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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La influencia de los ciclos económicos en el gobierno de la empresa

Las compañías que sean capaces de entender los ciclos podrán beneficiarse de hojas de ruta más estables, y una mejor planificación y anticipación

Reunión de trabajo en una empresa.
Reunión de trabajo en una empresa.Getty Images

Los ciclos económicos son periodos que empiezan con crecimiento, luego les sigue un estancamiento y acaban en recesión. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se pueden contar unos once ciclos económicos con una media de siete años cada uno. Tras la caída de Lehman Brothers vivimos un uno de los más largos, con diez años de crecimiento entre 2010 y 2020 y la posterior caída consecuencia del impacto económico de la pandemia. A finales de ese año comienza la recuperación y el ciclo económico en el que estamos actualmente. Si creemos en las estadísticas, este ciclo debería alargarse hasta el final de 2026 o inicios de 2027.

Ahora encontramos algunas diferencias en comparación con los ciclos anteriores. La principal es la intensidad de las políticas monetarias y fiscales mundiales expansionistas que han dado soporte a la economía en este periodo. Estas generaron grandes ventanas de liquidez y de subsidio económico a las familias cuando la economía se paró como consecuencia de la pandemia; y es cierto que llevaron también a la creación de la deuda más grande de la historia en un periodo muy corto de tiempo.

No sería de extrañar que la deuda se convierta en el detonante de la próxima crisis en unos años. Esta inmensa inyección de dinero facilitó por una parte la rápida recuperación, pero por otra provocó el sobrecalentamiento de la demanda mundial con un consumo disparado en los hogares; primero, en forma de compra de bienes, especialmente los duraderos en una época en que los servicios como la hostelería estaban cerrados; segundo, en forma de demanda de servicios (restauración, viajes, hoteles) una vez la actividad económica se reemprendió con la eliminación de las restricciones. A ello se unió la falta de oferta, que no permitió a las empresas producir todo aquello que los consumidores querían comprar.

El Covid-19 fue un cisne negro que no esperábamos y aún menos la cuantía de las políticas fiscales y monetarias. Las empresas se encontraron con sobredemanda cuando esperaban una crisis. La logística mundial no estaba preparada para servir las ingentes cantidades de productos duraderos que se compraron para mejorar casas y apartamentos. Los desajustes entre oferta y demanda llevaron a la inflación a niveles inusitados y a los bancos centrales a subir tipos. Y, además, la guerra entre Ucrania y Rusia generó fuertes tensiones adicionales en el precio de la energía y alimentos dada la importancia de estos países como productores.

El ciclo actual no se terminará ahora con la subida de tipos, ni con la inversión de la curva que muestra unos tipos a largo plazo menores a los tipos a corto. Históricamente ha habido recesión cada vez que estas variables han coincidido. Esta vez la fuerza de la demanda interna provocada por las políticas expansionistas será suficiente para aguantar el chaparrón. El año que viene, con la bajada de la inflación, debería empezarse a revertir la subida de tipos, lo que dará oxígeno a gobiernos, empresas y familias en el pago de los intereses de la deuda. Y eso permitirá la continuación del ciclo económico expansivo por unos años, tal como decíamos anteriormente.

Entender el ciclo económico y en qué momento de él nos encontramos ayuda a ejecutivos y consejos de administración a aumentar la efectividad del proceso de toma de decisiones. Sin embargo, no impactan a todos los sectores de la economía de la misma manera. Por ello, ejecutivos y consejeros deben tener también una visión sobre la situación del ciclo empresarial del sector en el que compiten. Los ciclos empresariales se parecen a los económicos, pero son sectoriales y en ocasiones están muy ligados a ellos, aunque en otros no. Por ejemplo, las empresas del sector de la energía o las materias primas acostumbran a seguir el ciclo. En estos sectores los precios caen fuertemente cuando la demanda baja con la crisis y suben cuando se recupera.

Otros sectores, sin embargo, son más resilientes a estos ciclos económicos, por ejemplo los servicios y productos ligados a la salud. Un buen ejemplo es el sector farmacéutico, que está más ligado a tendencias de largo plazo como el crecimiento de la población y el envejecimiento, y también a nuevas soluciones curativas; lo hemos visto en el caso de las vacunas contra el Covid-19. Sectores tecnológicos como la nube (cloud) en los últimos años y la inteligencia artificial en los próximos son innovaciones comparables con la aparición de la luz o de internet y generan nuevos sectores y nuevos negocios con crecimientos independientes al ciclo. En cualquier caso, entender cómo funcionan los ciclos económicos es vital para que un empresario o directivo pueda tomar las decisiones adecuadas a la hora de actuar, invertir o esperar.

Actualmente no hay una crisis real: el empleo continúa creciendo y muchos países tienen récord de empleados y de cotizaciones a la seguridad social. Se trata de un periodo de ajuste con un crecimiento que durará todavía dos o tres años más; un ciclo económico que terminará hacia finales de 2026. Y los ejecutivos deben incorporar esa visión económica en sus planes plurianuales, pero a la vez deben asumir que el mundo ha dejado de ser predecible, los black swans existen. Por ello deben generar estrategias basadas en las ventajas competitivas de la empresa y tener la habilidad y agilidad para cambiar de rumbo cuando sea necesario. Sea como sea, una de las maneras de reducir el impacto de los ciclos económicos es generar estrategias de alto crecimiento maximizando las palancas a nivel de producto (entrando en nuevos sectores, innovando o comprando empresas con tecnologías nuevas), de crecimiento geográfico y de canal de distribución. Diversificar la inversión en nuevos productos o nuevas regiones geográficas genera múltiples opciones y la posibilidad de adaptar decisiones en función de los ciclos. Por ello las organizaciones serán cada vez más flexibles y líquidas.

Pero además de la macroeconomía (los ciclos) y de la microeconomía (los sectores empresariales), las empresas se ven influidas cada vez más por las decisiones políticas y la geopolítica. Apple, por ejemplo, ha decidido diversificar su producción en India para limitar su dependencia de China. De esta forma reduce el riesgo de posibles decisiones de política comercial internacional que reduzcan su capacidad de exportar productos fabricados en China a otros países como los Estados Unidos. La situación geopolítica actual va a generar cambios en las políticas de producción, con cadenas de suministro globales que van a convertirse en regionales. Y en las próximas décadas las nuevas inversiones productivas van a realizarse mucho más cerca del consumidor final. Así, se va a cambiar la tendencia de cadenas globales alejadas del consumidor. Este cambio generará costes mayores de producción, pero también mejoras de transporte y una menor contaminación por el uso de la logística internacional, barcos en su mayoría.

Por todo ello, las próximas décadas serán de transformación, de muchas decisiones en las que las emociones jugarán, como siempre, un papel importante. Los cambios vienen siempre en momentos difíciles para las empresas, las transformaciones nunca se preparan con tiempo y por ello el estrés y las emociones formarán cada vez más parte de este mundo de guerra y estrés constante en el que vivimos. Las empresas que sean capaces de entender los ciclos podrán beneficiarse de hojas de ruta más estables, y una mejor planificación y anticipación.

Planificar la transformación con tiempo tiene muchos beneficios, entre otros hacer un buen uso la secuencia, el tiempo y el ritmo de los cambios: cuáles hacer primero, cuándo y durante cuánto tiempo. Parece fácil pero no lo es y además el ciclo siempre termina por complicarlo. Transformación y ciclo se han convertido ya en lo nuevos retos para el gobierno de la empresa.

David Cabero es director general para Europa de Grupo BIC y experto en la toma de decisiones

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