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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Cuál es el futuro del hidrógeno y quién se beneficiará de él?

Este mercado podría despegar en los próximos dos o tres años gracias, en principio, a las subvenciones

Planta de Iberdrola de hidrógeno verde
Planta de Iberdrola de hidrógeno verdeNACHO MARTIN (NACHO MARTIN)

Actualmente se utilizan en todo el mundo unas 90 millones de toneladas de hidrógeno al año. Sin embargo, se prevé que su demanda se dispare. Aupada por las promesas de los Gobiernos, se espera que alcance las 250 millones de toneladas anuales en 2051. Esto supondría unos ingresos en el mercado de unos 800.000 millones de dólares al año.

El hidrógeno es una fuente de energía bastante flexible. Puede proporcionar electricidad y también funcionar como combustible para el transporte terrestre, la aviación, el suministro de calor, energía a largo plazo, así como materia prima química para procesos industriales. Además, puede almacenarse en forma gaseosa o líquida y convertirse en otros combustibles sintéticos.

Esta flexibilidad del hidrógeno le ha valido el apodo de la navaja suiza de la transición energética. No obstante, a pesar de ella, el hecho de que pueda utilizarse en muchos lugares diferentes no significa que sea necesariamente la mejor opción para todos los fines.

Cada año se producen en el mundo unas 90 millones de toneladas métricas de hidrógeno. Este gas se presenta en muchos colores diferentes, pero los principales son el gris, el azul y el verde. Sin embargo, la inmensa mayoría es gris. El hidrógeno gris o marrón es el método tradicional de producción de hidrógeno y se obtiene haciendo reaccionar vapor con metano y gas natural, lo que conlleva emisiones importantes de CO2 en ese proceso.

En cuanto al uso de este gas para descarbonizar algunos sectores, lo más obvio sería utilizar hidrógeno azul o verde donde ya se utiliza como combustible. Por ejemplo, en la industria petroquímica no supondría ningún riesgo adicional la manipulación de este gas, puesto que estas plantas ya están acostumbradas a trabajar con hidrógeno. Respecto a las aplicaciones futuras, la aviación y el transporte marítimo son sectores muy interesantes, en los que la densidad energética de este gas lo convierte en un sustituto plausible de los combustibles fósiles. Estos sectores representan aproximadamente el 4,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y, para alcanzar el cero neto, hay que encontrarles una alternativa más limpia y de alta densidad energética.

Se espera que los actuales productores de combustibles fósiles desempeñen un papel importante en la sustitución del hidrógeno marrón que utilizan por el verde o azul. Las grandes petroleras y gasísticas utilizan el gris en las refinerías, y se considera un lugar obvio para empezar esa conversión al hidrógeno verde o azul.

En términos más generales, las petroleras están interesadas en este campo por dos razones fundamentales: algunas de estas aplicaciones pueden aumentar potencialmente la longevidad de sus activos y se espera que el hidrógeno se convierta en una parte fundamental del sector energético del futuro, por lo que querrán formar parte del cambio.

Sin embargo, hay mayor escepticismo con respecto a su implantación en la calefacción doméstica y en los vehículos. La electrificación mediante bombas de calor es probablemente una solución más eficiente y rentable para la calefacción de los hogares, aunque, por supuesto, la eficiencia térmica de los edificios deberá mejorarse sustancialmente. En cuanto a su uso en los coches y otros tipos de vehículos de carretera, los vehículos eléctricos cuentan con ventaja. De hecho, muchos hogares ya tienen conexiones eléctricas para alimentar las baterías de iones de litio, aunque es un reto garantizar que los electrones de la red sean lo suficientemente verdes.

También se observa que es sencillamente ineficaz tomar electricidad verde y utilizarla para producir hidrógeno del mismo color, transportarlo y luego utilizarlo para alimentar el vehículo. Es más fácil dejar que los electrones verdes fluyan directamente a las baterías del vehículo.

Una cantidad significativa de las inversiones se canaliza hacia el amoníaco limpio, el metanol y otros combustibles sintéticos. Esto se debe en parte a los pioneros, por ejemplo, en el sector naviero, que han dado pasos importantes y han firmado acuerdos de compra a pesar de no haber subvenciones, aunque bien es cierto que se están empezando a implantar en Reino Unido, la UE, Estados Unidos y otros lugares del mundo. Tan pronto como estas ayudas se hayan puesto en marcha, las inversiones se verán impulsadas de manera significativa, ampliando las aplicaciones finales a las que se dirigen.

Dado que se trata de un sector potencialmente tan amplio, la mayoría de los países están muy interesados en ser los futuros ganadores en este ámbito. Además, varios países industrializados han formulado ambiciosas estrategias nacionales de hidrógeno que dependen en gran medida de la importación del hidrógeno verde de otras naciones, incluidos países ricos en energías renovables, como Namibia, por ejemplo. También se espera que la India compita duramente y, por supuesto, Estados Unidos con su poderío fiscal. Además, China ya tiene una posición dominante en el mercado, tras haber invertido enormes cantidades en electrolizadores, vitales para la producción ecológica de hidrógeno.

Gracias al hidrógeno y sus derivados, el camino hacia la descarbonización de algunos sectores altamente contaminantes ahora es creíble, por lo que se espera que este mercado despegue realmente en los próximos dos o tres años, gracias, en principio, a las subvenciones. No obstante, se estima que al final de la década su precio haya bajado lo suficiente como para que las subvenciones desempeñen un papel menos destacado. De hecho, en la próxima década podríamos estar hablando de paridad de precios.

Kristian Hoeg Madsen es codirector de inversiones en hidrógeno de Schroders Greencoat

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