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El apetito constante de los bancos centrales impulsa el oro hacia los 3.000 dólares

El metal precioso se revalorizó cerca del 30% el pasado año, en su mejor ejercicio desde 2010, y mantiene el interés de los gestores por su condición de refugio ante un 2025 incierto y por las compras de bancos centrales

Lingotes de oro del Bundesbank
Lingotes de oro del BundesbankFrank Rumpenhorst (Getty Images)
Nuria Salobral

El año 2024 dejó grandes ganancias en los activos de riesgo y también en el activo refugio por excelencia, el oro. El apetito por la Bolsa o el bitcoin no escatimó inversión hacia el metal precioso, que tiene su público fiel y se consolida en las carteras como elemento de diversificación, con el viento a favor que supone para su precio el descenso de los tipos de interés: a menor rentabilidad en los bonos y cuanto más bajos sean los tipos reales, más atractivo resulta tener un lingote. Pero el rally de casi el 30% del precio del oro en 2024, hasta nuevos máximos históricos, se explica sobre todo por el apetito constante de los bancos centrales, que están elevando sus compras de oro para diversificar sus reservas en una tendencia que ya es estructural y que continuará en 2025. Esas compras podrían impulsar la onza de oro este año a los 3.000 dólares, según las estimaciones que manejan Goldman Sachs y Citi, una previsión sujeta, como todas, a la fuerte incertidumbre con que arranca el ejercicio. Y a más incertidumbre, más motivos también para contar con el oro como una opción de refugio.

“El oro mantiene su potencial de ofrecer estabilidad a las carteras. Además, los inversores deberían pensar en mantener coberturas para las acciones y la duración si la inflación da sorpresas al alza en EE UU”, defienden en Amundi, la mayor gestora de fondos de la zona euro. En Santander Asset Management declaran su preferencia por el oro como cobertura ante riesgos geopolíticos. “Aunque unos tipos reales al alza podrían limitar su atractivo, los bancos centrales continúan diversificando sus reservas hacia el oro y las compras de inversores siguen en niveles bajos, dejando margen para un mayor incremento”, defienden en la gestora.

El año arranca con incertidumbres sobradas que justifican la tenencia de un activo que puede aportar estabilidad en la cartera. La llegada de Trump al poder augura volatilidad y ganancias en Bolsa y en deuda, pero siempre y cuando la aplicación de sus políticas comerciales, de inmigración y gasto no terminen por provocar más inflación y menos crecimiento. Y en el mundo siguen abiertos dos conflictos bélicos de dimensión mundial, las guerras en Ucrania y Gaza. Esos conflictos ya ha contribuido a que los inversores buscaran refugio en el oro en 2024 y explican también el factor que por encima de todo está sosteniendo el avance de su precio, las compras de los bancos centrales.

El estallido de la guerra en Ucrania y las sanciones aplicadas a Rusia, que vio congeladas las reservas en dólares de su banco central, ha empujado a los bancos centrales, en especial de países emergentes, a rebajar el peso en sus reservas de los activos en dólares, como los bonos soberanos de EE UU, en favor del oro. “A medida que el mundo se divide en bloques opuestos, y los gobiernos de EE UU y Occidente se apoyan en sanciones y otras restricciones para su respuesta política, algunos países están cambiando sus reservas de dólares estadounidenses a oro y otros activos, al tiempo que realizan cada vez más financiación comercial en monedas distintas del dólar”, explican desde BlackRock. Es una forma de rebajar riesgo geopolítico y de, en caso extremo, ser menos vulnerable ante posibles sanciones internacionales.

“Seguimos considerando que las compras de los bancos centrales son la principal fuerza estructural del mercado del oro”, apuntan en Julius Baer, donde defienden que esas adquisiciones son el argumento principal en su visión positiva para el metal precioso en el largo plazo. En Goldman Sachs prevén que el oro alcance los 3.000 dólares por onza a finales de 2025, lo que supone un alza del 15% desde los niveles actuales, una estimación que contempla las compras firmes y persistentes de los bancos centrales. “Las compras de los bancos centrales seguirán siendo elevadas porque el temor a las perturbaciones geopolíticas ha aumentado estructuralmente desde la congelación de las reservas rusas en 2022, y porque la proporción de oro en las reservas de los bancos centrales de los mercados emergentes es relativamente baja en comparación con las de los países desarrollados, lo que deja margen para su crecimiento”, añaden en Goldman Sachs.

El Banco Popular de China promete ser uno de los protagonistas de esas adquisiciones de oro en los próximos años. Mientras que los bancos centrales de países desarrollados como Estados Unidos, Francia, Alemania o Italia tienen alrededor del 70% de sus reservas en oro, en China, la segunda mayor economía del mundo, el metal precioso apenas representa el 5%. En Julius Baer calculan que ese porcentaje estaría ya entorno al 7% después de las últimas compras, lo que sigue dejando en cualquier caso amplio margen de incremento.

En Citi estiman que la adquisición de oro en gran cuantía por parte de los bancos centrales se mantendrá incluso si las tensiones geopolíticas en Ucrania y Oriente Próximo se reducen durante el mandato de Trump. El banco estadounidense sitúa el precio del oro en los 2.800 dólares en un plazo de tres meses y en los 3.000 dólares en un horizonte de seis a doce meses. Más allá de los bancos centrales, la llegada de Trump al poder también será sin duda una variable importante para el precio del oro. “Históricamente, el oro ha registrado rentabilidades negativas a corto plazo tras las elecciones presidenciales de EE UU”, recuerdan en Citi. Ya pasó en noviembre, cuando la victoria de Trump provocó un alza del dólar que debilitó el precio del metal precioso.

En función de las políticas de Trump, el oro podría incluso ir más allá de los 3.000 dólares -a lo que Citi da un 20% de probabilidades- en un escenario de estanflación, con un rápido deterioro del mercado laboral estadounidense y más inflación a causa de los aranceles. Por el contrario, el precio podría caer a los 2.500 dólares por onza en un escenario de fuerte resistencia de la economía de EE UU. En Goldman Sachs añaden que si la Fed recortara tipos solo una vez en 2025, el precio del oro a finales del ejercicio estaría alrededor de 100 dólares por debajo de su previsión actual, en los 3.000 dólares. Los bancos centrales serán con sus compras un sostén innegable para el oro pero no habrá que perder de vista el potencial inflacionista de las políticas del nuevo presidente de EE UU.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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