Trasiego transatlántico de oro: el traslado de lingotes a Nueva York se dispara por temor a las barreras comerciales
El Banco de Inglaterra registra fuertes peticiones de retiradas de lingotes por parte de operadores y entidades financieras
La guerra comercial ha estallado, aunque el trasiego en el transporte de oro registrado en las últimas semanas en el Atlántico remite a una situación y una época mucho más más bélica. No hay bombas, pero incluso el oro busca refugio ante la ofensiva arancelaria lanzada por Donald Trump. Los inversores en este metal precioso han emprendido una huida hacia un lugar a salvo de aranceles. El oro físico de Londres, mercado referente a nivel mundial en la negociación del metal, ha emprendido su marcha a Nueva York. Los inversores e instituciones financieras más avezados quieren asegurarse de que un eventual traslado a EE UU de sus existencias del metal no se verá penalizada por la aplicación de aranceles.
La inversión en oro es financiera pero también tiene una vertiente física: los operadores necesitan acceder al oro material para cumplir determinados contratos de futuros, que permiten al comprador recibir la entrega física del metal. Y el lugar donde custodiar los lingotes es clave si se avecinan posibles aranceles que graven su entrada en Estados Unidos, una amenaza que está más cerca tras los anuncios de esta semana de barreras comerciales a las importaciones de México, China y Canadá.
La contundencia de esos aranceles se vio suavizada a lo largo del lunes. Pero la amenaza es constante, puede extenderse también a la UE o Reino Unido, y para los inversores estadounidenses que tengan sus lingotes custodiados fuera del país cualquier momento puede ser tarde para evitar los aranceles. Muchos se han adelantado y emprendieron hace semanas el traslado a Nueva York. En el mes de enero, las cámaras acorazadas de la bolsa de materias primas Comex de Nueva York han recibido 224 toneladas métricas de oro, lo que supone un incremento mensual del 36%, el mayor desde mayo de 2020. El trasiego transoceánico del oro está recordando a lo sucedido durante la pandemia, cuando se suspendieron los vuelos y los precios del mercado del oro se descuadraron, dejando beneficios para quienes podían entregar el metal en Estados Unidos y pérdidas para los que no.
El traslado de oro a Nueva York comenzó de hecho a verse con mayor intensidad con la victoria electoral de Trump a principios de noviembre. Desde entonces, los operadores de oro y las instituciones financieras han trasladado 393 toneladas métricas al mercado Comex de Nueva York, con lo que sus inventarios han crecido en casi un 75% hasta las 926 toneladas, el nivel más alto desde agosto de 2022. Y los flujos totales podrían ser incluso mayores de lo que muestran las cifras de Comex si se incluyen los envíos a cámaras acorazadas privadas en Nueva York, propiedad de entidades como HSBC y JP Morgan. Según publicó este sábado el diario británico The Guardian, JP Morgan planea trasladar este mes a Nueva York 4.000 millones de dólares en lingotes de oro que respaldan contratos de futuros que expiran en febrero.
El traslado de lingotes de oro ha comenzado además a ser un problema para el mercado de materias primas de Londres, una cuestión que ha llegado incluso a tratarse en comisión parlamentaria en el Reino Unido. El gobernador del Banco de Inglaterra restó importancia a los tiempos de espera para retirar oro de sus cámaras acorazadas, que se ha elevado de apenas unos días a varias semanas de plazo. “Londres sigue siendo el principal mercado de oro del mundo. Si participas en ese mercado y quieres comerciar con tu oro o utilizarlo, realmente necesitas tenerlo en Londres”, defendió Andrew Bailey a las preguntas de la Comisión del Tesoro del Parlamento el pasado miércoles, según recoge el Financial Times. Londres y Nueva York son dos grandes referentes mundiales para la negociación del metal precioso. El mercado londinense tiene un fuerte peso en la contratación de oro físico, mientras el neoyorkino tiene un elevado volumen de negocio de futuros.
El Banco de Inglaterra almacena oro para terceros, como instituciones financieras u otros bancos centrales. Los bancos centrales se han convertido de hecho en el motor del rally alcista del oro gracias a sus crecientes compras. El metal precioso registró un alza de su precio en 2024 cercana al 30%, batiendo nuevos máximos, y está pulverizando récords en el inicio de año. El pasado viernes alcanzó por primeva vez la cota de los 2.800 dólares la onza y este lunes avanza sobre ese nivel. Su precio sube ante la búsqueda de refugio por parte de los inversores, en un movimiento de mercado que también se dirige hacia la deuda soberana de más largo plazo. Las previsiones de firmas como Citi o Goldman Sachs apuntan a que el oro podría alcanzar este año los 3.000 dólares por onza.
Carsten Menke, responsable de Investigación Next Generation de Julius Baer, señala que la cota de los 2.800 dólares por onza se explica por los temores a los aranceles de EE UU y a un crecimiento estadounidense más débil de lo esperado. Y añade que, ”más allá de la política y el crecimiento estadounidenses, los bancos centrales de los mercados emergentes parecen estar de nuevo al mando del mercado”. En Julius Baer también recuerdan que Estados Unidos importa de Canadá y México una cantidad significativa de oro y plata doré que con los aranceles va a ser más caro. El oro doré es como se denomina a la aleación producida en la mina y corresponde a la etapa intermedia antes del refinado con el que obtener una mayor pureza. Los lingotes que bancos e inversores están trasladando a EE UU son, en cambio, la versión más pura, lista para su uso industrial o financiero.