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El faro de la semana
Tribuna
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Elecciones en el Reino Unido: entre el sainete y el drama

Su PIB per cápita ha retrocedido en los últimos diez años y su divisa se ha devaluado alrededor del 20% frente al resto

El primer ministro británico Rishi Sunak en el anuncio de la convocatoria electoral.
El primer ministro británico Rishi Sunak en el anuncio de la convocatoria electoral.Peter Nicholls (Getty Images)

Algo ha cambiado en la política del Reino Unido. Y en beneficio de los británicos -y del resto del mundo- algo debería volver a cambiar. Una de las cunas de la democracia moderna, un ejemplo de madurez social y responsabilidad política, ha devenido en un patio de corrala. Los tres últimos primeros ministros del siglo XX (Thatcher, Major y Blair) estuvieron en su cargo, de manera conjunta, casi 30 años. Los tres últimos (Johnson, Truss y Sunak) apenas han superado los cuatro años. El sainete político ha provocado un drama económico y social. El 4 de julio puede ser un punto de inflexión.

La convocatoria de elecciones anticipadas por parte de Rishi Sunak puede responder a varios motivos. Algunos piensan que los datos económicos pueden empeorar tras el verano, especialmente los datos de inflación en el sector servicios. Otros piensan que ha sido un movimiento cuyo objetivo era simplemente sorprender al contrincante, un partido laborista hoy mejor organizado que el conservador. Y muchos piensan que el único motivo de la convocatoria es precisamente poder llegar a presentarse antes de que su propio partido se lo impida. En cualquier caso, no parece que haya que dar por hecha su reelección, ni mucho menos. Baste como dato indicativo que uno de cada cuatro representantes de su propio partido no se presentarán para ser reelegidos, quizá por el temor al fracaso.

En Reino Unido se ha producido una degradación política que ha provocado también una serie de desaciertos de graves consecuencias económicas. ¿Cuándo empezó todo a estropearse? Hace mucho tiempo. David Cameron convocó en 2014 un primer referéndum sobre la independencia de Escocia. Envalentonado con el éxito, convocó una segunda consulta en 2016 sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Tenía tanta seguridad en la victoria como ganas de liquidar a la parte dura de su propio partido, promotores del Brexit. La decisión del pueblo británico fue abandonar la UE. Puede ser opinable si aquello fue un acierto o un error. Pero dio paso a una mayor fragmentación social y a graves tensiones políticas. Y en cualquier caso, las negociaciones y la ejecución de la salida fue un auténtico despropósito. Valga como anécdota que la persona encargada de hacerlo fue Theresa May, convencida europeísta.

El momento álgido del despropósito político llegó en septiembre de 2022. El ministro de economía (Kwasi Kwarteng) anunció una serie de medidas fiscales con efecto inmediato: su cese en 24 horas, la dimisión de la primera ministra (Liz Truss) en la siguiente semana, y la casi quiebra del Tesoro británico. Pero no ha sido lo único. El sector de la construcción es uno de los que más ha sufrido. Media docena de ministros y cuatro secretarios de estado han desfilado por el ministerio de vivienda en el último año, consiguiendo que la caída de la construcción en Reino Unido sea la mayor del continente y similar a la de la crisis de 2008.

Pero las consecuencias no se han quedado ahí. Su PIB per cápita ha retrocedido en los últimos diez años, su divisa se ha devaluado alrededor del 20% frente al resto, y su mercado de renta variable ha obtenido una rentabilidad media anualizada inferior al 6% mientras que el índice americano avanzaba más de un 12% anual en el mismo período. Muchas de sus compañías han emigrado a cotizar a Estados Unidos para no verse penalizadas.

Las elecciones pueden suponer un punto de inflexión en el desarrollo de los acontecimientos, aunque no sea más que por el pasajero argumento de que las cosas no pueden ir peor. Reino Unido tiene dos partidos con ideas distintas en muchos aspectos pero con puntos de acuerdo en muchos otros. Y eso ayuda a no generar mayor división en función de quién gane. Un nuevo impulso político puede cohesionar más la sociedad, aproximar más a Europa y deshacer los entuertos -al menos en parte- de los últimos años.

Por el momento, no hay muchas novedades ni muchas diferencias en las propuestas de conservadores y laboristas. Mayor gasto en defensa, mayores impuestos a la educación privada (los laboristas retirarán la exención del VAT encareciendo un 20% los costes para las familias) para sufragar la educación pública, y un poco más de orden en las políticas de inmigración, que no va a ser difícil dado que durante el primer trimestre de este año autorizaron más visados para chefs de cocina que para programadores informáticos.

El Reino Unido ha sido uno de los principales referentes del mundo occidental en muchos aspectos políticos, culturales, económicos y financieros. Lamentablemente una larga serie de errores concatenados han relegado al país a una posición no acorde con su historia ni con su potencial. Esperemos que la convocatoria de estas elecciones sea un paso en la buena dirección y no otro error más. Si queremos ver el vaso medio lleno, Reino Unido es hoy, probablemente, uno de los mejores caladeros para el inversor que busca medianas y pequeñas compañías con valoraciones atractivas. Las crisis dejan oportunidades, sin duda.

Beltrán de la Lastra es presidente y director de inversiones de Panza Capital.

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