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La lupa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Fundación La Caixa entra en un año clave

Tras cambiar al equipo ejecutivo y al presidente de CaixaBank, viene la renovación de todo el Patronato, incluido Isidro Fainé

El presidente de la Fundación La Caixa, Isidro Fainé.

La Fundación Bancaria La Caixa, institución clave en la economía española y con una acción social de enorme impacto, entra en un año clave. Tiene que renovar su patronato antes del 21 de febrero de 2026, incluido al presidente y alma mater, Isidro Fainé, que entonces tendrá 84 años. En los últimos meses, ha cambiado a sus principales ejecutivos, el director general de la Fundación y el CEO de CriteriaCaixa, y al presidente de CaixaBank, su principal participada. Renovar el patronato, consolidar el equipo ejecutivo y aguantar las presiones para que vuelva la sede a Barcelona son los principales retos de la mayor fundación de España. El Ministerio de Economía, que legalmente ejerce el protectorado, tendrá que decir.

Renovación del Patronato. La Fundación Bancaria La Caixa está gobernada por un patronato de 15 miembros y todos tienen que renovar en el plazo de un año. Ocho son elegidos por su perfil de “personas con conocimientos y experiencia financiera”; cuatro como “personas independientes de reconocido prestigio”; dos los designan Cruz Roja y Cáritas, y otro, por turno, una de las cinco entidades fundadoras de la Caixa (Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, Instituto Agrícola San Isidro, Ateneo de Barcelona, Cámara de Barcelona y Fomento del Trabajo).

En la última sesión se designó vicepresidente a Javier Godó, posición que ocupaba Juan José López Burniol, pero no se le ha sustituido de patrono. Tienen vencido el mandato Asunción Ortega y Marc Murtra, y también podrían reemplazar a Shlomo Ben Ami y Artur Santos Silva, cuyos cargos caducan en mayo. Finalmente, tienen un año, para renovar o reemplazar a Isidro Fainé, José María Álvarez Pallete, Luis Carreras (Cruz Roja), Isabel Estapé, María Isabel Gabarró, Eugenio Gay Montalbo (Cáritas), Javier Godó, Francesc Homs, Pablo Isla y Xavier Brossa (Amigos del País). El mandato de los patronos es de cuatro años, excepto el de las entidades fundadoras que es de dos.

En 2014, La Caixa se transformó en Fundación Bancaria, y desde entonces el poder emana del patronato y se crea la figura del “Protectorado”, que corresponde al Ministerio de Economía porque tiene más del 40% de la actividad fuera de su comunidad de origen. Lo mismo sucede a la Fundación Ibercaja y la Fundación Unicaja, pero no a las tres fundaciones que controlan Kutxabank, que dependen del Gobierno Vasco, ya que concentran su actividad en el País Vasco. El Protectorado tiene un poder relevante en estas instituciones, como queda claro en el artículo 18 de los estatutos de la Fundación La Caixa donde se bendice el poder del patronato, pero “sin perjuicio de las preceptivas autorizaciones del Protectorado (el Ministerio de Economía). Hasta en 17 veces se menciona al Protectorado en dichos estatutos, lo que da idea de la capacidad de influencia del Gobierno.

Poder ejecutivo. El mando en el día a día de la Fundación La Caixa se ejerce básicamente desde tres instancias, la presidencia, la dirección general de la Fundación y el consejero delegado de CriteriaCaixa, holding que gestiona las participaciones empresariales de La Caixa, como CaixaBank (31,2%), Telefónica (10%), Naturgy (26,7%), ACS (9,4%), Inmobiliaria Colonial (17,3%) y Aguas de Barcelona (15%). La presidencia está en manos de Fainé desde 2007, mientras que el año pasado se produjo el relevo en los otros dos puestos. Ángel Simón (Manresa, 1959) fue nombrado como consejero delegado de CriteriaCaixa hace un año y en diciembre pasado se anunció que Josep María Coronas (Tarragona, 1959) asumía la Dirección General de la Fundación La Caixa, lo que causó la dimisión de Burniol.

Estos movimientos en la estructura ejecutiva también han alcanzado a las participadas. El 30 de octubre, CaixaBank comunicó que Tomás Muniesa sustituía a José Ignacio Goirigolzarri. Para justificarlo, desde Criteria señalaron que era mandato del BCE, que apuestan por presidentes no ejecutivos y consejeros delegados con plenos poderes. Lo cierto es que Gorigolzarri era un presidente muy poco ejecutivo (no tenía funciones ligadas al negocio). Gonzalo Gortazar, CEO de CaixaBank, quiso separarse del cuento y negó públicamente que el cambio tuviera que ver con el BCE.

La historia de La Caixa es un relato de lucha por contener las injerencias políticas. Fainé y Simón saben que a José Vilarasau le sacaron de la presidencia de La Caixa en 2003 por orden de la Generalitat de Jordi Pujol, que promovió una norma ad hoc que limitaba a 75 años la edad para ser consejero o a un máximo de 20 años el cargo de presidente, para lo que sumaban los de director general. Era tan absurdo, que Vilarasau fue reemplazado por Ricardo Fornesa, ambos nacidos en 1931, y este fue un presidente a plazo, la edad le sacaba a los cuatro años, y puente a Fainé.

El entramado de la norma correspondía a la Consejería de Economía y Finanzas de la Generalitat y a su Dirección General de la Asesoría Jurídica. Francesc Homs i Ferret era el consejero (2001-2003) y Josep María Coronas, el director general (1996-2004). El curriculum de Homs es una mezcla de actividad en CiU y el grupo La Caixa. Coronas hizo carrera política con Artur Mas y Francesc Homs y llegó a La Caixa en 2017 como secretario del consejo, en marzo de 2024 asumió el mismo puesto en CriteriaCaixa y desde enero la dirección general de la Fundación. Visto lo visto, no es extraño que en octubre pasado Ángel Simón declarara a La Vanguardia: “queremos ser el primer grupo inversor con influencia en España”.

Simón y Coronas puede ser buenos activos para recuperar influencia, el primero tiene más sensibilidad con la izquierda y el segundo con la derecha independentista. La Caixa necesita recuperar el cariño de Junts (antigua CiU). Este partido, que tiene siete votos clave en el Congreso de los Diputados, exige que las sedes de la Fundación (Palma de Mallorca) y CaixaBank (Valencia) vuelvan a Barcelona para empezar a hablar. Es evidente que Junts ha jugado con éxito a favor de Repsol y Sabadell en la negociación de los impuestos sectoriales. En cambio, La Caixa no logró su apoyo para que CaixaBank se desgravara el dividendo pagado a la Fundación. Eso sí, Sabadell ya ha anunciado la vuelta de la sede. Do ut des (doy para que des).

La Fundación la Caixa tiene un impacto enorme. El presupuesto para este año asciende a 655 millones, de los que 371 millones van a programas sociales. Estos fondos salen del rendimiento de unos activos valorados en más de 30.000 millones, de los que esperan percibir un dividendo de 700 millones en dividendos en 2030. El relevo generacional es seguramente el mayor reto que tiene por delante la Fundación La Caixa, cómo se haga determinará si se apuesta por la independencia política y la buena gestión, valores que deberían estar a salvo de cualquier tentación.

Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información.

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