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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un aviso a navegantes sobre la estabilidad financiera

El endurecimiento de la política monetaria, que tiene efectos evidentes sobre las finanzas de empresas y familias, puede pasar también una factura creciente al sector bancario

CINCO DÍAS
Christine Lagarde
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en Colonia (Alemania), el pasado 16 de mayo.THILO SCHMUELGEN (REUTERS)

El pasado abril, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, daba por finiquitada en una conferencia lo que calificaba como “relativa estabilidad” económica disfrutada desde el fin de la Guerra Fría, y anunciaba una era de “inestabilidad permanente” cuyas consecuencias ya están aquí: menos crecimiento, más costes, mayor incertidumbre en el comercio y una creciente fragmentación en los mercados. En el último informe semestral de la institución, Fráncfort advierte de señales de peligro para la estabilidad financiera de la zona euro, un conjunto de factores heterogéneos que incluyen desde la crisis bancaria regional que ha vivido EEUU, la quiebra posterior de Credit Suisse en Europa, el empeoramiento de la situación económica de las familias y de las empresas y la reducción de la rentabilidad de los bancos debido a unos costes de financiación más elevados y a una calidad menor en los activos.

El balance realizado por Fráncfort explica el deterioro de los balances de las empresas, los hogares y los Gobiernos por las inciertas perspectivas de crecimiento, por una inflación que sigue mordiendo las rentas y por unas condiciones financieras que no tienen nada que ver con la laxitud y la alegría que ha imperado durante los últimos años en Europa y que irrigó las economías de la zona euro con dinero abundante y barato. El endurecimiento de la política monetaria, que tiene efectos evidentes sobre las finanzas de empresas y familias, puede pasar también una creciente factura al sector bancario. Pese a que las subidas de tipos han ensanchado de forma sustancial los márgenes de unas entidades solventes y bien capitalizadas, el aumento de la morosidad y las dificultades del tejido empresarial, cuyos costes de financiación han crecido considerablemente, amenazan con convertirse en un lastre para el sector.

Lo mismo puede decirse del mercado hipotecario, en el que la suma de la inflación y las subidas de tipos puede llevar a las familias a no poder hacer frente en algún momento al pago de sus cuotas hipotecarias, un riesgo que ha provocado ya una contracción de la demanda de nuevo crédito.

La exactitud del diagnóstico del BCE debe servir de aviso a navegantes sobre las grietas que se abren en la estabilidad financiera, pero también debería mover a la institución a una reflexión profunda sobre los ritmos y los tiempos de la política monetaria europea. Tras haber reaccionado tarde a la crisis, Fráncfort ha combatido la inflación con una intensidad extrema, mediante un calendario que ha llevado los tipos desde menos de cero hasta 3,75% en menos de un año. Un tratamiento de choque que tiene, obviamente, efectos secundarios.

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