El mar, un poderoso motor de innovación y desarrollo
Los sectores más tradicionales de la economía azul europea proporcionan 4,5 millones de empleos directos. Junto a ellos están surgiendo otros con gran futuro
Concluye la 28ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, COP28 Dubái. La más multitudinaria de la historia, con casi 100.000 participantes acreditados, más del doble que la celebrada el año pasado en Egipto. Entre los participantes, se estima que 1 de cada 30 está vinculado a algún grupo de presión de los combustibles fósiles. A pesar de ello, esta cumbre ha abierto nuevos caminos al incluir un lenguaje avanzado sobre la eliminación gradual de los combustibles fósiles, un nuevo objetivo para impulsar las energías renovables y ha prestado más atención a los océanos por su papel esencial en la mitigación y adaptación al cambio climático.
Es evidente que no podemos cumplir con el objetivo de 1,5 °C del Acuerdo de París sin dirigir nuestra mirada hacia el mar. Nuestros mares y océanos no solo impulsan la innovación y el desarrollo, sino que también se erigen como un aliado crucial frente el cambio climático. El medio marino, que cubre más del 70% de la superficie de la tierra, desempeña un papel vital para satisfacer nuestras necesidades más básicas. Actúa como principal regulador del clima, absorbe alrededor de 15 gigatoneladas de CO₂ al año, alberga más del 80% de toda la vida del planeta, produce más de la mitad del oxígeno que respiramos, nos aporta alimentos y nos ofrece una gran variedad de servicios ecosistémicos.
La base total de activos del océano se ha valorado en 24 billones de dólares, y el producto marino bruto anual, equivalente al PIB anual de un país, es de entre tres y seis billones de dólares, lo que lo convertiría en la séptima economía más grande del mundo y en miembro del G7.
A pesar de su importancia, el objetivo de desarrollo sostenible 14, enfocado en la vida bajo el agua, es el menos financiado de todos a nivel global. Entre 2013 y 2018, solo el 1,6% de la ayuda al desarrollo, aproximadamente 2,9 billones de dólares anuales, se destinó a la economía azul. Una cifra significativamente insuficiente, ya que estimaciones recientes sugieren que se requieren 175 billones de dólares al año para alcanzar el objetivo 14 en 2030.
Paralelamente, se estima que si invertimos 2,8 billones de dólares en cuatro soluciones basadas en los océanos –conservación y restauración de ecosistemas costeros, descarbonización del transporte marítimo, alimentos azules sostenibles y energía eólica marina– reportarían unos beneficios netos de 15,5 billones de dólares en 2050 y, además, favorecerían sustancialmente la mitigación del cambio climático.
El mundo es cada vez más costero. La mayor parte de la población mundial vive en las zonas próximas del mar y esto, por supuesto, también ocurre en España. A pesar de que las áreas costeras representan solo el 8,6% del territorio español, albergan casi el 40% de la población censada. A medida que los riesgos climáticos aumentan, también lo hacen las amenazas para las personas que viven en las zonas próximas al mar, cerca de 19 millones de personas en España. En esta línea, durante la COP28, se ha presentado la Alianza Climática de Resiliencia Oceánica. Un esfuerzo de financiación global que invertirá fondos en soluciones climáticas basadas en los océanos. Asimismo, la estrategia de justicia oceánica de EE UU, presentada el 8 de diciembre, es una iniciativa innovadora, que sirve de marco fundamental, detallando metas y objetivos concretos en todo el gobierno federal, y en coordinación con todas las entidades implicadas en las distintas escalas de gestión pública, destinados a la justicia oceánica y a las comunidades costeras del país.
La Unión Europea aspira a convertirse en la primera región climáticamente neutra del mundo y la economía azul contribuirá en gran medida. Una economía azul sostenible puede ayudar a potenciar la transformación de nuestra economía en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva en la que se eliminen gradualmente las emisiones netas de gases de efecto invernadero y se proteja el capital natural.
Los sectores más tradicionales de la economía azul europea proporcionan 4,5 millones de empleos directos. La economía azul abarca todas las actividades económicas sectoriales e intersectoriales basadas en los océanos, las costas y los mares o relacionadas con ellos, tanto los basados en el medio marino (por ejemplo, transporte marítimo, pesca y generación de energía) como los basados en tierra (por ejemplo, Industria portuaria y logística, industria naval, acuicultura, turismo costero, desalinización y empresas transformadoras y comercializadoras de alimentos azules). Junto a los sectores más tradicionales, están surgiendo y evolucionando sectores innovadores, como los relacionados con la energía, la bioeconomía azul, la biotecnología y nuevos materiales y alimentos.
España, líder en muchos sectores económicos de la economía azul, alberga un potente sector naval de referencia internacional, liderado por Navantia y Pymar, un robusto sector pesquero y acuícola líder en Europa y una de las industrias turísticas costeras más potentes del mundo, con importantes repercusiones en la economía nacional.
La salud de nuestros mares, océanos, masas de agua y costas es crucial. Durante el Blue Zone Forum, celebrado en Cádiz a finales de noviembre, los embajadores del pacto climático europeo se reunieron para presentar una declaración destinada a promover una economía azul sostenible.
Impulsar una economía azul sostenible no solo favorece un futuro próspero y saludable, sino que también fomenta una conexión más profunda con la naturaleza y con nuestro entorno. Garantiza la seguridad alimentaria y la independencia energética, fortalece y moderniza la economía nacional, incrementa la resiliencia de las comunidades costeras y enfrenta con determinación el cambio climático.
María Gálvez del Castillo Luna es oceanógrafa y ambientóloga, fundadora y CEO de Smart Blue Lab y Embajadora del Pacto Climático Europeo.
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