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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La educación financiera no es solo buena para quien la recibe

El trabajo de los banqueros centrales sería más sencillo si los consumidores adaptaran sus decisiones al contexto

CINCO DÍAS
Hipoteca Euribor
Entre las personas con mayor educación financiera, la percepción sobre el atractivo de pedir una hipoteca se hunde a medida que sube el precio del dinero, mientras que para los hogares con menos conocimientos la variación es mínima.Miguel Toña (EFE)

Es de sentido común que los ciudadanos o los hogares con mayores conocimientos financieros reaccionen con más rapidez y acierto ante los vaivenes de la economía y, en particular, ante las oscilaciones de los tipos de interés. No es habitual, por el contrario, que esta tendencia esté contrastada con datos objetivos. Pero un estudio publicado por el Banco Central Europeo, a partir de la amplia Encuesta de Expectativas del Consumidor, sí ha puesto cifras, en concreto, a la reacción de los consumidores a las expectativas de movimiento en los tipos de interés. Uno de los aspectos más interesantes es que las diferencias entre los grupos (uno compuesto por personas con una alta educación financiera y otro con personas de baja educación financiera) no son tan agudas en las expectativas sobre los tipos de interés como en la aplicación práctica de estas expectativas. Por simplificar, la población, por lo general, está informada de lo que pasa con los tipos de interés, pero algunos grupos no saben manejar este conocimiento.

Así, entre las personas con mayor educación financiera, la percepción sobre el atractivo de pedir una hipoteca se hunde a medida que sube el precio del dinero, mientras que para los hogares con menos conocimientos la variación es mínima. La misma situación, pero al contrario, se da con los ahorros: un grupo es capaz de ajustar sus expectativas y el otro no.

Mucho se ha escrito, también en estas líneas, sobre la necesidad de una mayor cultura financiera, si bien casi siempre desde el punto de vista del usuario. Es más difícil que a uno le engañen si sabe distinguir un tipo anual de uno mensual, o si conoce la distinción entre renta fija y variable. Pero el impacto va más allá. El estudio publicado por el BCE sugiere que también el trabajo de los banqueros centrales sería más sencillo si los consumidores adaptaran sus decisiones al contexto. Es decir, si los consumidores dejan de contraer deudas y elevan el ahorro cuando los tipos suben, el alza de tipos enfriará el consumo antes y no hará falta aumentar tanto los intereses. Y la propia adaptación de los consumidores limitará, también, los efectos traumáticos en el medio plazo del exceso de deuda.

Las iniciativas de Banco de España, CNMV y Ministerio de Economía sobre educación financiera son más que bienvenidas, dentro del ámbito de aplicación de estas entidades. Pero el esfuerzo debería ir más allá, sentando las bases desde las escuelas. Tomando la terminología financiera, la relación entre coste y rendimiento sería más que aceptable.

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