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Cómo saber si el mercado apunta a corrección o a simple ajuste: las señales que vigilan los gestores

El alza de la volatilidad, las caídas del sector tecnológico o el enfriamiento laboral de EE UU acompañan el proceso actual de bajadas de tipos y son indicadores clave para escrutar el mercado

Oil rig and economic data. Oil prices
Anton Petrus (Getty Images)
Nuria Salobral

El camino cuesta abajo para los tipos ya ha empezado, aunque no tiene por qué serlo también para las Bolsas. Los bancos centrales ya han iniciado la ruta de descenso del precio del dinero: el BCE esta semana con su segundo recorte y la Fed el próximo miércoles con una rebaja que se da por hecha, aunque aún sea un misterio su cuantía. En este nuevo escenario, en el que una baja inflación por fin permite reducir el precio del dinero, los mercados financieros también ensayan su particular aterrizaje suave. Su ajuste a unas nuevas valoraciones con tipos de interés más reducidos y a unos rendimientos en los bonos que irán recuperando poco a poco la normalidad, de modo que se exija más rentabilidad a los plazos largos que a los cortos.

Pero el proceso de aclimatación a tipos más bajos es delicado y sobrevuela el riesgo de recesión, el peligro de que los más de dos años de mano dura de los bancos centrales hayan terminado por dañar sin remedio el crecimiento. Además, China -la segunda mayor economía del mundo- da continuos síntomas de debilidad, lo que tiene implicaciones planetarias. Sin olvidar tampoco la constante tensión geopolítica, capaz de torcer el rumbo del mercado o de sobresaltarlo de forma considerable, como así podría suceder en función de las elecciones presidenciales de noviembre en EE UU. Ante las incertidumbres, y la certeza de que no todo puede estar bajo control, analistas y gestores se remiten a un puñado de indicadores con los que intentan escrutar el rumbo del mercado. Un conjunto de señales que han lanzado avisos recientes de alarma aunque no de alerta máxima.

El desempleo en EE UU

Es el indicador macroeconómico más vigilado desde finales de julio, cuando EE UU sorprendió con un aumento de la tasa de desempleo y una menor creación de puestos de trabajo de lo previsto. El incremento en dos décimas, al 4,3% de la tasa de paro en julio fue el detonante para el lunes negro del 5 de agosto. Un mes después, esa tasa se ha moderado al 4,2% de agosto y los índices han recuperado el terreno perdido, rozando de nuevo máximos e incluso batiéndolos, como ha sido el caso del Dax alemán. Pero el foco de los inversores se ha desplazado y ya no es la inflación lo que preocupa, por fin embridada, sino un posible aumento del desempleo que sea señal inequívoca de riesgo de recesión. En EE UU, la inflación cayó en agosto al 2,5%, su mínimo desde comienzos de 2021.

Para Víctor Alvargonzález, director de estrategia de la firma de asesoramiento Nexstep Finance, “el paro de EE UU lo va a marcar todo, de ello depende que se confirme el escenario que descuenta el mercado de un aterrizaje suave”. La tasa de paro se redujo una décima en agosto pero la creación de empleo en el mes quedó por debajo de las expectativas, lo que no ha enterrado el temor a una recesión y sí alentado la idea de que la Fed pueda reaccionar con contundencia con un primer recorte de tipos no de 25 puntos básicos sino de 50.

Al fin y al cabo, los ciclos de bajadas de tipos suelen venir motivados por el estallido de una crisis económica y financiera, como ya ocurrió en el año 2000 con la burbuja de las puntocom o el estallido en 2008 de la Gran Crisis Financieras. En esta ocasión no hay crisis mediante sino un objetivo cumplido de haber controlado la inflación a partir del que comenzar a recortar tipos. “Desde 1984, cuando han descendido los tipos sin que hubiera una recesión, siempre ha subido la Bolsa. Ante este proceso de bajada de tipos, hay que estar en el mercado. Y en renta fija, por supuesto”, defiende Alvargonzález.

Rafael Alonso, analista de Bankinter, señala que los datos de empleo son un indicador algo retrasado, aunque estén concentrando ahora toda la atención. “Los miedos del mercado son infundados, cierto que los datos del mercado laboral de EE UU son más flojos pero un 4,2% de paro es casi el pleno empleo. Y para el PIB del tercer trimestre se espera un crecimiento del 2,5%, todo ello con una política monetaria aún muy restrictiva”.

Volatilidad

Los nervios de los inversores se han disparado, aunque sea de forma puntual, al menos un par de veces en las últimas semanas. Sobre todo en la jornada del lunes 5 de agosto, cuando el índice Vix -que mide la volatilidad en el índice S&P 500- llegó a superar los 60 puntos, un nivel no visto desde la pandemia. Y en la jornada del 3 de septiembre, cuando Nvidia sufrió una pérdida de valor en Bolsa histórica, también repuntó por encima de los 20 puntos. Rafael Alonso reconoce que “hay más volatilidad”, pero añade que “parte de unos niveles bajísimos, ha estado adormecida durante los últimos años por las grandes inyecciones de liquidez de los bancos centrales”.

