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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Por qué hay que apoyar las subvenciones para el automóvil?

EE UU ha dejado a Europa sin alternativas; en última instancia, habrá que eliminarlas, y ambas partes deberán ponerse de acuerdo al respecto

CINCO DÍAS

Macron, Scholz y Ursula von der Leyen están preparando la apertura de las compuertas de las subvenciones en su apuesta por proteger la industria emergente de las tecnologías limpias en Europa.

Habríamos preferido que se gastaran esos miles de millones en fondos de los contribuyentes destinados a reformar las viviendas, desarrollar el transporte público o ayudar a los europeos con bajos ingresos en la transición para dejar atrás las energías fósiles. Las baterías y los vehículos eléctricos estarán pronto en condiciones de competir con el diésel y la gasolina sin necesitar subvenciones.

Sin embargo, EE UU ha dejado a Europa sin alternativas. La Ley estadounidense para la Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act, IRA) constituye la política industrial más agresiva de las últimas décadas. Independientemente de lo que digan Biden y su equipo, la ley IRA es una política al más puro estilo del America First (Estados Unidos primero) y podría producir un daño real en Europa.

Credit Suisse estima que la ley IRA repartirá 152.000 de millones en ayudas a los vehículos eléctricos (VE) y las baterías a lo largo de los próximos 10 años. Esta ley distribuye créditos fiscales que cubren un tercio de los costes de las baterías, mientras que las subvenciones directas ascienden a 45 dólares/kWh, frente a los 138 dólares/kWh del precio de las baterías de los vehículos eléctricos. Aparte de esto, se incluyen otras subvenciones para las energías limpias, las materias primas y los cátodos.

La ley IRA se confeccionó justo en el momento en el que Europa llegó a un acuerdo sin precedentes para la eliminación gradual de los vehículos con motor de combustión para el año 2035. Esta decisión supone que Europa se convertirá en un enorme mercado de consumo de vehículos eléctricos y baterías. Y para satisfacer la creciente demanda comunitaria, se ha planificado la construcción de unas 50 gigafactorías de baterías en Europa.

Pero todo esto está ahora en peligro. A menos que actuemos con determinación, las nuevas gigafactorías de baterías se construirán en EE UU en lugar de Europa, al igual que ocurrirá con otras factorías de tecnologías limpias. En lugar de conseguir ser autosuficiente al 100%, la UE puede acabar importando todas sus baterías, así como muchos de sus vehículos eléctricos, de China y de Estados Unidos.

Pero esto es claramente inaceptable. La descarbonización no debe conducir a la desindustrialización. La UE tiene que responder. ¿Qué debería hacer?

La agilización verde

La respuesta de la UE debe estar bien focalizada. Las subvenciones deberían restringirse a las tecnologías limpias afectadas por la ley IRA, es decir, las baterías, la energía eólica y solar, el hidrógeno verde o las bombas de calor. No debería dedicarse ni un solo euro a financiar actividades contaminantes (p. ej., pagar las facturas de las energías fósiles de las empresas), y tampoco deberían derivarse importes de los fondos verdes existentes.

El poder de la ley IRA radica no solo en el volumen de las subvenciones, sino también en su diseño. Es un instrumento federal, sencillo y predecible, e incentiva la fabricación real. Y este aspecto es clave. La UE también debe evitar subvencionar proyectos pilotos y factorías, y en su lugar centrarse en recompensar la producción real de las celdas de las baterías o de los cátodos.

Los fondos deberían gestionarse a nivel europeo, con el propósito de garantizar la asignación de capital más eficiente en toda la UE, aunque también para excluir los proyectos que no sean viables desde el punto de vista tecnológico o financiero—es inevitable acordarse del caso de BritishVolt—. El objetivo es crear una industria pujante en Europa, no líderes nacionales. Las empresas asiáticas o estadounidenses deben ser aptas para recibir las ayudas, a condición de que instauren sus cadenas de suministro en Europa y faciliten la transferencia de competencias.

Una política industrial europea sin dinero de la UE no tendría sentido alguno. La industria de las tecnologías limpias no debe basarse únicamente en Francia y Alemania, por lo que estos países no deben monopolizar todo el gasto. Si fuera ese el caso, se acabaría destruyendo el mercado único, y supondría la pérdida de oportunidades en lugares como Italia, España, Polonia y muchos otros países.

Quid pro quo

Las empresas van a beneficiarse enormemente de esta guerra de subvenciones, por lo que debe haber un quid pro quo para los contribuyentes. La UE está trabajando en nuevas normas climáticas para los camiones pesados. Esta nueva reglamentación debería exigir que los camiones de cero emisiones representen la mitad de las ventas de camiones nuevos en 2030, y que en 2035 ese objetivo se incremente hasta casi el 100%. Esta medida impulsará la demanda de baterías, además de garantizar que la entrega a domicilio de bienes y paquetes sea más limpia y, a largo plazo, también más económica.

Los fabricantes deben producir más vehículos eléctricos de gamas más asequibles y eliminar los tiempos de espera. Por su parte, el Gobierno de España debe promover una reforma fiscal para modernizar las obsoletas normas actuales, animando así al sector corporativo a apostar por vehículos de emisiones cero, creando así una fuente de origen de este tipo de coches y furgonetas para el mercado de segunda mano. La reforma del plan Moves debe incluir también vehículos de ocasión, lo cual facilitaría el acceso a un vehículo sostenible a un espectro más amplio de la población.

Estas medidas combinadas podrían dar un fuerte impulso a las energías y la movilidad libres de combustibles fósiles, además de reducir la dependencia europea del petróleo y el gas importados y de las cadenas de suministro de baterías centradas en China.

No obstante, en última instancia, se tendrá que poner fin a los tiempos de las vacas gordas en las subvenciones, y habrá que hacerlo más pronto que tarde. La UE debería obligar a EE UU a sentarse a negociar, a fin de allanar el camino para eliminar de manera anticipada las subvenciones del tipo de la ley IRA a ambos lados del Atlántico. Las baterías y los vehículos eléctricos estarán pronto en condiciones de competir con el diésel y la gasolina sin necesitar subvenciones. Y es preferible gastar los escasos fondos disponibles para el clima en otras cosas.

William Todts es director ejecutivo de Transport & Environment, en colaboración con Agenda Pública

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