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El Banco de España afirma que ha llegado el momento de reducir las ayudas de la pandemia y la guerra

Los fondos europeos podrán sustituirlos como política fiscal expansiva, indica la institución

Pepe García
Fachada del Banco de España en Madrid.
Fachada del Banco de España en Madrid.Pablo Monge

La invasión de Ucrania abrió las billeteras europeas. Los estados del Viejo Continente desembolsaron 646.000 millones de euros -casi 41.000 millones de ellos provenientes del Gobierno de España- para paliar la crisis energética, según el observatorio económico Bruegel. Según el Banco de España, estas ayudas habrían ayudado a elevar el PIB un 1,1% adicional y ha evitado que la inflación de 2022 fuera un 2,3% superior a su valor final, en torno al 8,4%.

Sin embargo, el Director General de Economía y Estadística de la institución, Ángel Gavilán, cree que estos esfuerzos fiscales, y los que aún persisten desde la pandemia, deben responder a su naturaleza de temporal y desvanecerse a lo largo de 2023: “Hemos insistido en que haya una política fiscal expansiva en el corto plazo. Pero, al mismo tiempo, hemos venido diciendo que una vez se superen estas perturbaciones, es importante diseñar un plan de consolidación fiscal ambicioso. Conviene empezar a pensar ya en el 2023 en una retirada de estímulos fiscales”.

Sin embargo, aclaró Gavilán, la “conveniente” retirada de estímulos podría ser compatible con dejar algunas focalizadas en sectores determinados. De esta manera, y aprovechando el impulso expansivo en la economía que a lo largo de este año se notará por el desembolso de los Next Generation EU, la política fiscal nacional podría tomar un tono contractivo para reducir déficit estructural sin que ello dañe el crecimiento del PIB, comentó el economista.

Gavilán se expresó así durante la presentación la presentación del apartado energético del Informe Anual 2022 de la institución bancaria, que recoge el análisis de la institución del sector que, en Europa, desató los niveles de inflación a máximos desde los años 1970. Los análisis del Banco de España concluyen que el mercado europeo era muy vulnerable a shocks energéticos antes de la guerra, debido a que en el mix energético de la Unión Europea dependía de combustibles fósiles en el entorno del 75%, sobre todo del petróleo y del gas que se importaban desde fuera del club comunitario en casi un 100% y un 90% respectivamente, indica el Informe.

Demanda energética UE y España Gráfico
Belén Trincado Aznar

El problema es más acuciante en España que, comparada con el conjunto de la UE, es más dependiente de terceros países por lo que respecta a las compras de energía. Sin embargo, sus importaciones “están más diversificadas entre distintos proveedores”, explican. En el caso Europeo, tan solo dos proveedores energéticos copaban más de la mitad del mercado comunitario en 2019 -Rusia y Kazajistán-.

Luces y sombras

El Banco de España quiso destacar que la respuesta a la crisis energética fue decidida y se desplegó en múltiples ámbitos, lo que permitió que no se cumplieran los peores pronósticos de cortes de suministro energético en muchos países del norte de Europa, un escenario que se planteaba como “central” a mediados de 2022, comentó Gavilán. Aunque el economista advirtió de que algunos factores coyunturales, como que las temperaturas invernales fueran relativamente cálidas, así como que la economía china se encontrara confinada y, por tanto, redujese sus importaciones energéticas; ayudaron a que la UE pudiera salir del invierno en una posición ventajosa.

Por otra parte, el Banco de España ha advertido de que el aumento sustancial de los precios del último año pone en riesgo la competitividad de las empresas. Sobre todo la de aquellas que requieren de un uso de la energía más intensivo para elaborar sus productos, como las siderúrgicas o las empresas de plásticos. Merced a los elevados costes energéticos, muchos de estos productos han pasado a ser importados, lo que incrementa el riesgo de la deslocalización de estos sectores si los precios energéticos prosiguen siendo elevados en el medio plazo.

Es por esto que Gavilán incidió en que la transición ecológica debe producirse de manera “ágil”, para evitar las pérdidas de competitividad. Este proceso, ha explicado Gavilán, podrá traer presión inflacionaria a corto plazo, ya que en la transición hacia las energías verdes se desincentivarán, por ejemplo a través de la subida de impuestos, las energías fósiles como el petróleo, que fue la principal fuente de consumo primario de energía en España en 2021 en un 46%, frente al casi el 20% de las renovables. Del mismo modo, las inversiones previstas para aumentar la generación de energía renovable y los cuellos de botella que se pueden generar por la necesidad mundial de los componentes necesarios para las tecnologías verdes, así como el personal cualificado necesario para el despliegue de las mismas, son también “factores de fricción”, afirmó.

En cualquier caso, en el medio y largo plazo, el coste energético conseguirá bajar significativamente con estas tecnologías, explicó Gavilán. El informe indica que España es principal país europeo, junto a Francia, con más potencial de producción de energía renovable, y las energías verdes son las que han tenido unas bajadas de costes de generación más significativas en los últimos diez años. Por ejemplo, la energía fotovoltaica fue la que más contrajo el coste de generación y ha pasado de 0,42 dólares el kilovatio hora (KWh) en 2010 a 0,05 euros/KWh en 2021.

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Sobre la firma

Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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