El BCE anticipa una bajada de tipos en junio pero advierte de que la política monetaria seguirá restrictiva hasta 2025
Olli Rehn, gobernador del Banco de Finlandia, señala que “ha llegado el momento” de bajar tipos, pero el economista jefe del banco, Philip Lane, descarta el comienzo de una senda a la baja la semana que viene
Que el Banco Central Europeo (BCE) bajará los tipos de interés en su reunión de junio es una previsión que ya se toma casi por segura. Ayudan los mensajes lanzados desde la propia institución: Philip Lane, el economista jefe del BCE, considera que, salvo sorpresas, la institución estará en condiciones de rebajar tipos la semana que viene. Un asterisco acompaña, sin embargo, a esta asunción generalizada: no será el inicio de una pronunciada senda a la baja. La política monetaria necesitará mantenerse en terreno restrictivo durante el resto del año, y no será hasta 2025 cuando pueda discutirse su normalización, ha advertido Lane en una entrevista para el Financial Times.
Lane subraya en su entrevista que “las cosas serán accidentadas y graduales” y advierte de que todavía habrá que ser restrictivos “durante todo el año”, aunque dentro de esa zona restrictiva se puede bajar “un poco”. Lo que viene a indicar que el BCE no tiene intención de comenzar la semana que viene una senda de bajadas como la que sí comenzó en la otra dirección hace ya dos años. “A menos que llegue una sorpresa, el debate de este año consiste en seguir siendo restrictivo. Pero el nivel exacto de restricción necesario dependerá de los datos”, explica.
Los mensajes se multiplican: a Lane se ha sumado, este mismo lunes, el gobernador del Banco de Finlandia, Olli Rehn: “En junio ha llegado el momento de flexibilizar la postura de la política monetaria y comenzar a recortar los tipos”, ha afirmado quien fue comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios entre 2010 y 2014. En este sentido, el banquero central finlandés ha defendido que esta posición asume que la tendencia desinflacionaria observada en la zona euro continuará y que no se producirán más retrocesos en la situación geopolítica y en los precios de la energía.
Las declaraciones de Lane y Rehn no toman por sorpresa a los mercados. Aunque optimistas con esa primera bajada la semana que viene, los analistas han tomado nota de los mensajes extremadamente prudenciales de Christine Lagarde y de otros altos cargos del BCE: de acuerdo con el consenso recogido por Bloomberg, las probabilidades de una rebaja el 6 de junio son de más del 90%. En julio, sin embargo, solo asignan un 10% a una nueva bajada. En septiembre, pasado el verano, le asignan una posibilidad del 60%. Esta es la única reunión tras junio a la que asignan más de un 50% de probabilidades.
Con todo, parte del consejo de gobierno del banco apuesta por acelerar los recortes. “A veces leo que deberíamos bajar los tipos solo una vez al trimestre, cuando se disponga de nuevas previsiones económicas y, por tanto, excluir julio”, aseguró Francois Villeroy de Galhau en una entrevista con el diario alemán Boersen-Zeitung. “¿Por qué, si nos guiamos por los datos? No digo que debamos comprometernos ya con julio, pero mantengamos nuestra libertad sobre el calendario y el ritmo”. Villeroy ya pidió en su momento que el banco recortara tipos en abril.
“Aunque no vemos realista pensar en recortes consecutivos en junio y julio, no estamos dispuestos a descartar otro recorte en octubre”, apunta Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America. Segura-Cayuela, como Lane, distingue entre dos fases: una primera de menos restricción, que comenzará a todas luces la semana que viene. Y, “al cabo del tiempo, podrán decidir si van hasta el punto muerto y a qué velocidad”. El consenso de Bloomberg cree que para abril del año que viene los tipos en la eurozona estarán cerca del 3%. Ahora mismo están en el 4%, el pico de una senda que comenzó en el verano de 2022 y que supuso la escalada más aguda del precio del dinero desde la creación del euro.
