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Columna
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El crecimiento en 2004, a tres bujías

Afinales de diciembre, el Banco Internacional de Pagos de Basilea publicaba su último informe trimestral de 2003. La información que manejaba, referida al otoño del año pasado, confirmaba la existencia de síntomas de recuperación económica y la consiguiente recuperación de la confianza de los inversores.

Debido a ello, se produjo una recuperación en los mercados de capitales tanto de los países desarrollados como de los emergentes. La mejoría de los mercados encontró también fundamento en la moderada volatilidad de los mercados cambiarios y en las revisiones positivas de la calidad crediticia de muchas emisiones soberanas, realizadas por agencias de calificación. Hasta el momento, aunque se han descubierto problemas en algunas empresas y en sectores, no se ha generado un nuevo sentimiento negativo hacia los mercados financieros.

Las noticias negativas más recientes se refieren a los indicios de fraude en algunos fondos de inversión americanos, a las dudas sobre el sector empresarial ruso, a la rebaja de la calidad crediticia de empresas automovilísticas y a las dudas contables de las empresas italianas y a la actitud de los reguladores en ese país. El goteo de situaciones empresariales no claras que suponen un riesgo financiero sigue, pero los inversores parecen haber aprendido a vivir con estas situaciones.

Existe una base clara para que las economías consoliden el crecimiento en 2004 y que los mercados financieros lo reflejen. No obstante, es posible que ni lo uno ni lo otro sea espectacular.

En primer lugar, el crecimiento mundial probablemente seguirá dependiendo de lo que ocurra en la economía de EE UU. Los datos publicados el segundo trimestre alumbraban una recuperación fuerte, pero, frente al panorama optimista se oponía la ausencia de mejoría en el mercado laboral.

La explicación yace en el aumento de la productividad, posiblemente resultado permanente de la revolución tecnológica en las comunicaciones. Sin empleo no habrá gasto familiar, y la economía de EE UU tendrá que buscar otra fuente de crecimiento.

No hay que descartar que ello precise, o tenga como consecuencia, un dólar más débil. Como, aunque ello sea evidente desde todos los argumentos de teoría económica, no será fácilmente aceptado por los políticos, el tema se aderezará con amenazas de guerra comercial y acusaciones a las monedas del sudeste asiático, especialmente a China.

La moderación en el crecimiento en 2004 también se justifica porque la etapa de estímulos de política económica se ha acabado: ni mayor déficit público ni recortes en los tipos de interés. Es probable que los tipos a largo suban, reflejando estas previsiones, aunque de forma moderada, dado que no se vislumbran tensiones inflacionistas. Si la economía norteamericana tienen muy agostada su capacidad de crecimiento, el dinamismo debería tener su origen en otra parte. Se puede contar con que la europea seguirá reforzándose y con que Japón puede hacerlo algo mejor. Pero, de nuevo, no se podrá esperar nada espectacular.

No hay que descartar que las miradas de los analistas y de los inversores se vuelvan hacia las economías emergentes, europeas, asiáticas y latinoamericanas. En ellas el potencial de crecimiento es alto y han saneado bastante sus fuentes de inestabilidad. Si los capitales se dirigen a ellas, contarán con combustible para crecer. Pero, a pesar de ello, los inversores deberán permanecer alerta ante el riesgo de provocar revalorizaciones especulativas de los activos.

Economista

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