Exportar al Reino Unido tras el Brexit tiene sombras, pero algunos las asumen mejor
Las trabas aduaneras y el aumento de los trámites administrativos son los principales problemas para la pyme española. El Icex ayuda con los fondos europeos
Como sucede con el refrán, al preguntar a sus protagonistas sobre las consecuencias del Brexit, cada cual tiene su opinión sobre la feria. El Icex admite que hubo un desconcierto inicial, pero las aguas vuelven a su cauce. De hecho, acaba de lanzar el Programa Icex-Brexit, con fondos de la Comisión Europea, destinado a compensar las nuevas complicaciones.
Reino Unido sigue siendo, para Elisa Carbonell, directora general de internacionalización de la empresa del Icex, “un mercado enormemente atractivo, con el que existe un vínculo muy fuerte. Por eso es importante entender el nuevo escenario, en el que las reglas del juego han cambiado para toda la UE”.
Las cifras prueban que ya se exporta al Reino Unido más que antes de la pandemia, pero es un mercado con menor interés. “Desde el Brexit, han bajado más de un 50% los clientes que exportan allí. Ya no existe libre comercio y eso ha encarecido los trámites. De ahí que ese aumento ni se acerque a los niveles de Francia o Alemania”, señala Ricardo de Vera, profesor de logística de OBS Business School, quien a su vez trabaja en una firma transitaria. “Si eres una micropyme y el contenedor sube por encima de los 15.000 dólares, buscas mercados alternativos”. Según la propia London School of Economics, las exportaciones de productos británicos a la UE han caído un 30% desde que el Reino Unido dejó de ser parte del club comunitario.
Certificaciones
Esto lo corrobora Fidel Delgado, CEO de Neoalgae, pyme asturiana dedicada a la biotecnología de microalgas. “Existen muchas dificultades y barreras de certificación a raíz del Brexit, lo que eleva los costes económicos hasta hacerlos inviables”, comenta, y explica que dar de alta un producto supera los 2.000 euros. “Ya no sirve el registro de marca europeo y exigen tener un laboratorio acreditado allí, además de un almacén”.
Muy diferente es la situación de mercados deficitarios, como indica Javier Briones, director de exportación de Grupo Tello, productora de derivados del cerdo: “No somos un sector muy afectado. Si tienes una estructura logística bien engrasada, el que ahora existan más problemas es un trámite asumible. Cuando tienes un producto con valor añadido, enseguida encuentras una solución”. De hecho, asegura Briones, sus cifras –exportan un 40% de su producción– se han incrementado.
Un caso similar es el de Félix Solís Avantis, compañía con bodegas en las principales denominaciones de origen de España, que exporta al Reino Unido un tercio de todo el vino de nuestro país que llega a la isla, a la que destina un 20% de su producción de 34 millones de litros anuales. Félix Solís hijo, director comercial de la firma, reconoce que al principio hubo cierto caos. “Los contenedores se retenían en la aduana hasta ocho semanas; hoy, apenas llega a los tres días. Y sí, hay más papeleo, pero ya pasó la crisis inicial”. El problema, dice, es que, al no haber libre comercio con la UE, los británicos están firmando acuerdos con terceros países como Chile, Nueva Zelanda...
Pero ¿cómo es el caso de las pymes sin posición de dominio ni tan siquiera un departamento de exportación? Marina Larrañaga es responsable de Sarriegui, una empresa donostiarra de patatas fritas con 10 trabajadores que vende en el exterior el 16% de su producción. En concreto, “en Reino Unido, el año pasado incrementamos la facturación en un 25% gracias a nuevos sabores. Pero las ventas están disminuyendo debido a la devaluación de la libra esterlina. Además, ahora hay que hacer despacho de importación y exportación, los plazos de envío han aumentado considerablemente y, encima, requieren un etiquetado específico. Por eso hemos puesto el foco en otros países europeos para exportar”.
Programas nacionales y europeos
Objetivo. El programa del Icex pretende paliar el impacto de la retirada británica de la UE, compensando gastos sobrevenidos asumidos por las empresas españolas para arrostrar la nueva situación, desde el 1 de enero de 2020 hasta el 31 de julio de 2023. Las solicitudes se han podido presentar hasta el 12 de junio, para recibir una ayuda del 75% de ciertos gastos (máximo por beneficiario: 200.000 euros).
Gastos elegibles. Se subvencionan nuevos costes derivados del registro de IVA; del asesoramiento sobre exigencias de etiquetado, empaquetado y certificación; del registro de marcas; de visados de trabajadores especializados, y de escrituras, permisos y licencias. Aunque también los de promoción ligados al plan de internacionalización en el mercado británico.
Fondos BAR. Están financiados por la Brexit Adjustment Reserve, de la Comisión Europea, con un presupuesto total de cuatro millones de euros.
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