Regulación laboral y paro juvenil
Las reformas en el mercado de trabajo despiertan muchas reacciones adversas. Carlos Sebastián coincide con el profesor Nickell en que hay una 'vía europea' en la reforma del mercado del trabajo
El estudio del funcionamiento del mercado de trabajo en Europa lleva acumulando en los últimos 15 años una serie de resultados bastante coherentes entre sí, que han permitido construir una explicación bastante plausible de las diferencias en las tasas de paro de los países europeos y de las diferencias entre el paro en nuestro continente y en otros países de la OCDE.
En un estudio reciente, el profesor J. F. Jimeno (y otro colega) han presentado resultados sobre el paro juvenil en la OCDE que precisan, pero no contradicen, los resultados anteriores. Empiezan por apuntar que el paro juvenil, más allá de un serio problema estático, tiene preocupantes dimensiones dinámicas, pues incide negativamente sobre la acumulación de capital humano y sobre la tasa de natalidad. No rechazan la importancia de factores demográficos para explicar la evolución del paro juvenil, pero apuntan a que éste está significativamente condicionado por elementos institucionales. Confirman la importancia de dos: la protección del empleo (los costes de despido) y la existencia de salarios mínimos (en convenios) con carácter general (sin distinguir la edad de los asalariados). De acuerdo con la evidencia que se ha venido acumulando, estos dos factores no afectan a la tasa de paro agregada (que se ve seriamente afectada, en cambio, por las características tanto del sistema de cobertura del desempleo como de la negociación colectiva) pero sí al paro juvenil (y al paro femenino). Explican que las rigideces que introducen esos dos elementos institucionales amplifican las consecuencias de las fluctuaciones macroeconómicas sobre el paro juvenil, que acaba operando como un amortiguador de los shocks macroeconómicos (a costa de los jóvenes).
Como hemos vuelto a comprobar este año, cualquier reforma en el mercado de trabajo despierta muchas reacciones adversas. Pero pese al maniqueísmo dominante, esto no debe llevarnos a los economistas a evitar el planteamiento de las reformas. æpermil;stas no van en la línea de la supresión de las instituciones, sino de su reforma. Estoy con el profesor Nickell en que hay una vía europea en la reforma del mercado de trabajo. No se trata, por ejemplo, de eliminar o reducir drásticamente la cobertura del desempleo, sino de reformar el sistema para limitar los incentivos inadecuados que genera. No se trata de establecer el despido libre, sino de racionalizar los costes de despido para minimizar sus distorsiones.
Hay que tener en cuenta que el objetivo de las reformas no sería sólo la reducción de la tasa de paro a medio plazo. Tendría también importantes consecuencias dinámicas que, como he dicho más arriba, son correctamente apuntadas por Jimeno y compañía. Los efectos a largo plazo de la regulación laboral son el objeto de otros resultados recientes sobre la evolución de la productividad. España tiene un serio problema de productividad que va a limitar su evolución a largo plazo y empieza a haber estudios que señalan que los factores institucionales, entre ellos los del mercado de trabajo, son condicionantes muy importantes de la evolución de la innovación y de los avances en productividad. Un reciente estudio de la OCDE apunta, por ejemplo, a los costes de despido y a la negociación colectiva lejos de la empresa como dos de los elementos relevantes.