¿Está la industria del alcohol en el camino de las tabaqueras?
España muestra una clara caída del consumo que parece estar ligada a la conciencia de sus riesgos y a cambios en el estilo de vida

Un informe de la gestora estadounidense de fondos Bernstein sobre la industria de las bebidas alcohólicas se pregunta si la caída de sus ventas es una tendencia estructural que puede estar metiendo al sector en el “momento tabaqueras”, que llevó al desplome de esta industria. El consumo de alcohol per cápita en Estados Unidos, el mayor mercado del mundo, cayó un 3% el año pasado, hasta situarse en el nivel más bajo desde 1962, señala el mencionado informe. La cuestión es si esa caída se debe a un cambio de hábito entre los consumidores, impactados por los avisos sobre los riesgos del alcohol para la salud.
En España hay datos que también apuntan en la misma dirección. Según la última memoria de la Agencia Tributaria, en 2023, “los ingresos por los impuestos sobre el alcohol bajaron un 7,2%, arrastrados por el mal comportamiento del consumo de bebidas con mayor grado alcohólico (que se redujo casi un 10%)”. Estos van en la misma dirección de los de la Federación Española de Espirituosos, que agrupa a los productores y distribuidores de estas bebidas, que asegura que en 2023 el consumo bajó un 5,9%, hasta 187 millones de litros.

Si se analiza con los datos que facilita el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se llega a conclusiones parecidas. En 2023, el consumo doméstico de bebidas se redujo un 0,7%. La única bebida que aumentó ventas fue el agua envasada, mientras que el vino cayó un 4,5%, la cerveza, un 3,9% y las bebidas espirituosas, un 3,3%. La diferencia con los datos anteriores puede deberse a que estos se refieren al consumo de los hogares, dentro y fuera de casa, y no contabilizan el consumo del turismo. Esos descensos son mayores en términos per cápita, ya que se produjeron en un año en el que la población aumentó en 650.000 habitantes, hasta superar los 48 millones.
El Ministerio de Sanidad realiza también un estudio cuyo resultado es muy concluyente y clarificador. Del análisis de las aguas residuales, que se hace con fines epidemiológicos, se concluye que en 2021 el consumo de etanol fue de 8,8 litros al día por cada mil habitantes, frente a 10 litros tres años antes.
Estos datos de caída del consumo, que son esperanzadores desde un punto de vista sanitario y social e inquietantes para la industria de las bebidas alcohólicas, podrían considerarse tendencia si se atiende a datos de la Encuesta sobre el Alcohol y Drogas en España de 2023 que promueve el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), dentro del Plan Nacional de Drogas.
Los resultados generales siguen siendo alarmantes, con un consumo generalizado de alcohol, que arranca a los 16 años. Pero el dato más prometedor es que la frecuencia del consumo de estas bebidas entre los adolescentes cae desde 2012, así como la ingesta compulsiva. La encuesta señala que un 28,6% de los varones de entre 14 y 16 años (0,8 puntos más que las chicas) se emborrachó en el último mes. Es un dato perturbador, pero es que 15 años antes, en 2008, el 44,7% de los chavales y el 38,3% de las chavalas admitía haber consumido sin control hasta emborracharse. Por tanto, este comportamiento se ha reducido en 16 puntos en los chicos y en algo más de 10 en las chicas.
La OMS
La Organización Mundial de la SaluEd (OMS) pidió en febrero a Europa que obligue a que las etiquetas de las bebidas alcohólicas adviertan sobre el riesgo de cáncer. La OMS busca que se implanten advertencias claras, como ya se hizo hace décadas con el tabaco advirtiendo directamente que “fumar mata”. Irlanda ya ha anunciado que va a implementar la medida en mayo; será el primero de la UE. En enero pasado, el director general de los servicios de salud de Estados Unidos hizo una advertencia parecida y provocó una fuerte caída en las acciones de compañías de bebidas espirituosas. Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la presidencia, que retiró al país de la OMS nada más tomar posesión, no hace prever un activismo antialcohol de la Administración.
Parece claro que el descenso del consumo está vinculado a la mayor concienciación sobre el impacto del alcohol en la salud y el cambio de hábitos de vida entre los más jóvenes, como se puede ver en el ritmo imparable de la apertura de gimnasios. A esto se suma la creciente popularidad de medicamentos para adelgazar, como Ozempic y Wegovy, que también ayudan a reducir el consumo de tabaco y alcohol, según han comprobado estudios realizados por la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill (Estados Unidos), que trata a pacientes con diabetes y obesidad.
“Durante mis 20 años cubriendo el sector de las bebidas, el grado de cuestionamiento de los inversores en torno al alcohol nunca ha sido tan evidente”, señala Ed Mundy, analista de Jefferies, en un informe titulado: ¿Es el alcohol el próximo tabaco?, y citado por el Financial Times. Este diario recuerda que Diageo, multinacional británica propietaria de marcas como Tanqueray, Guinness o J&B, renunció hace un mes a su objetivo de aumento de ventas, atribuyéndolo a los aranceles de Trump y a la debilidad de la demanda de los consumidores. Para Debra Crew, CEO de Diageo, la moderación es el mayor factor disruptivo, mientras que las bebidas bajas en alcohol o sin alcohol representaban una de sus mayores oportunidades.
Si el lobby de la industria tabaquera era muy potente y consiguió retrasar décadas las restricciones, la capacidad de presión de la industria del alcohol no es menor, muy especialmente la del vino. Hoy por hoy resulta inimaginable que la Unión Europea tome medidas de calado que afecten a una industria con tanto impacto en países centrales como Francia, Italia y España. Es fácil suponer que las bebidas por encima de los 15 grados serán el primer objetivo de las restricciones. La cerveza y el vino salvan ese límite, pero quizás pierdan la inmunidad. El tiempo dirá si este sector está ante una tormenta perfecta que la puede llevar a una situación similar a la vivida por la industria del tabaco.
Aurelio Medel Vicente es periodista. Doctor en Ciencias de la Información