La fútil búsqueda de certidumbre en los tipos de interés
Si alguien espera que, en el contexto actual, el BCE telegrafíe su futuro, probablemente se vea decepcionado
![Puesto de frutas y verduras en el Mercado Central de Zaragoza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QXJ6B2KN55EDSRRR3IIKZFJDQI.jpg?auth=de4b953c7c0e195e15d681f00f69b9f3524e691c6b64dae499796c92fef3c4d6&width=414)
Después de 15 años de dopaje monetario, con tipos de interés ultrabajos para estimular una economía europea incapaz de recuperarse de la crisis financiera de 2008, los bancos centrales acogieron la fe del converso, disparando los tipos de interés para frenar una inflación disparada por la crisis energética desatada con la invasión de Ucrania. Ahora el BCE ha recuperado la senda de bajada, ante la moderación de las subidas de precios, cada vez más ancladas al objetivo del 2% a medio plazo y con el trasfondo de la ralentización de la economía.
El oficio de banquero central tiene algo de maldito, porque es imposible contentar a todo el mundo: los tipos de interés excesivamente bajos abren el camino a la inflación y, al dificultar la valoración de las inversiones, dan pie a la especulación. Mantenerlos demasiado altos para contener los precios es una forma de ahogar la economía a propósito que se puede ir de las manos. Así que ahora que ni hay ni grandes secuelas de otras crisis ni un shock inflacionista, inversores y analistas se preguntan en qué punto dejarán de bajar los tipos. Cuál es el tipo de interés neutral, ese El Dorado de la tranquilidad económica. Y también se lo preguntan un jueves de cada seis a la propia Christine Lagarde. Esta, hasta el momento, ha situado ese nivel de equilibrio en el rango 1,75%-2,25% –nivel que coincide con el objetivo de inflación estándar de la entidad y sus homólogos–, refiriéndose a estudios del banco. Pero, para gustos, colores. Isabel Schnabel, siempre más restrictiva, eleva ese tramo al 2%-3%. En Inglaterra se habla del 2,5%-3,5%, mientras que la proyección a largo plazo de la Fed está en el 3%.
Hoy el BCE presenta un nuevo estudio sobre este tipo neutral, algo que para otros miembros del consejo del organismo es poco más que una reflexión académica. Algo de razón tienen; por más que los inversores quieran una hoja de ruta, la economía nunca es una foto fija. Y menos ahora. Las presiones inflacionarias han amainado, pero pueden rebrotar (el BCE teme a los salarios y los servicios). La energía no está disparada, pero la descarbonización es un proceso de décadas. Los aranceles de quita y pon de Donald Trump (en un proceso de desglobalización que no es fruto de este año) son otro factor crítico, al igual que el previsto desacople del BCE y la Fed. Hoy el banco europeo arrojará algo de luz sobre cómo puede reaccionar a los vaivenes de precios y actividad. Pero si alguien espera que, en el contexto actual, telegrafíe su futuro, probablemente se vea decepcionado. Quizá ni el propio banco lo conozca.