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Eurobarómetro

España, el segundo país de la UE donde más crece la vida laboral de las mujeres

La trayectoria profesional de ellas aumenta casi nueve años desde el 2000, el doble que en el resto de Europa, pero es todavía cinco años más corta que la de los varones

Españolas en el mundo laboral
Belén Trincado / Cinco Días

La incorporación de la mujer al mercado laboral ha sido masiva en las últimas décadas, tanto en los periodos de bonanza como en la crisis, cuando muchas salieron del hogar ante la destrucción de empleo en sectores masculinizados como la construcción. Todo ello ha hecho que la esperanza de vida laboral de las mujeres españolas sea la que más haya aumentando de toda la Unión Europea desde inicios de los 2000, solo por detrás de las maltesas, según los datos publicados este viernes por Eurostat.

En los últimos 18 años, la expectativa de vida laboral de las mujeres en España ha crecido 8,6 años, la segunda mayor progresión después de Malta y casi el doble que la media de la Unión Europea, que en ese periodo ha aumentado en 4,5 años. Así, según las estimaciones del Eurobarómetro, una española que hoy tenga 15 años estará 32,8 años dentro del mercado laboral –ya sea como trabajadora o buscando activamente empleo–, mientras que en el 2000 apenas permanecía 24,2 años. Una mujer del resto de la UE permanecerá 33,7 años, 0,9 años más que una española, pero una diferencia notablemente inferior a la del 2000, cuando el margen era de cinco años.

Este aumento significativo de la extensión de la vida laboral de ellas se debe, según explica la presidenta de la Fundación Woman Forward, Mirian Izquierdo, a la incorporación de las mujeres de la generación del babyboom y siguientes, que han ido progresivamente dejando de interrumpir sus carreras profesionales tras tener hijos. Algo que ha hecho mella en la tasa de natalidad de España, de las más bajas del mundo, ya que la entrada de las trabajadoras en el mercado laboral no se ha visto acompañada por medidas de conciliación y corresponsabilidad con la vida familiar, apunta la presidenta de la Federación de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedepe), Ana Bujaldón.

El segundo factor es del índole económico: durante la pasada crisis, la destrucción de empleo de sectores muy masculinizados hizo que más mujeres entraran al mercado laboral y la precariedad salarial que se arrastra desde entonces ha hecho que los hogares no puedan mantenerse con un único sueldo, apuntan ambas expertas. Así, en los peores años de la crisis, de 2009 a 2014, la vida laboral de los varones se acortó mientras que la de ellas creció, lo que resulta en un aumento acumulado desde el 2000 de 8,6 años –hasta los 32,8 años– para ellas y de apenas 0,3 años para ellos –hasta los 37,4 años–.

Esta evolución no solo ha acortado la brecha con las europeas, sino también con los hombres. En los 2000, la vida laboral de las españolas era casi 13 años más corta que la de ellos, la tercera brecha más importante de la UE, solo por detrás de Malta y Grecia, y casi el doble que la del resto del bloque comunitario (de 7,2 años). Hoy el panorama es bien distinto: la diferencia es de 4,6 años, más baja incluso que la del conjunto de la UE (de 4,9 años).

Si bien ambas expertas coinciden en que los datos son positivos, Izquierdo critica que la incorporación masiva de las mujeres no haya tenido un reflejo similar en el acceso a los altos mandos y consejos de administración de las empresas, donde siguen topándose con techos de cristal. Bujaldón, por su parte, lamenta además que la evolución haya sido cuantitativa pero no cualitativa: “El 90% de los contratos a tiempo parcial siguen ocupados por mujeres y, de ellas, seis cada 10 querrían trabajar a tiempo completo pero no pueden, lo que explica la brecha salarial, que en el caso de las pensiones alcanza el 38%. La pobreza tiene rostro femenino: más de un millón de mujeres cobra una pensión inferior a los 600 euros al mes”.

Ambas señalan que todavía queda trabajo por hacer: la equiparación de los permisos de paternidad así como la puesta en marcha de paquetes de apoyo a la maternidad y a los primeros años de infancia se ha demostrado muy eficaz tanto para mantener la actividad de las mujeres en el ámbito laboral como para incrementar la natalidad, detalla Izquierdo. Bujaldón estima necesario una regulación “más vinculante” que la Ley de Igualdad. “Los cambios culturales no ocurren solos y para que la igualdad formal se convierta en igualdad real necesitamos dar pasos más definitivos y más legislación”, defiende.

La brecha profesional en el bloque comunitario

Malta, Italia y Grecia, a la cabeza. Malta es el país de la Unión Europea con mayor brecha de género en la trayectoria profesional: la vida laboral de ellas es 10,6 años más corta que la de ellos, que se alarga durante 40,9 años mientras que la de ellas termina tras 30,3 años. No obstante, en los últimos 18 años, el país ha recortado el margen de diferencia a la mitad. Tras él se sitúa Italia, donde la brecha es de 9,4 años, Grecia (7,1 años), Irlanda (6,8) y Rumanía (6,5).

España, que en el 2000 se situaba como el tercer país comunitario con mayor diferencia cae al puesto número 13, con una brecha de 4,6 años entre ellos y ellas (frente a los 12,9 de inicios de siglo), por debajo incluso de la media europea, que alcanza los 4,9 años. En línea con el umbral comunitario –y peor situados que España– están Holanda, Eslovaquia y Reino Unido.

Los países escandinavos, donde menos. Lituania es el único país de la UE donde la vida laboral de las mujeres es más larga que la de los hombres (0,2 años más). En Letonia no existen diferencias de género, y en Finlandia, Estonia y Suecia, la brecha es inferior a los dos años.

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