¿Existe riesgo de una crisis de deuda en las economías emergentes?
El deterioro de la posición fiscal de estos países se puede agravar en los próximos meses por las altas de tipo de interés
El Programa de Ayuda al Desarrollo de Naciones Unidas publicaba recientemente un informe en el que se alertaba del riesgo de crisis de deuda pública en 54 países emergentes y en vías de desarrollo. Los autores expresaban su preocupación sobre esta posibilidad, pues en conjunto tienen el 18% de la población del planeta, aunque representen solo el 3% del PIB mundial.
Las causas que habrían provocado este profundo deterioro en la posición fiscal de estos países son múltiples, y se habrían visto agravadas por los impactos directos de la pandemia y la guerra de Ucrania.
El problema, no obstante, se verá agravado en los próximos meses por los efectos de la política monetaria de todos los países, que continúa con la subida de tipos de interés. En el caso de las economías emergentes y en desarrollo, este endurecimiento es consecuencia tanto del aumento de las presiones inflacionistas como del temor a una depreciación desordenada de sus divisas frente al dólar.
Desde que se inició el ciclo de subidas de los tipos de interés en Estados Unidos en primavera de 2021, se ha observado una depreciación generalizada en las divisas de estos países, así como una reducción en sus niveles de reservas exteriores, además de un encarecimiento de la financiación para el conjunto de esos países y una ralentización de su crecimiento económico.
Por tanto, si los bancos centrales siguen subiendo los tipos de interés, bien para contener la inflación, bien para contener una depreciación desordenada de sus divisas, el servicio de la deuda (que incluye el pago de intereses) aumentará, y ello puede agravar los temores de los inversores y provocar ventas masivas de sus posiciones en deuda pública de estos países, lo que les pondría al borde de la quiebra.
Desde el punto de vista del sector exterior español, la situación actual plantea riesgos evidentes. Aunque las economías avanzadas representan más del 70% de nuestras relaciones comerciales, y ninguno de estos países está en situación problemática, la desestabilización de algunas economías emergentes podría acarrear problemas. Si combinamos los criterios de riesgo geopolítico y de deuda en los países emergentes con la importancia de su relación para los exportadores e inversores españoles, quizá las economías que merecen un análisis más pormenorizado son México, Brasil, Egipto, Marruecos, Argelia.
Según las estimaciones del FMI, en 2021 el valor de las inversiones españolas en México ascendía a más de 48.000 millones de dólares, siendo el cuarto destino sólo por detrás de nuestras inversiones en UE, EE. UU. y el Reino Unido. El peso mexicano es una de las divisas que mejor se han comportado respecto al dólar en el último año, pero recordemos que ha sido gracias a una subida de más de 400 puntos básicos del tipo de interés de su banco central. Afronta además vencimientos de deuda en 2023 por valor de más 154.000 millones de dólares (más del 12% del PIB).
La relación de España con Brasil tiene unas características similares a las de México. La importancia de Brasil para España no radica tanto en el comercio exterior sino en la posición inversora. Según el FMI, la inversión directa española en Brasil asciende a 40.000 millones de dólares. El buen comportamiento del real brasileño frente al dólar también se explica por el tensionamiento de la política monetaria del Banco Central de Brasil, que ha subido los tipos de referencia más de 450 puntos básicos. La situación fiscal de Brasil es menos preocupante que la de México, dado que los vencimientos de deuda que afronta en 2023 apenas superan el 6% de su PIB.
Egipto es el país que está en una posición más vulnerable de todos los analizados. Su situación política interna no es tan estable como en otros países. En 2022 las subidas de los precios al consumo y de los alimentos frescos en Egipto (14 y 48%) llegaron a niveles similares a los de abril de 2011 cuando la “primavera árabe”, que provocó la caída de Mubarak. La exposición de España a Egipto es muy baja. Sin embargo, si se producen disrupciones en el tráfico en el Canal de Suez, buena parte del comercio hacia Asia se verá afectado y la crisis económica puede en última instancia empujar a parte de las poblaciones ribereñas a volver a la piratería en el Mar Rojo y en el Golfo de Adén.
Por proximidad geográfica, Marruecos y Argelia son los países en los que un evento de deuda negativo puede tener un impacto mayor en España y por extensión en Europa. El riesgo se deriva no tanto por la exposición comercial (representan el 2,85% y el 0,81% respectivamente de la exportación española), sino por las implicaciones geopolíticas. Marruecos afronta vencimientos de deuda en 2023 equivalentes a más del 10% de su PIB y Argelia de más del 6%. La combinación de depreciación de sus divisas, altos precios de los alimentos y deterioro de las cuentas públicas en Marruecos y Argelia podría aumentar la presión migratoria en el Mediterráneo hasta niveles críticos. Ello podría implicar un serio conflicto diplomático entre el Magreb y la UE, con epicentro en España.
A la vista de este escenario, parecería lógico que a estos países se les prestase un mayor apoyo internacional para estabilizar sus economías. De hecho, el Fondo Monetario Internacional considera necesario una acción coordinada de las instituciones internacionales para evitar que se produzcan episodios de impago de deuda, pero lo cierto es que, hasta la fecha, su respuesta está siendo bastante parca, con el riesgo de que estos países terminen pidiendo financiación a China, como han venido haciendo otros países bajo el paraguas de la iniciativa Belt and Road.
Todo ello parece aconsejar una acción decidida de la diplomacia económica española para favorecer que el FMI y los países emergentes y en desarrollo alcancen acuerdos que sean económica y políticamente viables para estabilizar a corto y medio plazo sus economías. Y por lo que respecta a las empresas exportadoras e inversoras españolas, deberían estar especialmente vigilantes a lo largo de 2023 respecto de las operaciones que realizan con estos países. Una crisis de deuda y una depreciación de sus divisas pueden significar que el valor en euros de sus inversiones directas disminuya considerablemente. Y también puede afectar a sus exportaciones, en la medida en que subiría el precio en moneda local de los bienes y servicios exportados.
Antonio Bonet/Ángel Rodríguez García-Brazales son presidente del Club de Exportadores/profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico de la UAM
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