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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El BCE reajusta su mensaje ante el año más incierto

No cabe esperar que la autoridad solvente un 2025 exigente para Europa, pero sí que se mantenga alerta para mitigar los vendavales geopolíticos

CINCO DÍAS
Sede del BCE en Fráncfort.
Sede del BCE en Fráncfort.MAURITZ ANTIN (EFE)

La reunión de ayer del BCE confirmó el giro de 180 grados que ya se aventuró en el mes de octubre, cuando el banco aplicó un recorte de tipos que dos semanas antes solo estaba en las quinielas de los analistas más audaces. El rápido enfriamiento económico de la zona euro ha obligado a Christine Lagarde a revertir el tratamiento: de usar medicina de choque para contener el riesgo de hipertensión, ha pasado a intentar evitar que el enfermo caiga desmayado. Y el mercado aún barruntaba hace dos semanas la posibilidad de que la rebaja de las tasas de interés fuera de 50 puntos básicos. Una opción que se discutió en el consejo del banco, que en todo caso votó por unanimidad a favor del recorte de 25 puntos. Una señal del catálogo de incertidumbres que afronta la zona euro, que Lagarde no hizo por esconder, pero que el banco tampoco incluyó en su cuadro macroeconómico, pues, como su nombre indica, de momento son solo incógnitas.

Europa es el eslabón débil del imprevisible y acelerado curso de los acontecimientos mundiales: la victoria de Donald Trump deja al Viejo Continente expuesto en términos geopolíticos y comerciales (dos de los riesgos citados por el comunicado del banco). Y el auge de las fuerzas internas antisistema amenaza la capacidad de la Unión para responder de una forma unificada a los retos actuales.

El banco está abiertamente menos preocupado por la inflación, lo que le da margen para aplicar unas rebajas de tipos que, de todos modos, el mercado ya esperaba. La economía de la zona euro seguirá arrastrando un tiempo el efecto de los tipos restrictivos, un efecto que sería menor si el BCE hubiera iniciado antes el camino descendente. Pero en su día optó por pasarse de prudente antes que de audaz.

La duda está en el final del camino: dónde está el tipo de interés neutral, ese que no restringe actividad y precios (como ahora), pero tampoco aporta estímulos adicionales. Los cálculos que citó Lagarde apuntan a una horquilla del 1,75% al 2,5%, que quizá haya que mover levemente al alza. Pero si en seis meses el mundo ha cambiado, los sesudos análisis de los economistas pueden caducar mucho antes. Las incógnitas que afronta la eurozona pueden tirar al alza de la inflación (como indica el análisis de riesgos del banco) o a la baja del crecimiento. No cabe esperar que la autoridad monetaria solvente un 2025 particularmente exigente para Europa, pero sí que se mantenga alerta para mitigar los vendavales geopolíticos que se ciernen sobre el continente.


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