Un año clave para la recuperación de la economía y el vigor del empleo
España ha cerrado 2021 con unas cifras de empleo que están ya por encima de las registradas antes de la pandemia de Covid-19. Si 2020 fue el ejercicio del hundimiento de la economía y, por tanto, también del mercado de trabajo, el año que acaba de terminar ha sido el de la recuperación y fortalecimiento de sus constantes vitales. Las cifras arrojan un saldo de 777.000 nuevos puestos, lo que supone un aumento anual del 4,08%, el mayor desde 2005, así como una reducción de 782.232 personas del paro. La radiografía del mercado laboral con la que España ha despedido el año suma 19.824.911 cotizantes y 3.105.905 desempleados, según datos facilitados ayer por los Ministerios de Inclusión y Seguridad Social y Trabajo. La economía española encadena así diez meses consecutivos de reducción del desempleo, en lo que supone el periodo más largo de la serie histórica.
Pese a que buena parte de la fortaleza que exhiben estos datos hay que entenderla en el marco de un país que ha dejado atrás el grueso de una crisis sanitaria histórica que provocó una caída del 11% en el PIB real de 2020, los datos de 2021 reflejan una economía que se recupera vigorosamente y crea empleo de forma homogénea en prácticamente todo el territorio, con la excepción de Baleares por su fuerte dependencia del sector turístico. La industria turística sigue siendo el sector más golpeado por la pandemia y también el que encara unas expectativas más inciertas, por la evolución de la variante ómicron y las restricciones que puedan imponer a los viajes los distintos países.
Entre las lecciones que pueden extraerse de este balance anual destaca el papel clave que han desempeñado los ERTE durante la crisis a la hora de limitar los daños sobre el empleo. Los datos del año pasado muestran que el número de trabajadores protegidos por este instrumento son todavía algo más de 100.000, pero casi 520.000 menos que al finalizar 2020. Aunque esa cifra debe seguir reduciéndose, es probable que lo haga a un ritmo cada vez menor hasta llegar a lo que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, definía hace unos meses como nucleo duro o puestos de difícil recuperación, ya sea por falta de demanda, por cambio de hábitos o por la aparición de medios de producción que han dejado determinados puestos obsoletos.
Los datos continúan mostrando también un desajuste entre la fuerte caída del paro que ha marcado el ejercicio y el más débil crecimiento del PIB, lo que arroja una caída de la productividad aparente del factor trabajo. Aunque desde el Gobierno se confíaba ayer en un ajuste progresivo de ambas variables, la brecha es lo suficientemente importante como para justificar una necesaria revisión de los datos oficiales de crecimiento.