La tasa y la Q de Tobin
Los fondos de inversión autorizados para la venta en España tuvieron en el primer semestre de 2002 una rentabilidad promedio de -9,76%. Este dato resume comportamientos muy desiguales pero mayoritariamente negativos. Así, de las categorías de la clasificación Lipper Global de fondos, son sólo 26 las que tienen rentabilidades medias positivas, en tanto que las 116 restantes acumulan en lo que va de año rendimientos por debajo de cero. Lo curioso es que la mayor y la menor de todas las rentabilidades tienen un valor absoluto muy parecido: 50,75% para la categoría renta variable Indonesia, y - 48,65% para la de renta variable del sector biotecnología.
Han transcurrido 10 meses desde el 11 de septiembre y los fondos de inversión que invierten en renta variable de los países industrializados no han ganado prácticamente nada desde entonces. Ese 11 de septiembre se publicaba en el Financial Times un interesante artículo que los hechos acaecidos por la tarde en los EE UU hicieron pasar totalmente desapercibido. El autor, James Tobin, se distanciaba de sus supuestos seguidores del movimiento antiglobalización y de la llamada tasa Tobin. Bajo un título revelador, Una idea que al convertirse en popular perdió su claridad, Tobin contaba cómo en el origen de su propuesta estaba otra en la que John Maynard Keynes, tras el crac de 1929, proponía 'casar' a los inversores con sus activos mediante la aplicación de un impuesto sobre el volumen de negocio. Una manera, decía Keynes, de frenar la especulación.
James Tobin confesaba no conocer el programa de los antiglobalizadores y, aunque asumía que le resultaba imposible controlar el uso de la expresión tasa Tobin, la consideraba una versión degradada de su propuesta de hace 30 años, cuando el dólar vivía su mayor crisis y se producía una intensa especulación en los mercados de cambio.
La Q de Tobin es el cociente entre el valor que las Bolsas asignan a los activos netos de una empresa y el precio de reposición de esos activos
Estos días, Tobin está de manera regular en los comentarios y artículos de mucha gente que poco o nada tienen que ver con el movimiento antiglobalización. Y es que cuando se discute acendradamente si los mercados bursátiles siguen sobrevalorados o no, el uso de la Q de Tobin sirve para ilustrar algunas de las visiones más pesimistas. La Q de Tobin se define como el cociente entre el valor que las Bolsas asignan a los activos netos de una empresa y el precio de reposición de esos activos. Y la conclusión es que a los precios actuales de Bolsa el coeficiente Q de Tobin sigue siendo exageradamente alto.
James Tobin murió en los primeros días de marzo pasado y estos dos elementos, tasa (más bien habría que llamarlo impuesto) y coeficiente Q se encuentran entre su legado más popular. El uso reiterado de su nombre vuelve a traer recuerdos de los años sesenta, cuando perteneció al consejo de asesores económicos del presidente Kennedy, y setenta, cuando su hoy famosa propuesta cayó prácticamente en el vacío.
Entretanto, y a pesar de que la economía norteamericana sigue en una fase de crecimiento, las Bolsas siguen cayendo. Y esto es algo que ya sucedió en marzo de 2000: las Bolsas empezaron a caer 15 meses antes de que el PIB de los EE UU tuviera su primer trimestre de contracción. ¿Volverá a ocurrir lo mismo? Desde que comenzó esta crisis han entrado en juego casi todos los actores que uno podría imaginarse: oro, dólar, escándalos políticos y contables, quiebras... Sólo hay uno que todavía no ha acudido a la cita: el barril de petróleo.