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El Foco
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

China mira a las universidades occidentales

Desde finales del siglo XIX, millones de estudiantes del país se han graduado en centros de formación de otros países. En el caso de Australia, representan el 50% de los alumnos foráneos

educación china
HAO QUNYING (EFE)

Todo el que viaje por Australia, y en especial por Sídney y Melbourne, queda sorprendido por la cantidad de jóvenes de origen chino que copan y circulan por el centro de las dos grandes ciudades. Incluso piensas en algunos momentos que estás en un país asiático. La mayoría son estudiantes universitarios que viajan, de una forma transitoria, con la intención de cursar una licenciatura o máster y regresar a China.

Estos movimientos no son acciones nuevas, las misiones educativas chinas al extranjero comenzaron a finales del siglo XIX. Desde entonces, millones de estudiantes chinos se han graduado en universidades extranjeras. Antes de la pandemia (curso académico 2018-2019), los estudiantes chinos representaban aproximadamente el 40% de los estudiantes internacionales en las universidades australianas, y generaban más de 12.000 millones de dólares australianos anualmente en todo el sector educativo. En la actualidad, representan más del 50% de los estudiantes extranjeros que acuden a Australia.

Las últimas cifras publicadas muestran un gran crecimiento de estudiantes respecto al año anterior y, sobre todo, después de que Australia reabriera sus fronteras a finales del año 2021, una vez finalizadas las restricciones del Covid, llegando a más de 125.000 visas de estudiantes (el 80% representan visas universitarias). Nueva Gales del Sur (Sídney) ha concentrado el 42% de todas las visas de estudiantes australianas otorgadas a estudiantes chinos este año fiscal. Aunque los beneficios económicos de sus exportaciones de educación todavía no se han recuperado respecto al año 2019.

Los cientos de miles de estudiantes, de origen chino, repartidos por el mundo, disponen de varias motivaciones para salir del país, entre las que destacan la ampliación de horizontes internacionales, la calidad de las universidades australianas y la ampliación de su experiencia vital. La llegada de los estudiantes internacionales son un componente crucial del sector de educación superior, ya que generan miles de millones de dólares de ingresos hacia Australia debido a las tarifas que pagan de matrícula y a los gastos derivados del alojamiento y manutención.

Este aparente acuerdo y beneficio mutuo entre ambos países ha soportado varios conflictos diplomáticos de primer nivel en los últimos años. Por ejemplo:

En el año 2020, derivado de la crisis sanitaria del Covid, las tensiones se activaron al acusar Australia a China del origen de la pandemia. El Gobierno chino comenzó a propagar que los campus australianos eran espacios arriesgados e inseguros para los estudiantes e incluso amenazó a Australia con un boicot económico.

En la misma línea, China acusó a Australia del aumento de casos e incidentes de racismo hacia estudiantes chinos. El odio hacia China aumentó en la sociedad.

En el año 2022, varios estudiantes chinos fueron rechazados en la frontera al reconocer que habían recibido un entrenamiento militar universitario, también conocido como juxun.

Ha habido casos de recelos, por parte de China, porque algunos estudiantes chinos no quieren volver a su país tras sus estudios y deciden quedarse en Australia.

Estos hechos han generado transformaciones en los propios campus. El más delicado es la desconfianza que algunos sienten por la situación provocada, lo que aumenta el número de quejas y voces críticas por el alto número de estudiantes de origen chino capaces de causar demasiada influencia. Por ejemplo, en algunas titulaciones, por el alto número de estudiantes, las clases se imparten en el idioma chino o mandarín. Asimismo, se ha dado algún caso en donde ciertos colectivos instan a los estudiantes y al personal académico a denunciar cualquier “interferencia de un Gobierno extranjero” que se observe en el campus. Incluso, en junio de 2021, un informe de Human Rights Watch Australia declaró que “el Gobierno chino mantiene vigilancia de los estudiantes de China continental y de Hong Kong en las universidades australianas que sufren acoso e intimidación directa por parte de sus compañeros de clase chinos”.

Estos acontecimientos sorprenden, ya que las relaciones entre Australia y China son de colosales beneficios económicos y humanos para ambas partes.

Coincidiendo con el fin de la pandemia y con el cambio de Gobierno australiano en mayo de 2022, las tiranteces parece que se han mitigado,y se han relajado las medidas postcovid a más de 80.000 estudiantes chinos. Incluso para los nuevos estudiantes, Australia ha comenzado a usar el sistema chino de evaluación, el Gaokao, el Examen Nacional de Ingreso a la Universidad (NCEE) de China, en sus formularios de solicitud. Asímismo, el primer ministro ha viajado a Pekín para consolidar las relaciones entre ambos países y ha defendido que la educación es una parte central de la política exterior de Australia.

Ahora bien, estos años de tensiones mutuas arrojan varios desafíos a corto plazo en las universidades australianas; por ejemplo: la eliminación de los comentarios anti China, la discriminación académica que han podido padecer algunos estudiantes o el resurgimiento de una posible influencia de estudiantes chinos sobre otros compatriotas. En el largo plazo, los estudiantes internacionales chinos son clave para las futuras relaciones entre Australia y China. Estos jóvenes traen sus perspectivas, experiencias y tradiciones únicas a Australia, lo que puede ayudar a romper con los estereotipos, promover el respeto mutuo y enriquecer aún más el multiculturalismo de Australia. Por otro lado, pueden compartir sus experiencias con redes de su país, y dar forma a opiniones y percepciones de Australia en China.

Por lo tanto, cuanto más estudiantes internacionales, de origen chino en este caso, en los campus australianos, los lazos interpersonales entre los dos países se consolidarán aún más en el período pospandémico.

Juan José Prieto es profesor de la Universidad Complutense de Madrid

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