Popular: los fallos de supervisión que precipitaron el desastre
La quiebra de la entidad se produce a tres días del quinto aniversario del rescate bancario y demuestra la desastrosa gestión que Rajoy y su equipo hicieron de la crisis
La crisis financiera comenzó en agosto de 2007. La crisis subprime colapsó los mercados de financiación de bonos con garantías hipotecarias, principal instrumento de financiación de la banca española, y provocó el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y un frenazo en seco de la economía. Una década después en España seguimos rescatando bancos zombis.
En 2012, el Gobierno de Rajoy fue la cobaya para experimentar el nuevo mecanismo de rescate bancario en el que se incluyó a los preferentistas en la quita, algo que no había sucedido en los rescates anteriores. En 2017, Rajoy vuelve a ser el primer Gobierno que ve cómo el nuevo mecanismo de resolución europeo rescata a un banco.
Es un banco, por lo tanto acaba el mito de que esto era una crisis de cajas. La mitad de los depósitos de las cajas eran de La Caixa, que no ha necesitado ayudas públicas. Y las dos entidades con mejor nota de solvencia en los estrés test del BCE son la Kutxabank y Unicaja, dos cajas. Realmente, el Popular era la fusión de dos bancos, ya que absorbió el Banco Pastor y entonces ya había serias dudas sobre la solvencia de ambas entidades.
Es falso que los bancos no hayan tenido ayudas públicas. Al Popular, igual que al resto de entidades, se les permitió contabilizar como capital los créditos fiscales y para admitirlo como capital regulatorio, el BCE exigió un aval del Estado. El mecanismo de resolución europeo ha intervenido la entidad y ha dicho que los accionistas y la deuda subordinada asumen quita, seguramente del 100%. Eso implica que el aval público del crédito fiscal se ejecutará y los contribuyentes pagaremos parte de la quiebra.
Es cierto que el Banco de España ha fallado estrepitosamente en la supervisión bancaria antes y durante la crisis. Pero nos dijeron que al asumir el BCE la supervisión serían más efectivos, y el Popular demuestra que no. El principal problema del Popular son sus activos problemáticos, como en todas las crisis bancarias desde la Edad Media. Especialmente sus activos adjudicados de suelo, muchos de los cuales han perdido un 80% de valor con respecto al crédito concedido. Esos activos ya estaban en el balance cuando el BCE asumió la supervisión y ha permitido que la entidad estuviera zombi desde 2012.
La quiebra del Popular se produce tres días antes del quinto aniversario del rescate bancario y demuestra la desastrosa gestión que Rajoy y su equipo económico hicieron de la crisis. En febrero de 2012, el Gobierno de Rajoy aprobó un decreto ley donde decía que el agujero de capital del sistema bancario era de 50.000 millones, pero aseguró que no costaría ni un euro a los contribuyentes. Los inversores conscientes del riesgo de crisis sistémica en la banca que contagiaría a la deuda pública y podría provocar una salida desordenada de España del euro, huyeron de España. En la crisis de México en 1994 y en la de Argentina en 2001, la fuga de capitales fue del 10% del PIB. En España, en el primer semestre de 2012, fue del 20% del PIB.
En el rescate, España tuvo un préstamo de hasta 100.000 millones, creó un banco malo y transfirió activos problemáticos por valor de unos 50.000 millones a la Sareb. El Gobierno, el Banco de España y la Troika autorizaron a Popular hacer una ampliación de capital, la mayoría a través de sucursales a clientes con escaso conocimiento de los mercados de valores y de valoración de acciones. Lo hicieron así ya que no fueron capaces de conseguir que inversores institucionales bien informados comprarán las nuevas acciones. Es lo mismo que sucedió con Bankia en el verano de 2011. Los accionistas han reclamado, los juzgados les han dado la razón y lo hemos pagado todos los contribuyentes. En caso de reclamación de los accionistas del Popular, las pérdidas las pagaremos los contribuyentes, la duda es si solo los españoles o todos los contribuyentes europeos.
Popular deja en evidencia una vez más los fallos de supervisión en Europa. Por fortuna, el BCE está comprando deuda pública y el contagio a las primas de riesgo ha sido mínimo. Santander se queda con la entidad y asume el posible agujero de capital adicional que se pudiera producir. Ahora toca poner orden en los créditos, como hizo Goirigolzarri en Bankia, aflorar refinanciaciones y seguramente la morosidad aumentará y los márgenes y la rentabilidad del banco disminuirá.
En España, el resto de entidades han aprovechado la bajada de las primas de riesgo derivada de la intervención del BCE para sanear pérdidas. La economía crece, la demanda de viviendas y su precio también, y las entidades pueden ir reduciendo sus activos problemáticos. Pero en el pico de la crisis, esos activos llegaron a suponer el 40% del PIB y su digestión será muy lenta. Por suerte pueden financiar esos activos tóxicos con préstamos del BCE al 0%. Si lo tuvieran que hacer a tipos de mercados el coste para los contribuyentes de esta crisis había sido infinitamente mayor.
El principal problema está en Italia, donde el saneamiento de activos problemáticos ha sido mínimo, la economía no crece, su deuda pública es muy elevada, y Cinco Estrellas y el partido de Berlusconi hablan de hacer un referéndum sobre la permanencia de Italia en el euro. Si hay problemas en Italia el contagio a España es altamente probable. Mantengamos los dedos cruzados.
José Carlos Diez es profesor de economía de la Universidad de Alcalá.