Unas elecciones en clave nacional que no aclaran nada
Los comicios han replicado el resultado en las generales de 2019 de los tres grandes partidos
Que el resultado de las elecciones en Castilla y León tendrá consecuencias en la política nacional es una obviedad desde el momento en que se convocaron. Pero las semanas de campaña y el resultado final no han dejado un panorama electoral muy distinto del momento previo a la convocatoria. Pablo Casado ha ganado otras elecciones regionales, pero ha perdido una bala y queda atado a Vox. Pedro Sánchez, que explotará este condicionante, mejora las expectativas pero pierde poder. Sin cambios de tendencia a largo plazo, la política española parece que seguirá marcada por la táctica de corto plazo.
Estas elecciones marcan más al PP, y en particular a Pablo Casado, por dos motivos. Uno, porque la decisión de apretar el botón electoral salió del partido; la lectura sería muy distinta de haber sido unas elecciones ordinarias. Y, en segundo lugar, porque sin mayoría alternativa posible están atados a las negociaciones con Vox, y el resultado de éstas tendrá consecuencias en toda España. El partido de extrema derecha destaca como la tercera fuerza política y viene a consolidar su éxito en las últimas convocatorias. Los resultados de los tres primeros partidos arrojan, de hecho, un mapa casi idéntico al de las elecciones generales de 2019.
La convocatoria, abonada por las tensiones entre Francisco Igea y Alfonso Fernández Mañueco, se interpretó como una apuesta del PP para recuperar el liderazgo en la región e intentar repetir el éxito de Ayuso en Madrid, que se quedó cerca de la mayoría absoluta tras el adelanto electoral. El refuerzo popular, previsiblemente a costa de Ciudadanos, supondría para los populares elevar la presión sobre la Moncloa, un objetivo quedó claro en las primeras semanas de precampaña y campaña, muy centradas en Pedro Sánchez. Las elecciones, además, pillaron a contrapié a algunas de las candidaturas de la España vaciada.
El PP ha recuperado (por poco) el trono de lista más votada que perdió en 2019, y es el único partido con opciones de gobernar. Pero pese a los dos procuradores de más, apenas ha mejorado el resultado de hace tres años (31,5% en ambas citas) pese a la cuasi desaparición de Ciudadanos, cuya caída en desgracia ha ido a la cuenta de Vox. El PP no logra el margen de maniobra esperado, y la aritmética de las Cortes obliga a Mañueco a negociar con la formación de extrema derecha, pues no suma escaños para gobernar solo con la abstención del partido verde. Queda por ver en qué medida el PP une su destino a Vox en Castilla y León. En particular, si entra en el gobierno de Valladolid y, eventualmente, bajo qué condiciones. Una decisión que tendrá eco a nivel nacional de cara a próximas citas electorales.
De cara al PSOE, el sabor es agrio, pero también de alivio. Puede respirar Moncloa porque las elecciones no han sido una enmienda a la totalidad al Gobierno de Sánchez, como pronosticaban las primeras encuestas, y la lectura queda lejos de las previsiones más optimistas de un PP, que barruntaba, incluso, una nueva convocatoria en Andalucía. Pero los socialistas ganaron con margen las elecciones de 2019 y este año las pierden, dejándose siete procuradores. Se les escapa la posibilidad de una moción de censura, existente en esta legislatura gracias a las tensiones en el seno del gobierno de coalición de Ciudadanos y el PP.
No es sencilla tampoco la lectura para Unidas Podemos, que se deja algo de apoyo y un procurador. Ciudadanos, por el contrario, sigue perdiendo a borbotones poder institucional y, sobre todo, relevancia en las combinaciones de gobierno. No consigue el milagro y el carisma de Igea solo le sirve para salvar su propio asiento en las Cortes, partiendo de los actuales 12. Vox sigue el camino inverso, pasando de uno a 13 procuradores. En voto, ya en las generales de 2019 obtuvo un respaldo similar, el 16,8% frente al 17,6% de esta noche. Pero el hundimiento de Ciudadanos le da otra llave del gobierno más, y con un poder reforzado.
Más novedosa ha sido la irrupción regionalista, una heterogénea constelación de partidos surgida como resultado de los graves problemas de las provincias menos pobladas y posiblemente reforzada, también, por la lectura en clave nacional de los comicios. En Soria, donde la formación está más asentada, Soria Ya es el primer partido, con 15 puntos de diferencia con el partido Popular. Algo distinto es el caso de la leonesa UPL, partido histórico que aboga por la separación de la comunidad, que triplica representación. El resto de candidaturas ha quedado diluida, en parte porque la premura en la convocatoria. Queda por ver si el rotundo éxito en dos provincias son un toque de atención de cara a los próximos comicios nacionales.