El español: Un ‘lobby’ pendiente de aprovechar
La lengua española debe comenzar a asumir un protagonismo significativo en la expansión internacional de nuestra empresas
Lobby, una palabra que en España suena a algo non sancto, en EEUU es un concepto conocido, utilizado y respetado en los negocios y la política. El diccionario de RAE lo define como grupo de presión, conjunto de personas que, en beneficio de sus propios intereses, influye en una organización, esfera o actividad social. Es lo que haría falta con el español, influir en beneficio de los hispanohablantes. El potencial está; lo dominan 1.000 millones de personas y lo usan habitualmente casi 600 millones.
Sin embargo, en un mundo global, donde la capacidad de influir en decisiones multilaterales depende de la solvencia económica nacional, el español no ha logrado la influencia que podría. Hablo de mejorar la competitividad de sus empresas y generar en otros países ingresos genuinos para los suyos forjando una capacidad de lobby que les dé ventajas. Desde hace años (mayo de 2003) vengo diciendo que EEUU es una de las asignaturas pendientes más importantes para la internacionalización de España ¡el español es clave! Allí es la segunda lengua y sigue en aumento como alternativa del inglés, lo utilizan casi 80 millones de ciudadanos, es el idioma más estudiado en todos los niveles de enseñanza.
No hay duda, la posibilidad de éxito de acuerdos, especialmente en negocios, entre países está absolutamente condicionada por la comprensión de la lengua entre quienes negocian o intercambian. Si es la misma, la eficiencia y eficacia del intercambio es mucho más fácil, precisa y segura. Nos hace falta una estrategia de diplomacia pública que mejore nuestra capacidad de lobby que influya en la toma de decisión de líderes de opinión y negocios. Nuestro Instituto Cervantes está orientado a lo socio-cultural; poco a la innovación, tecnología y negocios.
Hay que fomentar la cooperación y complementación en actividades económicas, académicas, I+D+i, científicas, políticas y en especial los intercambios económicos y financieros. El español debe ser entendido más que como lengua materna, como necesario en la vida profesional. Algo que los españoles no hacemos. Debemos cambiar esa costumbre de aceptar priorizar el inglés en negocios internacionales, es como un complejo de inferioridad que hay que superar, siempre que se pueda hay que imponer el uso de nuestro idioma.
Lamentablemente el mundo hispanohablante no es tan fuerte ni cohesionado en lo económico-empresarial como en lo social. Pero tenemos un idioma con mucho potencial. Para 489 millones es su lengua materna, es el segundo detrás del chino Mandarín, se habla en 21 países, 22 millones lo estudian en 110 países, el tercero más usado en internet y segundo en publicaciones científicas. (Anuario 2020, El español en el mundo, del Instituto Cervantes). EEUU es el país con más hispano parlantes, después de México y seguido por Colombia y España.
La lengua española debe asumir un protagonismo significativo en la expansión internacional de nuestras empresas, en las oportunidades laborales de los directivos internacionales, en la formación empresarial y en procesos de I+D. El éxito de la implantación de empresas españolas en Hispanoamérica no ha sido tan brillante como se dice. Accidentes como los de Repsol (algún día sabremos qué pasó en realidad…), Iberia (los gestores fueron amigos, sin experiencia), Endesa (solo intenciones), y otros varios son ejemplos de unos expatriados poco trasparentes o no siempre tan comprometidos con España. Al principio, el español como herramienta de lobby funcionó. Los españoles ganaron limpiamente las subastas, invirtieron, modernizaron las instalaciones y proporcionaron a muchos hispanoamericanos servicios semejantes a los europeos haciendo que la región diera un salto enorme a la modernidad.
Sin embargo, hay que ser realista y aceptar que no logramos posicionarnos como los mejores socios para ellos. Las empresas españolas no aprovecharon una ocasión tan propicia para crear una imagen reputacional corporativa de la Marca España en los negocios. Hubo mucho provincianismo a nivel de alta dirección y mucho oportunismo entre los directivos designados. Es difícil de explicar por qué determinados conflictos con los gobiernos acabaron en decisiones expropiatorias o reprivatizadoras de las que las empresas españolas no salieron bien paradas ni en lo crematístico ni en lo relativo a Marca España.
Perdimos la oportunidad de causar una buena primera impresión en lo empresarial cuando nuestra transición política nos había colocado en un pedestal. No supimos cambiar esa empatía afectiva por una económico-empresarial. ¿Una segunda oportunidad? ahora con la globalización, el interés que despierta y la evolución que tiene, se puede intentar crear un lobby español más potente. Pienso que apalancándonos en EEUU habría una nueva oportunidad, a pesar de la aparente antipatía que genera, es el país con más influencia al sur del Río Grande. A España le pasa lo contrario, somos de la familia; pero los negocios los hacen con otros…
Aunque el inglés, y el hecho de que EEUU lo utilice coloca al español en desventaja. podemos estrechar vínculos entre españoles de España, hispanoparlantes de Hispanoamérica y los hispanoparlantes norteamericanos, pues todos tenemos raíces comunes. Pero como ya decía Felipe González hace cuarenta años, tenemos que diluir aquello de la madre patria, no ayuda a los intercambios económicos, hay que asumir ser primus interpares. Ser el catalizador de la integración, un rol que no está ocupado entre los hispanoparlantes de EEUU y promover el español con el protagonismo que merece, transformándolo en una herramienta eficaz de lobby empresarial. Y por lo que parece esta idea tiene cierto atractivo para los directivos hispano parlantes residentes en EEUU.
Hay que comenzar a moverse en España, afortunadamente he oído que por aquí hay un veterano en estos asuntos, influyente y baqueteado que está poniendo en marcha una iniciativa para integrar a los directivos hispanoparlantes del mundo, que somos unos cuantos y en aumento. ¡Suerte! Quedo a disposición…
Raúl Peralba es Positioning & Branding Science. Coautor de ‘Hispanotropía y el efecto Von Bismark’