Gerardo Fernández Calvo: “Las recetas de Trapa son un tesoro, están protegidas”
Está satisfecho de haber sacado del concurso de acreedores a la empresa palentina, una firma con 130 años de historia, que factura 16 millones de euros y con presencia en 50 países
La familia palentina Fernández Calvo salvó de su desaparición a Chocolates Trapa, una de las marcas más arraigadas en la memoria de los españoles, fundada por los monjes trapenses en 1891 en la localidad de San Isidro de Dueñas. Estaba en concurso de acreedores cuando fue rescatada en 2013, tras haber pasado por momentos complicados después de una nefasta gestión por parte de Rumasa, que la adquirió en 1992. Cumple 130 años, con el logro de haber creado el primer bombón en España, en un momento muy dulce, tal y como reconoce Gerardo Fernández Calvo (Palencia, 1979), presidente de la compañía. Licenciado en Administración de Empresas, cuenta con un máster en Marketing y Gestión Comercial por ESIC y un programa de desarrollo directivo en IESE, y es vicepresidente de Mahou San Miguel, ya que el grupo familiar, con su tía Mercedes Calvo a la cabeza, es también accionista de la cervecera.
- R. ¿En qué situación se encuentran?
- R. En una situación buena, gracias al esfuerzo y al trabajo que venimos realizando desde 2013, año en el que le dimos un giro a la marca, colocándola donde se merece, que es en todos los hogares. Y lo hemos conseguido. Nuestra estrategia en este tiempo ha sido la innovación, un cambio en el estilo de imagen y la responsabilidad social corporativa. En innovación hemos escuchado al cliente para desarrollar chocolates sin gluten, sin aceite de palma, que en este producto hemos sido los primeros en eliminarlo. Para ello, contamos con un buen equipo de I+D. Hemos cambiado la imagen, apostando por el icónico color naranja. Todo esto ha sido muy complicado, pero viene de una familia trabajadora, ligada al esfuerzo.
- R. ¿Pero ha merecido la pena?
- R. Cuando cogimos la empresa facturaba 1,5 millones de euros y este año sobrepasaremos los 16 millones, lo que supone un crecimiento del 12% con respecto a 2020. Somos un motor económico regional, nacional e internacional porque exportamos a 50 países, y empezamos en Alemania y Brasil. Hemos pasado de un equipo de 64 personas a 150. El año que viene y en 2023 vamos a continuar con la expansión internacional, vamos a ir a ferias, si el Covid nos lo permite, porque nuestra intención es seguir proyectando la marca.
- R. ¿Por qué entraron en el mundo del chocolate?
- R. Por una cuestión sentimental. Somos de Palencia y esta es una empresa de mucho calado regional, y era una pena que se fuera a cerrar. Está muy arraigada a las costumbres de la zona. De hecho, cuando renovamos la fábrica pusimos una tienda, que hasta entonces era un quiosco donde la gente iba a tomar chocolate, para que se pudiera interactuar con la marca. Y tiene un gran éxito, ya que la visitan al año 80.000 personas.
- R. ¿Tienen previsto abrir tiendas que sirvan para darle mayor visibilidad a la marca?
- R. Tenemos proyectos que se pararon con la pandemia y que vamos a retomar. Entre ellos está la apertura de alguna tienda, pero no está todavía decidido. Tenemos un plan estratégico 2020-2025 con una inversión de 10 millones de euros, de los que ya hemos consumido más de un millón, y para el próximo año invertiremos otros dos millones enfocados a las necesidades del cliente.
- R. ¿La innovación es el pilar sobre el que descansa la nueva etapa de Trapa?
- R. Sin duda. Hemos hecho profundos cambios en este sentido. Por ejemplo, hemos quitado alérgenos, como el cacahuete, para poder llegar a un mayor número de consumidores. En 2015 invertimos 30 millones de euros en tener la planta más moderna de España en fabricación. Esto nos da una ventaja competitiva para atender la demanda de los consumidores. El año que viene vamos a complementar la gama de los chocolates con cero azúcares añadidos. En este sentido, las ventas se han incrementado un 12% en todas las referencias. Estamos en diferentes canales, como horeca, donde también estamos con la cerveza, y en los hoteles, donde se ofrecen nuestros bombones cortados como cortesía. Hay referencias que mantenemos de etapas anteriores, pero hemos avanzado y eso lo notan los clientes. Hacer caer a la empresa era lo fácil, lo difícil era hacerle tomar la senda del éxito y llevarla donde queremos posicionarla. No queríamos ver cómo era Trapa, sino cómo debía ser. Para ello también era muy importante que estuviera en línea con el compromiso medioambiental y social. Hemos plantado 10.000 árboles en toda España. Es una manera de conectar y de concienciar a las nuevas generaciones.
- R. ¿Están teniendo problemas de suministro de materias primas o de logística?
- R. No, porque nos hemos adelantado a lo previsto y para ello ha sido fundamental el trabajo en equipo. Tenemos comprado todo lo que se ha podido comprar para 2022.
- R. ¿Han entrado ya en beneficios?
- R. Estamos ahí, cerca del punto muerto en ebitda. Esto no ha sido posible todavía porque tenemos mucha inversión, pero es algo que no nos ha preocupado porque queríamos que la marca continuara. La empresa tiene aire, ya que disponemos de financiación propia de la familia, no tenemos la presión de un banco. Todo esto es fruto del amor propio, del esfuerzo y del cariño.
- R. ¿Mantienen las recetas originales?
- R. Costó recuperar las fórmulas, ya que cuando una empresa está en concurso de acreedores se pierden todos los ratios. Recuperar las recetas originales fue complicado, es más fácil montar una empresa nueva que rescatar una. Es nuestro mayor tesoro y están protegidas. Lo que hemos hecho ha sido adaptarlas a los nuevos tiempos. Fue un trabajo muy duro porque, además, había que motivar y conservar a los 64 trabajadores que continuaban en la empresa, que habían estado dos años en concurso de acreedores, sin ingresos y con mucha incertidumbre. Es difícil remontar algo cuando está destruido y machacado, pero lo más importante es renovar la confianza. Y es duro porque en ese tiempo la competencia ya ha cogido tu sitio.