El impacto en la inversión de las cuatro ‘D’
Estamos viviendo momentos de cambio, con grandes oportunidades, pero por el camino vienen curvas
En los próximos años, el crecimiento económico mundial estará profundamente influenciado por cuatro fuerzas transformadoras: la digitalización, la desglobalización, la descarbonización, el gasto en defensa y, para Europa, el informe Draghi publicado recientemente. Estos pilares no solo están configurando un nuevo panorama, sino que también tendrán un impacto significativo en el PIB global. La tecnología impulsará la eficiencia y la innovación, mientras que la desglobalización y las políticas comerciales redefinirán las cadenas de suministro y los socios comerciales. La transición hacia una economía descarbonizada promoverá la sostenibilidad ambiental mediante una inversión ingente en infraestructura, y el aumento del gasto en defensa garantizará la seguridad nacional, todos estos factores juntos jugarán roles decisivos en la configuración de estrategias de inversión.
La inversión prevista en defensa no para de crecer. Los riesgos geopolíticos han aumentado y los países desarrollados aumentan la inversión. EE UU dedica 916.000 millones de dólares. Europa tiene desde 2014 un objetivo acordado del 2% del PIB y solo a raíz del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, alcanzó los 350.000 millones, cerca del 2%, pero con visos de incrementarse en mayor o menor medida, en función del resultado de las elecciones americanas que se celebran en noviembre. China, Rusia e India también dedican una parte significativa en este ámbito, con unos 500.000 millones entre los tres.
El proceso de desglobalización continúa siendo clave para los próximos años. Tanto las sanciones a Rusia por el conflicto en Ucrania, como las cada vez mayores barreras comerciales con China, están creando que el factor de rentabilidad tenga un menor peso que antes en favor de asegurar las cadenas de suministro y de defender los intereses nacionales. Las decisiones de inversión se rigen menos por criterios económicos, lo que puede generar mayores costes e inversiones. China, con las sanciones y un consumo interno menor por las tendencias demográficas, tendrá que buscar nuevos mercados donde exportar los productos que no vende. Su influencia se extiende cada vez más en el Pacífico y en el Índico, justo en las regiones donde se espera un mayor crecimiento económico en las próximas décadas.
En digitalización, las estimaciones varían muchísimo según las fuentes consultadas, pero hablamos de cifras de entre dos y cuatro billones. Solo Meta, Google y Amazon invirtieron aproximadamente 200.000 millones de dólares en 2023. Estos presupuestos en investigación son cada vez mayores y crecientes. Dentro de la digitalización, una gran parte del dinero irá destinado a crear nuevos algoritmos cada vez más potentes, nuevos centros de datos con capacidades mucho mayores, nueva infraestructura capaz de alimentar el elevado consumo eléctrico, nuevos chips capaces de procesar la información…
Sin embargo, no todo parece tan sencillo. Tomemos por caso los centros de datos. Consumen una gran cantidad de energía y agua, generando pocos empleos. Las autoridades locales no favorecen mucho estos centros si ponen en peligro la infraestructura eléctrica.
También hay que poner en duda la capacidad que tiene la IA a la hora de aportar las tan prometidas ganancias de productividad. ¿Serán lo suficientemente grandes como para soportar los altos costes actuales de la IA?, ¿llegarán lo suficientemente rápido como para justificar las grandes valoraciones actuales?, ¿cuáles son las compañías que aparecerán como ganadoras de esta tendencia?
La inversión en descarbonización, además de por razones medioambientales, puede tener una motivación económica importante. Tanto la US Inflation Reduction Act como el programa de la UE REPowerEU dedican, financian y regulan este proceso. Ya hemos visto empresas de ingeniería focalizando sus proyectos más importantes en áreas soportadas por estos programas y se puede ver una competencia entre la UE y EE UU para la captación de inversiones.
La desglobalización supone el retorno de la producción cerca de los consumidores y, en general, que las empresas pierdan competitividad por mayores costes salariales. El acceso a una energía barata puede ser la clave para que muchas empresas se mantengan competitivas. Esto supone, no solo la generación de energía más barata, sino cambiar procesos productivos e inmuebles más eficientes. Ya en 2024 el mercado asumió unas inversiones de dos billones y se espera que se amplíe en los próximos años. En la próxima década podría alcanzar los siete billones anuales.
Recientemente salió a la luz el informe Draghi, donde pone de manifiesto la gran necesidad de inversión que tiene que acometer Europa para seguir compitiendo con China y EE UU. La califica como un segundo plan Marshall, en el que hay que destinar 900.000 millones al año. La inversión en proyectos que quedan obsoletos en pocos años o que tarden más de lo esperado para dar frutos, intervenciones o políticas erróneas, la capacidad de las compañías y Estados de asignar bien todos estos recursos, son solo algunos de los retos.
Si alguno de estos nos debe preocupar es, sin duda, el alto nivel de endeudamiento de los países desarrollados. ¿Serán capaces de financiar estas tendencias?, ¿podrán pagarlo?, ¿incrementarán tanto los impuestos como para producir una crisis económica? Y, si siguen incrementando la deuda, ¿qué tipo de interés exigirán los inversores en su deuda? Estamos viviendo momentos de cambio, que al final serán positivos y con grandes oportunidades de inversión, pero por el camino viene curvas que habrá que saber gestionar.
Rafael Ciruelos es socio y director de fondos de la sociedad de valores Diaphanum.