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El salto de Ferrovial a Países Bajos cumple un año con los deseos a medio cumplir

La constructora ha logrado debutar en Wall Street, pero aún mueve el 98% de su negocio en Madrid, y la escasa liquidez la deja a años luz de su objetivo de entrar en el Nasdaq 100

Ferrovial dividendo
El presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, consulta su teléfono móvil para ver el desarrollo del inicio de la empresa en la bolsa Nasdaq el pasado 9 de mayo en Nueva York.Ángel Colmenares (EFE)
Pierre Lomba

Hace un año y un día, la campana de la Bolsa de Ámsterdam daba la bienvenida a un nuevo valor: Ferrovial, la constructora fundada por Rafael del Pino y Moreno, daba el salto a los parqués neerlandeses tras un traslado que agitó a la economía española y que enfrentó a la compañía con el Gobierno. El objetivo esgrimido por la empresa era, desde los puertos holandeses, cruzar el Atlántico en busca del sueño americano: cotizar en Wall Street con acciones ordinarias (numerosas empresas lo han hecho, pero a través de ADR o certificados de depósito) y poder acceder a su gran índice tecnológico, el Nasdaq 100. El sueño se ha cumplido a medias. La acción se comporta bien en el último año, pero no está generando especial interés entre los inversores estadounidenses: aunque cotiza allí desde hace un mes, su volumen de negociación (de alrededor de 22.000 títulos de media en los últimos 30 días) está muy lejos de la media de 200.000 acciones diarias que se exigen para optar al índice.

La noticia saltaba el 28 de febrero del año pasado: la constructora presidida por Rafael del Pino anunciaba que sometería a su junta el traslado de la compañía a Países Bajos. En la decisión, fundada en la posibilidad de cotizar en Estados Unidos, se alababa la seguridad jurídica de Países Bajos, lo que fue interpretado por el Gobierno como un señalamiento a la economía española. El Ejecutivo, con el presidente a la cabeza, salió en tromba contra el traslado. El enfrentamiento —de una magnitud comparable a los choques vividos por la opa de Endesa, la intervención de Banesto o la expropiación de Rumasa— se materializó en una particular relación epistolar entre del Pino y el Gobierno, que defendía (con el apoyo de los reguladores y el gestor de la Bolsa española) que no había impedimento para cotizar en Wall Street desde España.

Finalmente, y en una de las juntas de accionistas más mediáticas de los últimos años, el traslado se aprobó el 13 de abril por una mayoría absoluta del 93,3% del capital. Apenas dos meses después, la compañía, ya holandesa, comenzaba a cotizar en Euronext Ámsterdam. El salto a Wall Street ha tardado algo más, y Ferrovial no ha podido comenzar a cumplir su sueño americano hasta mayo de este año, con un estreno marcado por la alta volatilidad. Del Pino, que fue quien dio el toque de campana, señaló que el enfrentamiento con el Ejecutivo por el traslado no había supuesto “ningún trauma” para la compañía constructora y de servicios. Desde entonces, cotiza simultáneamente en tres parqués: en España, en Países Bajos y en Estados Unidos.

La actividad bursátil, sin embargo, está concentrada, y a pesar del revuelo ocasionado por su traslado, Ferrovial sigue siendo una compañía eminentemente española (en lo que a cotización se refiere). De acuerdo con los datos recopilados por Bloomberg, de las 1.693.889 acciones diarias negociadas de media en los últimos 30 días, por ejemplo, más del 98% ha sido en la Bolsa de Madrid. En Ámsterdam, apenas ha movido 5.254 títulos y en Nueva York, su negociación solo alcanza las 21.940 acciones diarias. Este último dato es especialmente relevante porque muestra el abismo que separa la compañía de alcanzar su objetivo de cotizar en el Nasdaq 100. Para acceder, tendía que multiplicar casi por 10 el interés de los accionistas estadounidenses. El valor, mientras, sigue siendo miembro del Ibex 35.

Eso sí, aunque tiene margen para mejorar el interés de los inversores de Wall Street, el desempeño de Ferrovial en los parqués desde la decisión ha sido bueno. La acción en Europa se ha revalorizado casi un 25% desde en el último año. Y desde el anuncio del traslado, avanza más de un 37%. El consenso de analistas de Bloomberg le otorga un precio objetivo de 39,89 euros. O, lo que es lo mismo, un potencial de retorno del 10% a un año vista. Más de la mitad (52%) recomiendan comprar el valor, mientras que cerca de un tercio aconseja mantenerlo. Un 16% apuesta por la venta de sus acciones. Los números cuadran desde el traslado: el año pasado, más que duplicó sus beneficios, hasta los 460 millones de euros. En su primer año fuera de España, captó 741 millones en dividendos de sus activos. Sus ingresos mejoraron un 13,2%, hasta los 8.514 millones.

La constructora, uno de los líderes mundiales en infraestructuras, tiene buena parte de sus intereses en América del Norte: las operaciones en EE UU y Canadá representan el 80% del valor de mercado de la compañía, y solo el primero cubre cerca del 70% de la asignación de capital. Allí tiene varios proyectos de autopistas en Texas, Virginia y Carolina del Norte, así como el desarrollo de la terminal 1 del principal aeropuerto de Nueva York, el JFK, que se espera esté finalizado en 2026. “Esperamos expandir significativamente nuestra base en EE UU en los próximos años”, señalaba Del Pino después de dar la campanada de salida a Wall Street: “El mercado es más grande y, por tanto, ofrece más oportunidades”. Unos días después de la salida a Bolsa, anunció la adjudicación de un total de 10 contratos en Estados Unidos y Canadá por 1.270 millones.

Como apuntan en un informe reciente los analistas de UBS, el buen rendimiento de las constructoras depende en buena medida de la salud económica de los lugares donde operan. Por ello, desde Bankinter señalan que las proyecciones son buenas: para 2024, esperan crecimiento en EE UU y Canadá, “que se traducirá en mayores tráficos” y una inflación por encima del 2%, “que permitirá incrementar tarifas”. Con una sólida posición financiera, otra entrada de efectivo será el proceso de rotación de activos, como la venta ya anunciada (pero confirmada el pasado viernes) de parte de su participación en el aeropuerto de Heathrow.

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Sobre la firma

Pierre Lomba
Redactor de la sección de Economía. Graduado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París. Después de ejercer la abogacía, realizó el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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