¿Gran Depresión? España no puede esperar a Europa
Es urgente que el Gobierno presente un plan de reducción de deuda pública en los próximos cinco años que sea creíble y pueda ser apoyado
En 1929 Irving Fisher, uno de los economistas más prestigiosos en EEUU, dijo que la crisis era transitoria y que la caída del lunes negro en la Bolsa era una oportunidad de compra. En 1933 escribió un artículo clásico: La deflación de deuda y la teoría de las grandes depresiones.
En las tres grandes depresiones que estudió, 1825, 1875 y 1929, había un problema previo de sobreendeudamiento e inflación de activos y burbujas varias. La crisis activaba la deflación de activos y el valor de las garantías de los créditos caían, haciendo la deuda insostenible. Comenzaban entonces las quiebras y se colapsaba el canal del crédito. Eso provocó la depresión y la deflación.
Antes de la pandemia, el Nobel de economía Robert Shiller, con el mismo prestigio hoy que Irving Fisher en 1929, dijo que no veía una corrección de las Bolsas en el corto plazo. Sorprendió, ya que según su índice, la Bolsa de EEUU tenía el mismo nivel de sobrevaloración que en 1929. Ahora advierte que hay riesgo de depresión. ¿Qué ha cambiado? Que los economistas hemos aprendido de la historia, sobre todo tras la Gran Recesión de 2008, y tenemos mejores indicadores que en 1929.
Los bancos centrales han reaccionado muy rápido y con la mayor contundencia de la historia para frenar la deflación de activos y la contracción del crédito. La Reserva Federal, además de dar acceso ilimitado a los bancos a la liquidez y de comprar deuda pública, ha entrado masivamente en el mercado de crédito corporativo para evitar el colapso. En EEUU la mayor parte del crédito se financia en el mercado de capitales y eso aumenta la complejidad de gestionar la crisis, como quedó demostrado en 2008.
Para evitar quiebras, las empresas deben tener ingresos para pagarlas. El confinamiento ha provocado un desplome de las ventas y los gobiernos han activado avales para evitar una cadena de impagos de deuda en cadena. El banco central llena los embalses y los avales impiden que se colapsen las cañerías para que el crédito llegue a las empresas, se puedan pagar los sueldos y los consumidores puedan comprar. Con esas ventas, las empresas pueden pagar sus deudas y evitar que colapse el canal del crédito. Y para los que pierden el empleo, hay un seguro de paro, que se creó en 1937 en EEUU, tras la grave crisis social provocada por la Gran Depresión. Esto que acabo de describir es el flujo circular de la renta que nos enseñaron los fisiócratas franceses hace 250 años.
El problema es que la recesión, como advierte el FMI, ya es inevitable, será muy intensa y la recuperación será lenta. Por lo tanto, muchas empresas no podrán resistir y muchas deudas no se podrán pagar. La deuda en EEUU es 20 billones de dólares superior a la de 2007. La deuda en hipotecas es la misma, la deuda pública ha aumentado 13 billones, la deuda de las empresas 4 billones, la mitad en bonos basura, y el crédito al consumo de las familias 2 billones, casi el doble que en 2007. China en 2007 era un país poco endeudado. Hoy tiene más deuda sobre PIB que EEUU. Sus empresas tienen el doble de deuda sobre PIB que en 2007.
España era uno de los países más endeudados del mundo en 2007, la mayor parte deuda de empresas y familias, y es el que más ha reducido la deuda desde entonces. La banca española vuelve a tener más depósitos que créditos y no tiene dependencia de los mercados de capitales y tiene acceso ilimitado a la liquidez del BCE. La deuda empresarial es menor, especialmente en construcción y promoción de viviendas. Ahora el problema estará en el sector turístico y en el sector industrial de cadenas de valor más afectados.
El problema en España ahora es la deuda pública que, según el FMI, aumentará hasta el 115% del PIB este año. Y el déficit volverá a ser del 10% del PIB como sucedió en 2009. Eso supone un aumento muy significativo de las emisiones de deuda este año y los próximos. A corto plazo, la prioridad es reducir la presión sobre nuestro sistema de salud para reducir el número de fallecidos. Luego aprobar un plan de inversión pública para bajar la tasa de paro. Si es europeo mejor, pero España tendrá la mayor tasa de paro de la OCDE y no puede esperar a Europa.
Al mismo tiempo hay que conservar la confianza de los inversores internacionales para que nos financien la deuda pública. Si el Gobierno no consigue ese objetivo, no habrá dinero para pagar los equipos para proteger al personal sanitario, los ERTE y los avales de las empresas, ni para financiar el déficit de nuestro sistema público de pensiones. Hoy el BCE compra deuda pública masivamente, algo que no teníamos en 2008. Pero solo el BCE no podrá financiar toda la deuda que necesitamos emitir. Y los eurobonos llegarán, pero no a corto plazo.
El Gobierno está en minoría. Por eso es urgente que presente un plan creíble de reducción de deuda pública en los próximos cinco años que tenga apoyos suficientes para ser aprobado en el Congreso. La alternativa es un rescate del Mede y deberíamos haber aprendido en 2012 que es mejor tomar nosotros las medidas que tener que negociarlas con el rechazo de los inversores internacionales. Los países que no aprenden de su historia están condenados a repetirla.
José Carlos Díez es profesor de Economía de la Universidad de Alcalá
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