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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hablar de ‘austericidio’ a destiempo

Todos los Gobiernos han realizado ajustes. Utilizar ese argumento hoy es hacer propaganda fake. Mejor gastar y hablar menos, y dotar el fondo de reserva de la Seguridad Social

El presidente del Gobierno y la vicepresidenta primera, Pedro Sánchez y María Jesús Montero.
El presidente del Gobierno y la vicepresidenta primera, Pedro Sánchez y María Jesús Montero.Javier Lizón (EFE)
Juan Ignacio Crespo

Lo que cambian las cosas en poco más de un año. La subida de los tipos de interés en EE UU ha provocado un incremento considerable del coste medio de su deuda pública, de modo que, si en 2022 fue de 2,07%, en 2023 ha ascendido a 2,97% (+0,9). Además, solo en los tres meses largos transcurridos del año 2024, el volumen de esa duda pública ha seguido subiendo sin parar: era de 34 billones (trillion) de dólares al terminar el año pasado y es de 34,6 billones ahora. Una subida de 600.000 millones de dólares en poco más de un trimestre.

En el caso de la deuda pública española, la subida del coste medio también es importante, aunque de menor impacto que en la de EE UU. En febrero de 2023, ese coste medio era de 1,77%; en febrero de 2024 ha subido hasta el 2,10% (+0,33).

En volumen, la deuda pública española ha aumentado desde finales de 2022 111.934 millones, hasta llegar a 1.411.127 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 8,61%. En el mismo período, la deuda pública estadounidense ha crecido un 11,8%.

Por tanto, se ve que el endeudamiento público está aumentando en EE UU más rápidamente que en España, lo que contribuye a que el coste medio de la deuda americana resulte bastante más oneroso, ya que ese endeudamiento adicional reciente tan rápido se ha producido con tipos de interés de referencia en el 5,5% (en Europa, el 4,5%).

Que en la comparación España no salga tan mal parada como hubiera podido esperarse no implica que haya que sentirse cómodos: los EE UU emiten su deuda en la moneda que domina la arena mundial mientras que España forma parte de un conglomerado en el que las decisiones finales sobre tipos de interés se toman de manera mancomunada, lo que le permite influir en las decisiones de forma limitada.

La preocupación por el aumento de la deuda es un tema recurrente y cobra su mayor sentido cuando la economía de que se trate está en expansión. A diferencia de lo que afirma algún ministro del Gobierno actual, las épocas de expansión no son en las que uno debe dedicarse a la lucha contra el austericidio, pues eso es empecinarse en luchar propagandísticamente contra enemigos inexistentes. Hablar de austericidio a estas alturas suena completamente extemporáneo. En las épocas de expansión económica, lo que hay que intentar es mantener unas cuentas saneadas e, incluso, dotar un fondo de reserva para cuando vengan mal dadas.

Eso es lo que se hizo muy afortunadamente en España en los años 2001 a 2008, cuando la burbuja inmobiliaria permitió acumular una considerable cantidad en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Ese fondo se fue consumiendo paulatinamente durante los años de la Gran Crisis Financiera y siguientes, dando lugar a situaciones cómicas en las que los partidos mayoritarios se acusaban mutuamente de despilfarro, utilizando, por turno, exactamente el mismo argumentario contra el rival, según que estuviesen en el Gobierno o en la oposición (los whatsapps que circularon contra Rajoy por ese motivo fueron exactamente iguales que los que habían circulado contra Zapatero un par de años antes).

Pero, más allá de la lucha política, que da lugar, como todo el mundo sabe, a interpretar el mismo papel teatral por adversarios que poco antes interpretaban el papel del rival, la inexorabilidad de algunas leyes económicas aconseja siempre lo mismo. Y ahí no hay distinción de colores políticos.

Cuando alguien use el argumento del austericidio, ya se sabe que está tratando engañar a sus oyentes. En España han sido austericidas en algún momento todos los regímenes y todos los partidos políticos.

Con solo irnos 65 años para atrás encontraremos a un Gobierno de Franco aplicando el llamado Plan de Estabilización que consistió en aplicar medidas de choque, unas, y de reforma, otras, que permitieron el despegue del crecimiento económico en España en los 15 años siguientes (lo que entonces, desde la oposición al régimen se llamó, para caricaturizarlo, el desarrollismo).

Con Suárez, los Pactos de la Moncloa venían a ser un plan de estabilización light, que era lo más que las circunstancias tan complicadas de la Transición permitían. Poco después, con la llegada de Felipe González y el PSOE al Gobierno, se aplicó un plan de estabilización tan duro que casi casi dejaba en mantillas, exagerando, lo que está haciendo ahora Javier Milei en la Argentina. El plan Boyer incluyó la devaluación un 8% de la peseta (en su primer Consejo de Ministros), la elevación un 1% del coeficiente de caja de los bancos y cajas de ahorro, revisión de sus coeficientes de inversión obligatorios, un ajuste presupuestario y de contención de rentas, y se culminó, tres años más tarde, con la liquidación de la industria siderúrgica nacional y de buena parte del sector naval.

Llegados a la Gran Crisis Financiera, a Zapatero le tocó efectuar un ajuste ¡oh, austericida! “costara lo que le costara” políticamente, y Rajoy no hizo más que completar ese ajuste en los dos primeros años de su mandato.

Todos han hecho ajustes y todos los tendrán que hacer. Hasta Lenin con su Nueva Política Económica y, mucho después, Deng Xiao Ping para cebar la bomba del crecimiento chino con su “un país, dos sistemas”. Xi Jinping, pronto tendrá que hacerlo, también. Hablar de austericidio hoy es hacer propaganda fake. Mal asunto. Mejor gastar, y hablar, menos, y dotar el fondo de Reserva de la Seguridad Social.

Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero

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