Mejor estar con EE UU, a pesar de Trump, que con China
Un grupo de Estados de la UE se librará de los aranceles de Trump, y España puede no ser uno de ellos
![Un expositor de aceite de oliva español en la feria de comida Fancy Food Show, en Nueva York (EE UU).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KUDQC7RYNKZV5RO3V5EKJSDRKA.jpg?auth=ec1088a07b1fe61d7d42d38672ed812dee745181ee47bbc7b0d3ea173a1d1c01&width=414)
Esta semana hemos visto cómo Trump, tras sus amenazas, ha llegado a un acuerdo con Méjico, Canadá, Panamá o Colombia.
En la legislación norteamericana, se determina que se podrán imponer aranceles a los productos que venga de otros países, en caso de considerar que estos países discriminan la producción norteamericana. Los aranceles son impuestos a los bienes y servicios que se importan de otros países. Es una poderosa herramienta de protección a los productos nacionales. De hecho, se utilizan para corregir la balanza de pagos, mejorar el empleo o proteger sectores estratégicos domésticos, promoviendo el desarrollo económico interno. No obstante, reducen la competitividad y afectan al libre comercio, dado que la producción de los bienes internos puede verse controlada por grupos de interés (véase lo que ocurre en Rusia).
El primer Gobierno de Trump impuso una serie de aranceles a ciertos productos provenientes de la Unión Europea, entre ellos a los españoles, en respuesta a la adopción unilateral del impuesto sobre servicios digitales en sus legislaciones internas. El citado se planteó previamente, de forma fallida, por la Comisión Europea, con el objetivo de ser aplicado en la UE de forma común. La razón de este impuesto es someter a imposición a una serie de servicios digitales que no tributaban en ningún país. La mayoría de las multinacionales afectadas son norteamericanas, pero también chinas.
España y otros países de la UE llegaron a un acuerdo con EE UU para la no recaudación de dicho impuesto durante unos años. El acuerdo venció en 2024 y desde entonces todos los países de la UE estamos esperando a una posible adopción final por parte de la OCDE de una serie de pilares que cambian la regla de juego sobre el reparto de beneficios de las multinacionales.
Pues bien, la Administración de Trump acaba de avanzar que no va a incorporar los pilares de la OCDE, lo que sin duda debió hacer la Administración de Joe Biden previendo lo que Trump (poco amigo de organizaciones internacionales) haría al llegar al despacho oval.
Ello conlleva que la UE, que, si bien tiene esos pilares aprobados por directiva e implementados en nuestra legislación por todos los Estados miembros, deba decidir si deja en suspenso la aplicación de los pilares en relación con empresas estadounidenses (lo que no puede hacer) o tiene que aguantar los aranceles que imponga el Gobierno de Trump.
Washington lleva tiempo molesta con la UE, no solamente por los impuestos europeos que afectan a las empresas de EE UU que operan en la UE, sino por los múltiples expedientes de ayudas de Estado abiertos a multinacionales, como Google, por incumplir el derecho de competencia vigente en el mercado interior.
Los mandatarios de la UE han lanzado un mensaje común sobre reciprocidad en los potenciales aranceles que imponga EE UU a la UE. En realidad, lo que me temo que va a ocurrir es que habrá un grupo de Estados miembros con los que EE UU tiene interés o buena relación, que se librarán de estos aranceles (Irlanda, Alemania, Italia, Francia, Holanda) y otros como España, que si adoptan una actitud beligerante tendrá que soportar los aranceles o adoptar todo lo que nos imponga EE UU. En este caso habrá poca negociación: España tiene más intereses en EE UU que viceversa.
Trump deja a su gran rival, China, para un poco más adelante. En 2018, la guerra de aranceles entre EE UU y China conllevó que ambas economías se resintieran de forma drástica. Lo cual sin duda va a volver a ocurrir, dado que Pekín no cede a amenazas. En este caso, conociendo lo difícil que es invertir en China, desde mi punto de vista están más que justificados dichos aranceles. De hecho, ahora la UE, que siempre reacciona tarde, anuncia aranceles y controles a los productos chinos. Todo ello cuando China lleva décadas recibiendo un trato privilegiado por parte de la UE, incluso respecto a los productos generados por la propia Unión.
Trump utiliza los aranceles ya no para obtener un trato igualitario de sus productos en estos países, sino que pretende con ellos corregir todos aquellos otros asuntos de interés para EE UU, como el control de la inmigración, el control de la droga, etc. Una de las organizaciones de las que se mofa Trump es la Organización Mundial de Comercio, que sin duda debería decir algo al respecto, dado que el sobreabuso de este tipo de políticas distorsiona el mercado global, pero por ahora no se ha conocido ninguna medida por parte de esta organización internacional.
Patricia Lampreave Márquez es profesor, abogado y ex-policy manager de la Comisión Europea