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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El PIB sortea la tormenta, pero afronta vientos de cara

Pese a que el pico de inflación parezca haber quedado atrás, las perspectivas sobre la actividad son tibias

CINCO DÍAS
Turismo
Alejandro García (EFE)

Las vibraciones de los tres años de shocks económicos aún condicionan las cifras macroeconómicas. El 4,2% interanual que crece la economía española refleja una coyuntura mucho más benigna de la actual; de hecho es el punto más alto (segunda mitad de 2015)en el ciclo expansivo que arrancó tras la gran crisis y concluyó abruptamente con la pandemia. El INE, por su parte, ha tenido que revisar repetidamente los datos: en abril revisó los de todo 2022 y en junio ha vuelto a revisar al alza las cifras de la segunda mitad del año pasado. El escenario base, con todo, no cambia demasiado. La economía española sufrió más que otras el embate de la pandemia y ha tardado más en recuperarse. Con todo, hoy por hoy crece a un ritmo superior; mientras la zona euro está en recesión técnica (ha sumado dos caídas del 0,1% del PIB), en España la actividad ha aumentado un 0,5% y un 0,6% en ese mismo plazo. El Banco de España espera un 2,3% en el año, una expansión moderada capaz de crear empleo.

Es, en todo caso, gracias al sector exterior. Teniendo en cuenta solamente la demanda nacional, España estaría en recesión a causa del parón en el consumo de los hogares. Sería de extrañar lo contrario, teniendo en cuenta el progresivo agotamiento del ahorro acumulado en pandemia (quien lo pudiera acumular) y la tenaza que sobre los hogares forman los tipos de interés y la cesta de la compra. Las exportaciones avanzan con fuerza impulsadas por turismo y servicios, y las empresas, tras nueve meses de parón, han aumentado su inversión.

Ahora bien, pese a que el pico de inflación parezca haber quedado atrás (en términos brutos, la subyacente es por definición más difícil de contener), las perspectivas sobre la actividad son tibias. El primer cliente del comercio exterior, la zona euro, no está dando señales positivas y las familias no han visto desahogadas sus finanzas: el IPC no sube demasiado, pero tampoco baja, y el euríbor, lejos de aflojar, sigue subiendo. Dos lastres cuyo impacto es más acumulativo que puntual, y que tienen reflejo en la preferencia de las familias por cancelar hipotecas y no por pedirlas. Un sabio ejercicio de prudencia que probablemente emulen empresas y administraciones y que generará efectos de segunda ronda sobre la actividad. Hace justo un año que Pepe Álvarez ironizó con la supuesta catástrofe económica que esperaba a España tras el verano. La realidad ha mejorado incluso las previsiones más prudentes, pero el camino está lejos de ser sencillo.

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