Excepcionalismo estadounidense, ¿otro año más?
Tal vez no sea tan importante qué Bolsa lo hace mejor en 2025, como el tener una exposición razonable o sensata en ella
Llega el momento de hacer un pequeño balance del año terminado y revisar las previsiones para el que acabamos de comenzar. El 2024, a vista de pájaro, ha sido un buen año. La Bolsa mundial ha subido un 19% –en moneda local–, que se amplía hasta un 24% en euros, gracias a la revalorización del dólar frente a nuestra moneda común. La renta fija también ha cerrado un buen ejercicio con revalorizaciones próximas a un 3% - 4% en una cartera de bonos europeos de calidad.
Cuando vamos entrando en los detalles, sin embargo, la lectura es algo más confusa. Casi todos los activos de renta fija han tenido una buena evolución y han subido en precio en el año. Es irónico, podríamos decir, que el activo de renta fija de referencia mundial, el bono estadounidense a diez años, haya cerrado el ejercicio con pérdidas al repuntar su tir desde el 3,88% al 4,53%. En renta variable, por regiones, Estados Unidos vuelve a barrer al resto del mundo. La Bolsa estadounidense se revaloriza un 23%, Europa sube un 6% (Francia cae un 2%) y los países emergentes ganan un 12%. La Bolsa estadounidense, por segundo año consecutivo, ha subido más de un 20% y sigue liderada por un reducido número de compañías. Las empresas conocidas como las siete magníficas han avanzado, de media, un 63% en 2024. Sin embargo, la ganancia de la Bolsa estadounidenses medida con el índice “equal weight” -en el que todas las compañías pesan lo mismo en el índice- fue de un 10%, al igual que la obtenida por las pequeñas compañías. Lo dicho, unas magníficas y algunas más que ofrecen rendimientos muy positivos y muchas otras, la mayoría, con resultados bastante discretos.
En los últimos meses, en los mercados financieros, se ha estado hablando mucho del llamado excepcionalismo estadounidense. Excepcional en el sentido de un comportamiento bursátil relativo muy positivo y diferencial de los estadounidenses frente a lo que, podríamos llamar, el resto del mundo. Aunque es una tendencia que viene observándose de manera casi ininterrumpida desde el fin de la crisis del 2008, la evolución de los dos últimos años está siendo muy pronunciada a favor de los estadounidenses. La victoria de Trump en noviembre no ha hecho más que apuntalar la diferencia, pues “America first”, al menos en lo que a bajadas de impuestos, menor regulación y aranceles a la importación se refiere, es interpretado como positivo para la economía y empresas estadounidenses frente al resto del mundo. Si a esto añadimos las dudas recientes sobre la gobernabilidad de los dos principales países de la zona euro, Alemania y Francia, podríamos decir que se han juntado el hambre con las ganas de comer.
Con vistas al año que estamos arrancando, la mayoría de los estrategas y analistas vaticinan otro buen ejercicio para las Bolsas. La preferencia clara sigue siendo la Bolsa estadounidense. Después de dos años en que sus previsiones se han quedado bastante cortas frente a la realidad, el grueso de las proyecciones para 2025 apuntan a una subida del S&P 500 de entre el 8% y el 15%. Quizá con una mayor amplitud de mercado, en el sentido de que un mayor número de compañías, más allá de las magníficas, puedan seguir extendiendo el mercado alcista. La Bolsa europea deberá seguir esperando, aunque una posible resolución del conflicto de Ucrania o un nuevo Gobierno alemán más proclive al gasto serían catalizadores positivos para un desempeño algo mejor.
En renta fija, después de dos ejercicios anticipándonos en que ahora sí, es el año de la renta fija, el interés se ha desinflado bastante ante la expectativa de menores recortes de tipos por parte de la Reserva Federal. Más allá del tono positivo, en general, también hay bastante consenso en una cosa: la existencia de una mayor incertidumbre (geopolítica, guerra comercial, inteligencia artificial). Trump ha amenazado mucho, pero habrá que ver qué políticas se ponen finalmente en marcha.
La verdad es que pueden pasar muchas cosas, algunas incluso insospechadas ahora mismo. Lo más normal es que fallen las previsiones, precisamente por eso, porque hay muchas más cosas que pueden pasar que las que pasan. Parte del problema al que nos enfrentamos a la hora de tomar decisiones es que, a posteriori, un resultado nos parece evidente, lo explicamos bastante bien y analizamos sus causas. Y eso nos hace pensar que, a priori, tenemos más capacidad para predecir el futuro.
Dice Nassim Taleb que no deberíamos perder el tiempo intentando predecir. En su lugar, comenta, deberíamos enfocarnos en ser robustos y en estar preparados para lo que sea que venga. Warren Buffett utiliza también una frase corta para expresar una idea muy similar: “Predecir la lluvia no sale a cuenta, construir el arca sí”. En el mundo de las inversiones, una amplia diversificación es una respuesta humilde ante la incertidumbre que nos rodea. Tal vez no sea tan importante qué Bolsa lo hace mejor en 2025, como el tener una exposición razonable o sensata en ella.
Ángel Olea es socio y director de inversiones de Abante.