La inflación y la vuelta a la normalidad terminan con el exceso de ahorro generado en la pandemia
Uno de los factores clave para el sostén del consumo pese a la inflación muestra señales de agotamiento. Empleo, salarios y pensiones: claves para sustituir el efecto ahorro en el consumo
La pandemia creó una situación anómala: puso un tapón sobre el consumo. Durante la fase más aguda del confinamiento el consumo cayó por encima del 12%, más de lo que descendió la renta. Este aguante estaba, en parte, sostenidas por las ayudas públicas, según analizó en febrero la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado. Merced a esa brecha, el flujo del ahorro llenó las carteras españolas hasta situar la tasa en un promedio del 15,6% sobre la renta bruta disponible entre 2020 y 2021, frente a una media del 6,7% antes de la pandemia (periodo 2015-2019), según CaixaBank Research a través de los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Cuando las restricciones se relajaron, el caudal de fondos acumulado sumaba en torno al 10% del Producto Interior Bruto (PIB) y, cuando se vació, aupó el consumo. Si bien no hay estimaciones concretas de cuánto ha impulsado el exceso de ahorro al PIB, las instituciones de análisis económico y el propio Gobierno afirman que es uno de los factores que explican el buen comportamiento de la economía en 2022. El año pasado, pese a las malas previsiones de mitad de año, el PIB creció un 5,5%.
Pero el consumo se ha enfriado. Pese a la pandemia, la invasión de Ucrania y la inflación, la recaudación del IVA deflactado –descontando el efecto del IPC– creció un 3,69% entre la media de los años 2015 y 2019 y la de 2020 y 2022, lo que indica un importante repunte del consumo tras el confinamiento. No obstante, en el cuarto trimestre de 2022 y el primero de 2023, el indicador del consumo privado cayó en el orden del 0,7% y el 1,4%, respectivamente. Desde la segunda mitad del año pasado, el buen comportamiento de la economía se explica en mayor medida por el sector exterior, según indica el Gobierno en el Plan de Estabilidad remitido a Bruselas.
Todo lo que sube, baja
La evolución del ahorro durante la pandemia respondía al tapón sobre el consumo. Sin embargo, una vez las restricciones se levantaron, el flujo volvió a sus niveles habituales. “Al observar la evolución del ahorro, en promedio ha vuelto a la normalidad. Parece una caída espectacular, pero solo ha vuelto a sus niveles normales más rápido”, indica Javier García-Arenas, Economista Sénior de CaixaBank Research. En concreto, la tasa se colocó en 2022 en el 7,2%, algo superior al promedio de los años previos a la pandemia, afirma la institución.
Durante 2020, el ahorro se materializó en la adquisición de, sobre todo, los activos más líquidos por valor de 113.000 millones de euros, 74.000 millones de ellos a efectivo y depósitos y 42.000 millones a vivienda, según los datos del Banco de España.
En 2021, la inversión en vivienda comenzó a despuntar y el ahorro se derivó de los depósitos y el efectivo hacia los activos financieros y, en 2022, se comenzaron a ver señales de moderación del ahorro, apunta la institución bancaria.
Carlos Balado, Profesor de OBS Business School y director de Eurocofín explica que, una vez hechas inversiones en vivienda o en activos financieros, ese ahorro ya no se va a traducir en liquidez para destinarla al consumo inmediato. Por lo tanto, el efecto que, en parte, salvó el crecimiento del PIB muestra señales de agotamiento.
Rentas altas
Casi el 75% de lo ahorrado entre 2020 y 2022 se encuentra en manos de las rentas más elevadas. Este segmento tiene una menor propensión a destinar sus fondos de reserva al consumo que los estratos más bajos, según las últimas estimaciones del Plan de Estabilidad.
Tras la pandemia, el exceso de ahorro pudo ser movilizado por parte de las rentas altas al consumo, pero su efecto fue más bien un espejismo, indica Balado. “Puede que las rentas altas usaran ese ahorro forzoso realizado durante el confinamiento para adquirir bienes, como un coche o una casa, lo que fomenta el consumo. Las rentas altas tienen menor propensión a consumir, pero cuando gastan lo hacen en productos que tiran más de la demanda”, explica.
Ese efecto pandémico se habría agotado y las rentas que disponen de ahorro habrían vuelto a usarlo como hasta ahora, es decir, en activos poco líquidos, como los inmobiliarios o financieros. Miguel Cardoso, Economista Jefe para España en BBVA Research, explica que los ingresos elevados “no necesitan de ahorros para consumir y es poco probable que tiren de su riqueza ahorrada para ello”. “Con el aumento de los tipos de interés y la mayor retribución de los depósitos a plazos, veo difícil que ese ahorro se traslade al consumo”, explica Cardoso.
El futuro del consumo
El flujo que destinaba parte del ahorro al consumo da señales de agotamiento, pero existen tres factores positivos que aumentan las expectativas de que el indicador siga una senda positiva a lo largo de este año.
Cardoso indica que los acuerdos salariales, aunque no vayan a recuperar el poder adquisitivo perdido durante el año pasado, “dará certidumbre sobre la evolución de las rentas”.
Del mismo modo, la subida de las pensiones, por encima del IPC al 8,5%, tendrán un efecto similar y ayudará a fomentar el consumo, indica Cardoso.
Por último, el buen ritmo de la creación de empleo es una de las principales fortalezas para conseguir un buen ritmo del PIB: solo en lo que va de año se han creado más de 420.000 puestos de trabajo, lo que hace augurar al Ejecutivo un crecimiento del consumo privado para este año del 3%, frente al 4,4% del año pasado. Cardoso concuerda con que estos factores auparán el consumo durante este año, aunque “matizado por el incremento de tipos de cambio, que van a seguir trasladándose a la economía, y a que la pérdida de poder adquisitivo se va a seguir materializando”.
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