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La brecha de género en el empleo resta al PIB 200.000 millones

La desigual incorporación de la mujer al mercado laboral y su mayor grado de parcialidad son las causas más visibles

Brecha género
A. M.

La interrupción laboral por embarazo y lactancia, la incorporación tardía de la mujer al mercado laboral, las diferencias de género en relación con la elección de estudios y profesiones y la falta de corresponsabilidad en los roles familiares y domésticos son las principales causas para este vínculo dispar. Una circunstancia que se manifiesta principalmente de dos maneras: la desigual incorporación de la mujer al mercado laboral, a pesar de que la cifra de mujeres en edad de trabajar es un 5,4% superior, y el mayor grado de parcialidad de estas. En concreto, la tasa de empleo de las féminas en 2018 fue del 44%, 12 puntos porcentuales menor a la de los varones. Este desnivel se ha reducido drásticamente desde 1976, cuando la diferencia sobrepasaba los 47 puntos, pero aún hay un largo camino por delante, pues es en los tipos de contrato donde se observa una brecha más acuciada. El estudio refleja que el 24% de ellas, frente al 7% de ellos, cuenta con una jornada parcial, lo que se traduce en que por cada hombre con un horario reducido hay 3,5 mujeres. Las labores de cuidados, bien de niños o de personas mayores dependientes, es el motivo principal para acogerse a este tipo de contratos.

Brecha de género en empleo

Debido a todo ello, las mujeres trabajan en torno a 5.300 millones de horas menos fuera de casa que los varones, una brecha del 28%. Por otra parte, ellas dedican casi tres horas más al día al trabajo no remunerado, aunque igualmente necesario: dos horas a las tareas del hogar y 46 minutos al cuidado de los hijos. Este desequilibrio entre el tiempo retribuido y el que no lo está no solo genera un fuerte impacto en su trayectoria profesional, sino que acaba repercutiendo también en sus salarios y, en el medio y largo plazo, en las pensiones de jubilación. También hay una gran diferencia en la tasa de inactividad debida a la realización de tareas domésticas: por cada hombre que se queda en casa hay nueve mujeres en su situación.

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El consejero delegado de PwC, Manuel Martín Espada, consideró especialmente llamativos los datos que revela el informe, pues defendió que “el empleo es el pilar básico para que cualquier persona pueda construir su vida personal y familiar”. Desde ClosingGap se han estudiado también las brechas de género existentes en áreas como el ocio, la salud, la conciliación, el turismo y la movilidad, pero la desigualdad existente en el empleo influye y magnifica todas las anteriores.

Las mujeres no solo están infrarrepresentadas en el mercado laboral, sino que esta presencia continúa menguando conforme se asciende por las categorías profesionales: mientras que ellas ostentan el 46% del empleo cualificado, solo son el 9% de los cargos de alta dirección y el 8% de las presidencias. Sin embargo, esta no es la única diferencia que repercute en un desequilibrio en términos de salario: los sectores y áreas de actividad a los que se dedica cada sexo también contribuyen a perpetuar esta brecha.

Los hombres están sobrerrepresentados en el sector primario, con un diferencial de 54 puntos porcentuales respecto a sus compañeras. Una brecha que se repite en el área industrial, donde también hay un mayor peso de los varones: 58 puntos porcentuales más. El sector servicios, por su parte, presenta el mapa opuesto, sobre todo en aquellos oficios relacionados con los cuidados. Las mujeres son mayoría en las actividades del hogar (76 puntos), actividades sanitarias y servicios sociales (53 puntos) y la educación (34 puntos).

Este desequilibrio por sectores se traduce a su vez en una brechasalarial, ya que las ocupaciones con mayor representación femenina, como son el sector servicios, la salud, la educación y la Administración pública, también cuentan con un salario medio inferior. La diferencia entre la remuneración que perciben los hombres y las mujeres varía mucho en función del sector de actividad, que puede llegar a oscilar entre el 1,7% y el 25,6%. Por regla general, las categorías con un mayor desnivel suelen ser aquellas que están más masculinizadas, como son la industria manufacturera o la financiera.

Debido a todo lo anterior, las féminas cobran anualmente 5.748 euros menos que sus compañeros, un 21,9% menos al año, lo que se traduce en un coste de oportunidad de 49.502 millones de euros, equivalente al 4,2% del PIB. Si bien cuando esta brecha se ajusta a la remuneración por hora trabajada, el desnivel se reduce al 13,5%. Para acercarse a la igualdad salarial, el informe plantea eliminar las diferencias en las mismas categorías profesionales y aumentar la representación femenina en los altos cargos.

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