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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nuevos cerebros para Alemania: especialistas, sí; irregulares, no

Berlín copia el exitoso modelo estadounidense e introduce un sistema por puntos para atraer a profesionales con experiencia de todo el mundo. El Gobierno necesita dos millones de expertos

Olaf Scholz
El canciller alemán, Olaf Scholz.ANNEGRET HILSE (REUTERS)

Nuevos cerebros para Alemania. Berlín copia a Canadá, Australia y Nueva Zelanda, introduciendo un sistema por puntos para atraer expertos con experiencia de todo el mundo. Los especialistas cualificados procedentes de Asia, África y Latinoamérica emigran a EE UU y a Canadá; pero no a Alemania. Con una reformada Blue Card y una nueva Opportunity Card (un catálogo de criterios o puntos similar al canadiense), el Gobierno da un golpe de timón y espera encontrar así al personal que necesita: le faltan dos millones de especialistas.

Es uno de los mayores problemas de la economía alemana: falta gente cualificada. Dos millones. Tantos como nunca, según datos del Instituto de investigación laboral de Nuremberg. Un déficit que está estrangulando a la primera potencia económica europea y que pone en riesgo su bienestar y el cambio estructural de su economía. Sobre todo en el sector de la educación, del sanitario y del trabajo social. Pero también en todo tipo de oficios y en la rama informática. Para satisfacer esa demanda laboral se necesitarían 400.000 trabajadores más cada año. El Gobierno ha decidido intervenir “para garantizar el bienestar de Alemania”, en palabras de la ministra de Interior, Nancy Faeser. Eso sí, irregulares, fuera. El objetivo es satisfacer la demanda de especialistas, ampliando las posibilidades de acceso regular, y expulsar a los refugiados sin derecho a asilo y al colectivo sin papeles. Alemania quiere atraer a los mejores especialistas del extranjero y, paralelamente, mejorar las posibilidades de su población sin trabajo, introduciendo cambios para promocionar la formación y el reciclaje profesional. Quienes pierdan su trabajo accederán a programas para cualificarse, también los chicos que no encuentran puestos de trabajo en los que seguir estudios de FP duales. El mensaje del Gobierno: los alemanes, primero. Una política estratégica adaptada a las necesidades económicas y a la realidad política, muy afectada por el auge de la extrema derecha (AfD) que argumenta que los extranjeros quitan trabajo. En Alemania viven 12,3 millones de nacionalidad extranjera, de un total de 84,4 millones de habitantes. Y el porcentaje de población extranjera va a crecer; lo que tendrá consecuencias demográficas porque la estructura de edad entre los extranjeros es muy diferente a la germana. Uno de cada tres alemanes tiene más de 59 años, frente al 12,4% entre la población extranjera.

Una nueva ley para atraer personal cualificado deberá sacar las castañas del fuego en el actual mercado laboral. Alemania necesita trabajadores extranjeros. Es la última baza para atajar el déficit de mano de obra cualificada. Hasta 2035 se necesitarán hasta siete millones de especialistas más de los que habrá a disposición en Alemania, según el ministro de Trabajo, Hubertus Heil. Parte de la solución será movilizar a las madres jóvenes que no trabajan por no disponer de infraestructura preescolar. Pero sin emigrantes no se saldrá del bache. Con la reforma, el Gobierno espera atraer a 75.000 personas más de las que ya llegan anualmente.

Se trata de un nuevo derecho de inmigración. Aprobado por el Parlamento a finales de junio, Alemania contará con una de las leyes de inmigración más modernas del mundo, según la jefa del grupo parlamentario socialdemócrata Katja Mast. Berlín reforma así el derecho de inmigración a trabajadores cualificados procedentes de Estados de fuera de la UE. El objetivo del tripartito gubernamental, formado por socialdemócratas, Los Verdes, y los liberales, es superar el déficit de especialistas. Durante los últimos 20 años se ha ido ampliando sucesivamente el acceso de los cualificados al mercado laboral germano, pero la situación sigue siendo crítica. Se tienen pocos hijos. Desde hace años, fallece más gente de la que nace. Y los baby boomers se jubilan. En 2021 llegaron 40.000 personas para trabajar procedentes de países de fuera de la UE. En 2019, antes de la epidemia, vinieron 64.000.

El giro del Gobierno se centra en dos pilares: la nueva ley facilita el proceso de convalidación y reconocimiento de los títulos formativos y profesionales extranjeros. Alemania reconocerá los títulos oficiales obtenidos en el extranjero a quienes busquen trabajo en Alemania. También introduce un sistema de selección por puntos para facilitar el acceso al mercado laboral a quienes estén bien formados y certifiquen su experiencia laboral. Se facilita la posibilidad de que los profesionales se traigan a sus familias. Y se modifica la condición del sueldo mínimo que deberá percibir el trabajador a 3.650 euros brutos mensuales para aceptar la entrada del candidato extranjero. Se hace teniendo en cuenta que no solo se necesitan cerebros altamente remunerados, sino personal en el sector de la construcción como electricistas, fontaneros, y técnicos de la calefacción. 236.818 puestos de trabajo siguen ahí sin ocupar.

También cambia la política respecto a los solicitantes de asilo que están en Alemania, pero les ha sido denegada durante este año su petición. Podrán quedarse y no se les expulsará si están cualificados y encuentran trabajo. Por otro lado, se restringirá el flujo de emigrantes irregulares. Los socialdemócratas lo tienen claro: “se trata de operar razonablemente”, destaca el ministro Hubertus Heil. En el mismo sentido se expresa el liberal Joachim Stamp, quien está negociando la expulsión de solicitantes de asilo (a los que no se les ha reconocido el derecho de acogida) con los países de origen de los inmigrantes. En 2022 entraron casi 1,5 millones de personas más en Alemania de las que salieron. La razón fue la guerra en Ucrania.

No obstante, la política no puede imponer por ley la actitud hacia el extranjero, advierte Benedikt Peters, del diario Süddeutsche Zeitung. El auge del partido AfD, que registran los análisis demoscópicos, preocupa porque va en contra de la estrategia del Gobierno para atraer cerebros hacia un país en el que los extranjeros se quejan habitualmente de las dificultades para encontrar viviendas de alquiler y entrar en círculos de amigos. Les resulta difícil entender la burocracia alemana. Y el idioma es una barrera. También la oposición democristiana avisa de que la reforma podría atraer a personal poco cualificado y que facilitará a los sin papeles quedarse en Alemania. La extrema derecha no reconoce que Alemania necesite mano de obra extranjera. “El mundo entero entra en Alemania y nadie sale”, argumenta AfD. Por su parte, La Izquierda critica que Berlín haya aprobado una política emigratoria clasista.

Lidia Conde es periodista y analista de economía alemana

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