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Reino Unido tiene cuatro formas de salir del laberinto: todas imperfectas

Aprobar el acuerdo de May, realizar un Brexit simbólico, salir sin acuerdo y revertir el referéndum son las alternativas

Británicos pro- y anti-Brexit, ante el Parlamento británico, el día 10.
Británicos pro- y anti-Brexit, ante el Parlamento británico, el día 10.Dan Kitwood (Getty Images)

Reino Unido está atrapado en el laberinto que él mismo se ha creado. Casi dos años y medio después de que el país votara dejar la UE –y a solo 109 días de que expire su adhesión de 45 años– los políticos siguen discutiendo la mejor vía de escape. La suspendida votación crucial en el Parlamento de Westminster sobre el plan de salida de Theresa May parece está destinada a terminar en derrota para la primera ministra. El país se enfrentará entonces a una desconcertante gama de opciones políticas. A pesar de la confusión, el país tiene esencialmente cuatro opciones.

-El trato de May. Es el único acuerdo negociado sobre la mesa, lo cual es tanto una ventaja como una desventaja. En el lado positivo, establece un periodo transitorio para negociar un futuro acuerdo comercial. Fija cómo resolver las cuestiones financieras, garantiza los derechos de los ciudadanos que viven en países ajenos y, más importante, evita una frontera terrestre en Irlanda del Norte.

El problema es que casi todo el mundo lo odia. Los brexiteers conservadores y los unionistas de Irlanda del Norte, de los que depende el Gobierno, creen que vincula al país demasiado estrechamente con la UE. La “solución de contención” diseñada para resolver el puzle de Irlanda del Norte podría acabar encerrando al país en una unión aduanera con la UE a la que no podría renunciar unilateralmente. Y a los proeuropeos no les gusta verse obligados a seguir las normas de la UE renunciando a su influencia sobre cómo se establecen esas normas.

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May podría pedir más concesiones a Bruselas, que podría ofrecer algunos retoques. Pero no serían jurídicamente vinculantes. Es casi definitivo que las demandas de los brexiteers para aflojar el mecanismo de contención serán descartadas. Además, no está nada claro que las concesiones den la mayoría a May en el Parlamento.

-Brexit solo nominal. Si el acuerdo de la premier fracasa, una vía es seguir el camino trazado por Noruega, que mantiene estrechos vínculos con la UE a pesar de no haber sido nunca miembro. Gran Bretaña adoptaría el acuerdo de retirada de May, pero se comprometería a permanecer en el mercado único europeo, uniéndose tanto a la Asociación Europea de Libre Comercio como a su subconjunto, el Espacio Económico Europeo.

Esto reduciría al mínimo las perturbaciones económicas. Sin embargo, Gran Bretaña tendría que hacer pagos regulares a Bruselas. También tendría que aceptar el derecho de los trabajadores de la UE a vivir y trabajar allí. Eso significa renunciar a un logro claro de May: obtener el control sobre la inmigración. Y para evitar los controles fronterizos en Irlanda del Norte, Gran Bretaña también tendría que entrar en una unión aduanera con la UE, de ahí el apodo de Noruega plus del plan.

Gran Bretaña funcionaría de forma muy similar a como lo hace hoy, pero sin la influencia que supone ser miembro de la UE. Tendría que seguir reglamentos sobre, digamos, la banca que ya no podría ayudar a moldear. El Brexit se reduciría en gran medida a un símbolo. El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, parece estar a favor de una versión de este plan.

-Sin acuerdo. El camino más corto para salir de la UE es que Gran Bretaña se vaya cuando termine su plazo de preaviso de dos años, el 29 de marzo. Esto destrozaría casi todo lo que May ha estado negociando. No habría período de transición. Muchos bienes incurrirían en aranceles, y el sector servicios británico no cumpliría automáticamente las normas de la UE. Los camiones y los trenes que pasan por puertos muy concurridos como Dover y Calais se enfrentarían a grandes retrasos, lo que perturbaría las cadenas de suministro. Una frontera en Irlanda del Norte sería inevitable.

Los defensores de este enfoque, entre ellos Boris Johnson, sostienen que Gran Bretaña podría obligar a la UE a hacer concesiones, por ejemplo, reteniendo parte de los hasta 39.000 millones de libras (34.000 millones de euros) que ha prometido pagar como parte del acuerdo de divorcio. Pero eso podría provocar represalias. Ambas partes tendrían que tomar medidas para permitir que los aviones británicos sigan volando a la UE, o que los camioneros europeos sigan entregando mercancías en Gran Bretaña. Un Brexit agrio socavaría la cooperación y amenazaría con el caos. La libra caería en picado y la inflación y el desempleo se dispararían. El Banco de Inglaterra considera que la economía británica terminaría siendo más de un 10% más pequeña de lo esperado antes del referéndum de 2016.

-Sin Brexit. La última opción es dar marcha atrás. Desde el punto de vista jurídico, es sencillo: May puede revocar su decisión en cualquier momento antes de que finalice el plazo de preaviso. El TJUE confirmó ayer que puede hacerlo unilateralmente. Pero políticamente es mucho más complicado. Para anular el referéndum de 2016, Gran Bretaña tendría que celebrar otro. La campaña a favorestá ganando apoyo. Los laboristas dicen ahora que apoyarán un segundo referéndum si no pueden forzar unas elecciones.

Pero incluso los entusiastas no tienen claro cómo se realizaría. El Gobierno tendría que pedir permiso a la UE para ampliar su membresía más allá de 2019, para dar tiempo a la votación. La campaña abriría nuevas divisiones, y las encuestas sugieren que el país sigue estando dividido equitativamente entre permanecer en la UE y marcharse.

Las posibilidades políticas son casi infinitas. Si May no logra ganar la votación de hoy, podría enfrentarse a un desafío de liderazgo interno. Los laboristas intentarán forzar elecciones, o tal vez formar un Ejecutivo alternativo en minoría. El Parlamento podría incluso establecer un Gobierno de crisis. En cualquier caso, tarde o temprano, el país tendrá que decidir cuál es la forma menos mala de salir de su propio laberinto.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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