Los gestores coinciden en que la transición hacia el esperado aterrizaje suave, con tipos bajando no por culpa de una recesión, va a traer más episodios de volatilidad. Más aún en un contexto de tensión geopolítica y en plena cuenta atrás hacia las elecciones presidenciales de noviembre en EE UU. “Una victoria de Trump sería probablemente lo más perturbador para los mercados,”, apunta Vincent Chaigneau, responsable de análisis en Generali AM, a causa de su política de proteccionismo comercial y aumento de los aranceles.

La curva de la deuda y la correlación con la Bolsa

La inversión de la curva de la deuda se ha prolongado por el mayor período jamás visto, casi 700 días en el caso de los tipos del Tesoro de EE UU. Durante todo ese tiempo los inversores han exigido más rentabilidad a los plazos cortos de los bonos que a los largos. Como recuerda Greg Meier, director de economía de Allianz Global Investors, “la mayoría de las recesiones en EE UU suelen estar precedidas por periodos de curvas de tipos invertidas. ¿Podría estar equivocado este termómetro económico? Sólo podremos saberlo a posteriori. Por ahora, lo que sí podemos afirmar es que es probable que EE UU siga creciendo a un buen ritmo”.

Y esa curva de tipos ya está dando en todo caso señales de regreso a la normalidad. “La normalización de la curva de tipos es una buenísima noticia. Ya se dan las condiciones para que los bancos centrales inicien un ciclo de bajadas de tipos, a lo que también ayuda el descenso del petróleo”, añade Alonso. Los tipos de los bonos están descendiendo con fuerza al calor de esa expectativa de bajadas de tipos, y dejando en paralelo importantes subidas de precios para la renta fija, un activo que despierta el interés generalizado de las gestoras, ya sea en bonos soberanos o corporativos. En las últimas semanas se ha acentuado de hecho la descorrelación de la marcha de la Bolsa con la de los bonos. Wall Street sufrió en agosto las mayores caídas semanales del año en sus índices, mientras que el mes se saldó para los bonos soberanos de EE UU con la cuarta ganancia mensual consecutiva, en su mejor racha alcista desde julio de 2021.

El entorno está cambiando definitivamente en el mercado de deuda, en el que ya hay visibilidad sobre las bajadas de tipos. Aunque quizá también, como ya ha ocurrido otras veces, el mercado lo vislumbra con excesivo optimismo. “Se está descontando que la Fed habrá bajado los tipos en 225 puntos básicos a finales de 2025 y eso puede ser demasiado”, señala Sébastien Senegas, responsable para España de Edmond de Rothschild Asset Management. La gestora suiza descarta una recesión pero sí ha adoptado una posición neutral en su asignación global de activos. Greg Meier explica que el mercado para la Fed está valorando 100 puntos básicos de recortes este año y más de 100 puntos básicos el próximo. “Esta reevaluación moderada puede haber ido demasiado lejos, especialmente para este año”, añade.

Tecnología

El sector tecnológico acusó en un principio en sus cotizaciones la subida de tipos de interés -las valoraciones tuvieron que ajustarse a la baja ante un precio del dinero más alto- y ahora no está disfrutando en Bolsa de la perspectiva de recortes. El temor a una recesión focalizó las ventas en Bolsa precisamente en los valores que más habían subido, los siete magníficos de Wall Street, con Nvidia a la cabeza. Y la corrección registrada, aunque contenida, ha sido un aviso ante los excesos. “El mercado se había concentrado demasiado en estos grandes valores y parece que por fin se ha dado cuenta de que no se les podía seguir pidiendo tanto”, apunta Sébastien Senegas.

Nvidia centralizó las ventas tras la publicación de sus resultados, nuevamente récord pero con señales de cierta moderación a futuro. El auge de la inteligencia artificial ha sido el motor que ha impulsado a los gigantes tecnológicos en Bolsa y con ello, llevado a máximos a los índices de Wall Street. Los gestores no ponen en duda su potencial, la reciente corrección no sería señal de alarma. Pero sí hay quien ve llegado el momento de pararse a tomar aire y quien, por el contrario, aprovecha las recientes caídas. “La tecnología de EE UU va a seguir funcionando bien, hemos aprovechado la oportunidad para comprar”, defienden en Bankinter.

China

La tesis del aterrizaje suave, de la mano de las bajadas de tipos de la Fed, es sin duda mayoritaria y ha impedido que la oleada vendedora del lunes negro de agosto fuera a más. Pero desde Asia llega un foco de inquietud que se mueve a otros ritmos y que, al margen de lo que sucede en las economías desarrolladas, sí está dejando un reguero de caídas en Bolsa en sectores como el lujo o el automóvil y en las materias primas. La desaceleración de China es una realidad que amenaza con derivar en recesión por la grave crisis de su sector inmobiliario y con tener una onda expansiva de alcance global. Así, los indicadores de actividad en China son también referencia obligada para los inversores. “China está en una espiral de la que es difícil salir. Preferimos evitar la Bolsa china y los sectores más expuestos, como el lujo y el automóvil”, explica Senegas.





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Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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