La ‘silver economy’ y la revolución del envejecimiento saludable
Es probable que pronto se viva un ‘momento iPhone’ en la medicina contra el declive de la edad, y eso traerá retos y oportunidades
Como si la de la inteligencia artificial no fuera poco, estamos a punto de vivir otra revolución, seguramente muy ligada a esta. Los avances científicos auguran aumentos en la esperanza de vida y mejoras en la calidad de esta: vamos a vivir más y con más años de salud y, los que hoy estamos vivos, lo vamos a ver.
La lista de descubrimientos científicos y desarrollo de terapias aplicadas empieza a dar vértigo. Uno de los más prometedores campos se basa en la explotación de los trabajos por los que John Gurdon y Sinya Yamanaka ganaron el premio Nobel en 2012 (la reprogramación de células adultas) con científicos de renombre como el biólogo David Sinclair, de la Universidad de Harvard, al frente de su desarrollo. Pero este es solo la punta de lanza de un área de investigación en la que se están volcando cantidades masivas de dinero. Sirva como ejemplo el caso Altos Labs, con un capital inicial de 3.000 millones de dólares en este campo de investigación, con dinero de multimillonarios del sector tecnológico y la participación de científicos españoles del nivel de Juan Carlos Izpisúa y Manuel Serrano (el propio Yamanaka también está en el equipo).
Lejos de pretender predecir hasta dónde puede llegar esa combinación de mentes brillantes, dinero y tecnología, el sentido común nos dice que algo con un impacto significativo está pasando y que, como decíamos, vamos a vivir más tiempo y con mayor calidad de vida.
¿Y ante todo esto, dónde estamos como sociedad y economía? El debate está hoy centrado en los cambios en la pirámide poblacional, con una sociedad envejecida (quizás deberíamos empezar a hablar de edad avanzada, diferenciando edad biológica y vejez de edad cronológica).
Se debate mucho sobre el impacto que esto tiene sobre las pensiones, el sistema sanitario y, por tanto, sobre la carga impositiva (en forma de cotizaciones sociales o impuestos). Se habla de subidas en las cotizaciones sociales (destope es el eufemismo), de retrasos en la edad de jubilación y de cambio en las fórmulas de cálculo de las pensiones.
Y, finalmente, no se acomete un debate incómodo que podría resumirles con la siguiente cuestión: ¿es coherente retrasar la edad de jubilación a la vez que los mayores de 50 son relegados en el mercado laboral? A todo esto, déjenme que les diga que he contratado recientemente a varios profesionales de esa edad y estoy en situación de recomendarles que lo hagan si tienen la oportunidad. La experiencia se une a la energía que antes no tenían las personas de ese rango de edad.
¿Qué retos nos impone este escenario, en mi opinión? Como individuos, tenemos que empezar a planificar nuestro ahorro, nuestra salud y nuestra empleabilidad a la vez que disfrutamos de la vida y de nuestros allegados. Sobre lo último poco puedo añadir, pero les aseguro que el ahorro previsional a largo plazo (el que cada uno se pueda permitir), la gestión de la salud como un activo a cuidar y el aprendizaje continuo que nos permita contribuir con nuestro trabajo o nuestras ideas son capitales en este escenario.
Mucho se ha hablado de las oportunidades que surgen de la silver economy, casi siempre asociándolas al cuidado de ancianos, servicios de asistencia sanitaria a domicilio, servicios de dependencia para personas de edades avanzadas… Es incuestionable que tarde o temprano todos estaremos en situación de necesitarlos, pero quiero llamar la atención sobre las oportunidades que surgen alrededor de las personas que empezamos a entender que nuestra esperanza de vida puede ser mayor de la que pensábamos si gestionamos nuestra salud, que probablemente trabajaremos hasta que tengamos muchos años (por voluntad propia en muchos casos), y que no hay Estado que pueda soportar un sistema público de pensiones con los actuales parámetros si la esperanza de vida aumenta significativamente. Y esto último no es una declaración ideológica.
Las oportunidades empresariales de la nueva silver economy van a estar en torno a esos retos. Adicionalmente a las ya conocidas en torno al envejecimiento poblacional, van surgiendo otras oportunidades relacionadas con los nuevos jóvenes de edad avanzada (evito de forma deliberada el término seniors).
¿En qué se concretan estas oportunidades? Pues en torno a proveer servicios que respondan a los tres retos: estructurar fórmulas que incentiven el ahorro/inversión de amplias capas de la población, democratizar y promover el acceso a los hábitos de vida y a las terapias que permitan vivir más y mejor, y proveer servicios que ayuden a los profesionales a reinventarse y a contribuir a la sociedad.
La aparición de Chat GPT hace unos meses se ha calificado como el momento iPhone de la inteligencia artificial. El momento icónico en el que una idea genial (en realidad un esfuerzo ingente y grandes apuestas) cristaliza en algo tangible y el mundo cambia. Es probable que vivamos un momento como ese en la medicina del antienvejecimiento pronto, y eso va a plantear retos y oportunidades. Las mentes más brillantes de este campo así lo piensan:
“El envejecimiento no es un proceso irreversible. Podemos frenarlo si atacamos las causas subyacentes, que creo que son los genes y las proteínas que controlan nuestros relojes biológicos”: David Sinclair, 2019.
“La medicina regenerativa no solo alargará nuestra vida, sino que la hará más saludable”: Juan Carlos Izpisúa, 2020.
“El futuro de la medicina antienvejecimiento es brillante. Estamos en el umbral de una nueva era en la que podremos prevenir y tratar enfermedades relacionadas con la edad de formas que nunca imaginamos”: Manuel Serrano, 2020.
Josep Celaya es subdirector general de Nationale-Nederlanden y profesor del Instituto de Empresa
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