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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El futuro energético en España será el autoconsumo fotovoltaico

Es momento de realizar reformas profundas en el sistema eléctrico, para conseguir ese segundo impulso que necesita el sector antes que el mercado se ralentice

Puesta en marcha de una instalación fotovoltaica
Europa Press (Europa Press)

La energía solar es una energía renovable, como tal, es limpia, no emite CO2, ni otros gases de efecto invernadero y es inagotable. En estos momentos y tras muchos años donde el desarrollo industrial y el progreso económico, se basaron en la quema de combustibles fósiles, el mundo obligado por el cambio climático, está virando a una economía baja en carbono y gases de efecto invernadero.

Este movimiento social ha calado profundamente en Europa y en la UE queremos liderar esta transición energética, por lo que nos hemos puesto unos objetivos de descarbonización muy ambiciosos. En España, qué por su gran recurso eólico y solar tiene una situación envidiable, queremos luchar por ser los primeros de la clase. Las empresas se han hecho eco de esta demanda social y están implementando importantes planes de descarbonización.

Tan importante como la demanda social, ha sido la impresionante mejora tecnológica y el abaratamiento de costes de la energía fotovoltaica, que ha permitido, que hoy en día, en un país como España, con el recurso solar que tenemos, la energía solar sea la forma más barata de producir energía. Hoy en día una instalación solar cuesta 20 veces menos que hace 18 años, y las placas solares, su principal componente, 30 veces menos. Unas placas que además generan más energía por m², ya que tienen mayor rendimiento. Creo que este desarrollo tecnológico se estudiará en las universidades en unos años.

Además del coste, otra de las características diferenciales de la energía solar fotovoltaica es la versatilidad y modularidad de esta, que nos permite desarrollar e implementar desde grandes parques solares generadores de energía, hasta instalaciones de autoconsumo; residencial, comercial, industrial, balsas flotante y agrovoltaica, entre otras. Esta última modalidad de instalaciones se basa en utilizar el mismo terreno para una explotación agrícola y producción de energía fotovoltaica. En ese sentido, el autoconsumo y la generación distribuida tienen unas ventajas que tenemos que aprovechar; al poder instalarse cerca de los puntos de consumo (industrias, viviendas, centros comerciales…) se minimiza la inversión en redes de distribución y transporte, disminuyendo las pérdidas en las redes y ocupando los espacios ya antropizados, como son techos, cubiertas y aparcamientos. De esta manera no tienen ni impacto ambiental, ni paisajístico, ni visual.

El autoconsumo también tiene la ventaja de impulsar el empleo local de calidad, ya que permite entrar a empresas más pequeñas en este sector energético. Un sector históricamente dominado por pocas empresas en una suerte de oligopolio, por lo que va en la dirección de la democratización de la energía, permitiendo ser a la vez consumidor y productor, es decir, se establece la figura de prosumidor, además de crear nuevas formas de negocio.

El año 2022 fue el mejor año para la energía fotovoltaica en España con 7.208 MW instalados, y el mejor año para el autoconsumo con 2.507 MW instalados, lo que hace un acumulado de 5.249 MW.

Sin embargo, en España, estamos lejos de la proporción de potencia instalada de autoconsumo, respecto a la potencia total de energía fotovoltaica instalada. Mientras la media del mundo es del 48% de la potencia de autoconsumo respecto al total instalado, en España estamos en solo en un 20,9%, por lo que nos queda mucho camino por recorrer.

No podemos quedarnos dormidos en la complacencia, para poder llegar a los 19.000 MW de potencia de autoconsumo contemplada en el borrador del Pniec, tenemos que hacer reformas y modificaciones para levantar las numerosas barreras técnicas y administrativas existentes hoy en día. No tiene sentido que las instalaciones de autoconsumo con excedentes tengan que luchar con los parques solares de generación por la capacidad de acceso a las redes, que además queda congelada por la solicitud de las plantas de generación durante todos los años de su tramitación. La consecuencia es que la gran mayoría de las instalaciones de autoconsumo no puedan verter los excedentes de energía, producidos y no autoconsumidos, a la red, perdiendo de esta manera energía renovable, en consecuencia, ¡estamos tirando energía renovable todos los días!

Este problema de acceso y conexión impide, de facto, que se desarrollen las Comunidades Energéticas Industriales y el autoconsumo colectivo, nuevas figuras jurídicas que quieren implicar a la sociedad en la transición energética y que ya se están implementando en Europa. En consecuencia, hay que modificar la norma de acceso y conexión de instalaciones de autoconsumo con excedentes de energía, ya que no tiene ningún sentido técnico, ni económico, ni social, las restricciones actuales. Por otra parte, pese algunas mejoras que se han ido implementando en la tramitación, la normativa eléctrica sigue siendo complicada y tediosa, e interpretada de manera diferente por cada CCAA. En consecuencia, hay mucho margen de mejora en la simplificación administrativa necesaria para avanzar con paso firme en la transición energética.

Otra mejora necesaria es la digitalización de la red, para optimizar su funcionamiento con la generación distribuida y poder aprovechar la gestionabilidad que nos va a aportar el almacenamiento y la implantación del vehículo eléctrico.

En definitiva, estamos contentos con el camino recorrido, pero es momento de realizar reformas profundas en el sistema eléctrico, para conseguir ese segundo impulso que necesita el autoconsumo antes que el mercado se ralentice.

César Gimeno son fundador y director general de IASOL

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