El giro verde de ACS en construcción le reporta 13.000 millones en ventas
El grupo tiene en ejecución más de 1.200 proyectos con plan de adaptación al cambio climático
Los objetivos de descarbonización y la necesidad de adaptar infraestructuras y edificaciones al cambio climático están obligando a las mayores constructoras del mundo a una rápida evolución de las técnicas constructivas y aprovisionamientos. Para la mayor de las referencias españolas, ACS, la construcción con certificado de sostenibilidad se ha convertido en estratégica y se alza ya, en esta etapa de transformación, hasta los 12.900 millones en ingresos, además de ser un imán para la financiación verde.
La compañía tiene a su filial Hochtief como punta de lanza en el giro hacia nuevas prácticas, con más de 1.200 proyectos green building en marcha. También destacan Turner, Cimic y Dragados, con las que clientes y financiadores han primado la sostenibilidad antes de firmar recientes contratos.
“Los compromisos con la mitigación del cambio climático están empujando a los Gobiernos a invertir en infraestructura de transporte público sostenible, donde somos contratistas líderes en todo el mundo”, afirmó el consejero delegado de ACS, Juan Santamaría, en una reunión mantenida la semana pasada con analistas. Solo en ese segmento, la empresa tiene 10.000 millones en obras por ejecutar y su CEO enumera como oportunidades el despliegue de redes de recarga para el vehículo eléctrico o la mejora de la eficiencia energética en edificios o en la minería.
Santamaría dice ser consciente del “papel que podemos desempeñar en la lucha contra el cambio climático” y ha llevado, como Acciona, Ferrovial, FCC, OHLA o Sacyr, la promoción de la eficiencia energética y la reducción de emisiones a su plan de sostenibilidad.
El efecto de temperaturas extremas, sequías, lluvias torrenciales, grandes incendios e incluso la escasez de recursos naturales en las infraestructuras está en el centro de la I+D del grupo que preside Florentino Pérez, así como los métodos para rebajar la aportación de los edificios en gases de efecto invernadero. De los trabajos de investigación salen servicios de gestión del tráfico, nuevos sistemas de transporte público, métodos de construcción más eficientes, menor consumo de materiales, que en muchos casos son alternativos, o la reutilización de los residuos.
Certificaciones como Ceequal, ISCA y Greenroads distinguen ya a las infraestructuras sostenibles. El otro reto es lograr que sigan en pie ante eventos extremos: “Se trabaja en infraestructuras que permanecen seguras y mantienen seguros a sus usuarios ante estas crisis y, además, son capaces de seguir operando o recuperan la actividad tan pronto como termina la perturbación”, se explica desde ACS.
Referencias
En la construcción de escudos contra los efectos del cambio climático, ACS ha trabajado en la protección de Hamburgo (Alemania) contra las inundaciones. Las crecidas del río Elba y las mareas ciclónicas (asociadas a bajas presiones) son cada vez más frecuentes en esa ciudad portuaria, donde Hochtief elevó las protecciones contra inundaciones de 7,5 a casi nueve metros en el paseo Elbeboulevard.
En Nueva York (EE UU) es Turner la que trabaja para que Manhattan soporte las tormentas y subidas del nivel del mar con la iniciativa The North/West Battery Park City Resilliency. La constructora levantará 2,4 kilómetros de barreras contra el agua y mejorará los drenajes del barrio Battery Park City, junto al río Hudson, enclave de rascacielos.
Cimic incluye en sus diseños, en Australia y Asia, la evaluación de riesgos climáticos. Dos de sus proyectos fueron premiados el año pasado por el Hong Kong Green Building Council: los movimientos de tierras en el aeropuerto Western Sidney y el Metro Tunnel de Melbourne. En este último se buscan cuotas cercanas al 100% en mitigación de gases y consumo de agua. Cimic también ha ejecutado en Australia un tramo de autopista, en la M80 de Sídney, con asfalto de alto contenido en plásticos blandos, vidrio y tóner. Estos materiales reciclados equivalen a tres millones de bolsas de plástico y, según los test internos, la vida útil aumenta un 65%.
Dragados, por último, está utilizando pilotes huecos en la cimentación de la estación de alta velocidad Euston de Londres. Se ahorra 280 metros cúbicos de hormigón y 17 toneladas de acero. Además, el pilotaje requiere menor profundidad y los huecos se convierten en canales geotérmicos para abastecer de agua caliente y calefacción al inmueble.
Acciona y Ferrovial prueban los biocombustibles en sus obras
Los biocombustibles llegan a la obra civil. Acciona anunció ayer su primer paso en la introducción de este producto, generado a partir de aceite de residuos vegetales hidrotratados, para propulsar máquinas pesadas en las obras del canal Fargo-Moorhead, en EE UU.
La empresa medirá el rendimiento de la maquinaria biopropulsada durante seis meses, en los que consumirá 385.000 litros de biocombustible. El recorte estimado de emisiones es del 90% en comparación con el combustible fósil convencional.
Solo esta iniciativa supondrá, según Acciona, una reducción de 1.000 toneladas de CO2 en la obra Fargo-Moorhead. La compañía que preside José Manuel Entrecanales, que cuenta con un fondo de descarbonización para sufragar estas iniciativas, tiene el uso de biocombustibles renovables entre las medidas de su Plan Director de Sostenibilidad 2025.
Otro gigante del sector, Ferrovial, también va a probar biocombustibles avanzados en los grupos electrógenos de la obra de los accesos al barrio madrileño de Los Berrocales. En este caso se trata de sustituir el gasoil por aceites vegetales de cocina reciclados, que serán suministrados por Repsol.
La firma que lidera Rafael del Pino tiene el compromiso de reducir un 35,3% las emisiones de CO2 en sus actividades directas en el año 2030. Para ello ha abierto colaboraciones con expertos en sostenibilidad, medio ambiente y maquinaria, con los que identificar soluciones de descarbonización para la construcción.
El grupo malagueño Sando también acaba de anunciar una iniciativa, a través de su filial Conacon Sando, por la que estudiará la viablidad de producir hidrógeno renovable en las estaciones de depuración de aguas residuales, en muchos casos procedentes de actividades industriales.
“Una vez obtenido el biogás, se valorará su utilización en la generación de energía y calor, y su mejora para separar dos corrientes, biometano y bioCO2”, explica el director general de Conacon, Jorge Gámiz. Este proyecto, denominado ENBIO, cuenta con la participación de un grupo de ingeniería e investigación ambiental de la Universidad de Málaga. La instalación que sirve de banco de pruebas en la estación depuradora de La Ranilla, en Sevilla.
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