Pero el Norte y el Sur ya son interdependientes y se necesitan. Y tanto los Estados –avanzados y emergentes– como las instituciones internacionales deben acelerar las imprescindibles reformas estructurales para responder a los retos de un mundo cambiante.

Jaume Giné Daví es profesor de la Facultad de Derecho de ESADE, secretario general de Casa Asia y autor de ‘Asia marca el rumbo’.

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