Los mercados dan por hecho que, al contrario que hace dos años, la senda será más parecida a una escalera que a una rampa: “Consideramos más probable que el BCE recorte solo una vez al trimestre a partir de junio”, afirma Martin Wolburg, economista senior en Generali AM, que tacha de exageradas las previsiones de recortes de los mercados. Para Bank of America, “los recortes consecutivos requieren cierta sensación de urgencia”, que se puede dar por unas perspectivas de crecimiento mucho más débiles de lo esperado, o por la constatación o convicción de que la inflación “sigue por debajo del objetivo”.
Por el lado de los precios, el economista jefe del BCE sostiene que la magnitud de la inflación que todavía se observa en los servicios y en la inflación subyacente supone la necesidad de ser restrictivos este año, para asegurarse de que la presión de costes no impulse demasiado los aumentos de precios. No obstante, en términos de la tasa real (esto es, la tasa nominal establecida por el banco central menos la tasa de inflación), Lane apunta que, con los precios bajando, se puede tener la misma cantidad de restricción con una tasa nominal más baja.
El problema para el BCE es que los precios no son el único factor determinante que tienen que observar al mover tipos. Aunque el mandato de la institución dirigida por Christine Lagarde es controlar la inflación, no puede ignorar el rendimiento del euro, o, lo que últimamente es lo mismo, los movimientos de su homólogo al otro lado del charco. En Estados Unidos, las previsiones de bajadas de tipos que se hacían hace apenas tres meses han quedado totalmente obsoletas. La inflación no da tregua y la economía no se enfría como querría la Fed. Los analistas esperan, como mucho, una bajada de tipos en septiembre. Y quizá ni eso.
Esto pone en un aprieto a Lagarde, que debe elegir entre seguir su propia senda (a despecho del euro, menos atractivo en este entorno) o seguir, como así ha sido en la subida, la sombra de Powell. “En conjunto, pensamos que la divergencia adicional (realista) que podríamos obtener de la Fed y el BCE en 2024 sería, como máximo, 50 puntos básicos, superior a la que tenemos en nuestro escenario base actual”, apunta Segura-Cayuela desde Bank of America. Este discurso puede cambiar en función de la evolución del tipo de cambio. “Todo se reduce a cuánto tendría que depreciarse el euro este año para amenazar la convergencia de la inflación al 2% a finales de 2025″, subrayan desde el banco estadounidense. Para que la senda esté en peligro, los analistas del banco estadounidense avanzan un tipo de cambio de 1,02 o 1,03 euros por dólar. Este lunes marca 1,09.
Normalización de salarios
Capítulo aparte merecen los sueldos, otro de los indicadores que condicionan los movimientos de Fráncfort. La semana pasada, el BCE informó de que la subida de los salarios negociados en la zona euro alcanzó el 4,69% interanual en el primer trimestre de 2024, lo que supone una aceleración respecto del alza del 4,45% en el último trimestre del año pasado. De este modo, la subida de las remuneraciones negociadas en la eurozona en los primeros tres meses de 2024 volvió a rozar el incremento interanual récord del 4,70% registrado en el tercer trimestre de 2023. A pesar de este repunte, Lane considera que, si se analiza en detalle, el sentido general de los salarios todavía apunta a una desaceleración, aunque puntualizada que esta desaceleración no significa necesariamente un retorno inmediato al estado estacionario, ya que en 2024 “el ajuste es claramente bastante gradual”.
Así lo destacan desde el banco Edmond de Rothschild, donde subrayan que la evolución de los salarios sigue a la baja. Para la institución financiera, la elevada cifra de Alemania, que ha ayudado a subir la media en la eurozona, no es realista porque “refleja pagos excepcionales del sector público”, como la prima antiinflacionista de 1.920 euros a los funcionarios. Para Lane, si bien las proyecciones apuntan a una desaceleración mayor el próximo año, las expectativas sugieren que “los salarios no se normalizarán hasta 2026″. “En términos más generales, dijimos que la inflación se recuperará este año y que los salarios también se recuperarán hasta cierto punto. Pero hay una tendencia a la baja, aunque básicamente habrá fluctuaciones en torno a esa tendencia”, concluye.
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