El procés y la pérdida de conciencia de lo que está mal
Los líderes del independentismo deben entender que su utopía es un error para todos los catalanes
El comportamiento de las personas referentes de una sociedad es clave para la convivencia de su generación y de las venideras, dado que los humanos tenemos la capacidad de transmitir a las generaciones siguientes las pautas aprendidas. Esta es la diferencia básica con el reino animal. La peor herencia del procés va a ser que muchos catalanes independentistas pierdan conciencia de lo que está mal, mal desde una perspectiva ética, objetiva, que borren de la memoria cuestiones básicas que la humanidad ha aprendido en siglos, que han transformado sociedades tribales simples en sociedades democráticas complejas.
Los líderes del procés están logrando que muchos de sus correligionarios rompan con principios que han sido claves para la convivencia y corrompan el sentido de las palabras.
-Una sentencia del Tribunal Supremo no tiene porqué ser justicia (no vale si no estoy de acuerdo).
-Es legal convocar un referéndum (aunque esté expresamente prohibido por la Constitución).
-Son presos políticos (si estuvieran en la cárcel por sus ideas habría miles).
-La violencia desatada en las calles de Barcelona es comprensible (¿El fin justifica los medios?).
-Unos estudiantes impidan a otros ir clase con apoyo político y de los rectores (¿Qué es mejor asistir a clase o no? ¿Sólo te puedes manifestar en horario lectivo?
-Los rectores toman partido por el independentismo (¿Es compatible la institución de la libertad de cátedra y la imposición de una idea?
Si tienen la razón y la ley, ¿por qué van encapuchados los cachorros del secesionismo que prenden fuego en las calles o empotran mesas contra las puertas de las universidades?
Cuando desde el poder se incitan, defienden y ensalzan estas aberraciones, como vas a explicar luego a tus hijos la importancia de la justicia, el orden y la educación. La convivencia, en definitiva ¿Cuáles son sus valores? ¿Es imposible defender tu identidad sin acosar al que piensa distinto?
El sistema democrático que tenemos en España y en Europa ha costado mucho construirlo. Ha permitido uno de los periodos de paz y armonía más largos de la historia. Pero hay que mimarlo, porque todo es reversible, como demuestra la historia.
Marlene Wind, directora del Centro de Política Europea de la Universidad de Copenhague, describe el cambio de la Europa de hoy en su reciente libro La tribalización de Europa, lectura recomendada por mi ex director José Antonio Zarzalejos, y que desde aquí insisto en su interés. Es una magnífica reflexión para todos los públicos, pero muy especialmente para los extremos, sean de izquierdas o de derechas, independentistas o eurófobos.
Muchos países de Europa, entre ellos España, pensaron durante décadas que una Europa liberal sin fronteras era una utopía. “De pronto, el sueño se había hecho realidad, allí estaba lo que ellos buscaban: verdadera democracia, mercados libres, libertad de expresión y pensamiento, valores universales y solidaridad europea. Todo esto parece ahora muy lejano en el tiempo. En estos últimos cinco o diez años, hemos presenciado en Europa una evolución radicalmente diferente. Es como si muchos europeos hubieran renunciado a sus aspiraciones universalistas y, en su lugar, estuvieran destruyendo puentes. En definitiva, regresando a la tribu”.
Así describe la situación Marlene Wind, politóloga que se hizo conocida en España en enero del año pasado por poner en su sitio a Carles Puigdemont, que había acudido a la capital danesa a un debate. Puigdemont pretendía presentarse como una víctima del régimen esp añol, y Wind le colocó en su sitio con preguntas como única arma.
Marlene Wind concluye que “el más original, exitoso e innovador proyecto superador del marco estatista del que el mundo ha tenido noticia hasta la fecha, la Unión Europea, está en apuros. Necesita ¬–ese proyecto y los valores que representa– que lo defendamos”. Y sitúa los mayores riesgos de tribalismo y ruptura de Europa en Cataluña, el Brexit, Europa Central (Polonia y Hungría) y el norte de Italia.
Los líderes del independentismo deberían entender que están profundamente equivocados, que la república identitaria que quieren construir no es que sea una utopía con el marco legal actual, sino que es un error para todos los catalanes. Como lo es el Brexit para los británicos, una decisión que van a tener que soportar todos ellos, por culpa de una mayoría escuálida conseguida en el mundo rural, de la que ni participan Londres o Escocia, por ejemplo. ¿Alguien de verdad era consciente de lo que significaba lo que votaban? ¿No les parece suficiente ejemplo a los secesionistas catalanes?
El independentismo nunca va a contar con el apoyo internacional porque la UE no va a defender ningún separatismo. Si la UE diera rienda suelta a los secesionistas catalanes estaría firmando su autodestrucción y no lo va a hacer.
Los capos de la tribu secesionista han construido un relato sobre bases falsas, que es una mezcla de populismo e indignación contra el otro. Este relato, es posible porque ha sido creado por lo que Wind denomina “líderes cínicos”, que son aquellos “que tienen un interés personal explícito en jalear el odio y el antagonismo para mantener su propia base de poder. (…) Esa agresividad tribal es una mera pantalla para distraer la atención pública de una corrupción subyacente. Así lo han evidenciado diversos miembros de la actual élite de Hungría, pero también en Cataluña: la corrupción es un fenómeno en aumento”.
Mas, Puigment, Torra, Junqueras, están rompiendo con los valores que han hecho de Europa la zona del mundo más admirada y deseada y, con su visión tribal de la sociedad catalana, contribuyen a la destrucción de Europa. No creo que su intención sea romper Europa, ni que sean agentes de Estados Unidos, Rusia o China, grandes beneficiarios de la desaparición de la UE. Están cegados por una ensoñación. Por su bien y el de todos, paren. Ya.
Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información y Profesor de la Universidad Complutense