¿Qué viene después de la nación ‘indispensable’?
Un mundo ‘tetrapolar’ con Rusia, China, la UE y EE UU compartiendo la responsabilidad de guiar el desarrollo no siempre será una cama de rosas
No cabe duda de que estrellas desconocidas se han alineado con la elección de un nuevo presidente poco convencional en EE UU. No de otra manera podríamos entender la pronta abdicación de los Estados Unidos como policía del mundo, el ascenso de Rusia y China como superpotencias subprime y la crisis de identidad de la UE y la OTAN. El próximo conflicto regional con consecuencias globales, que bien podría ser la desestabilización social del Reino de Arabia Saudí, será la primera prueba de fuego para este nuevo orden de cuatro cabezas sin una columna vertebral que las una: Rusia, China, la Unión Europea y EE UU. Una vez Rusia afirme su triunfo en defensa de Siria y se convierta en el país indispensable para Oriente Medio y Asia Central, entrará en este G4, donde cada uno cuidará de su patio trasero y donde no habrá más un gendarme único. Los problemas surgirán cuando dos o más de ellos entren en curso de colisión al ver sus intereses –especialmente los energéticos– comprometidos.
Este escenario así planteado no era siquiera imaginable hace doce meses. ¿Pensar por un segundo que estemos viviendo no el fin sino el principio del fin de la pax americana? En pocas palabras, el capítulo final de la nación indispensable, la frase con la cual Bill Clinton encapsuló el pensamiento de todos los presidentes americanos, desde Harry Truman hasta George W. Bush, llega a su fin. Una política que durante 70 años significó que los Estados Unidos hicieran de policía global y que su expansión y vigilancia se convirtiera en parte de su modelo de negocio. “La historia no repite, pero a menudo rima,“ anotó Mark Twain. De hecho, este recular del imperio dominante hacia su morada no es único y ha ocurrido varias veces en la historia. En este sentido, el presidente Barack Obama fue la transición de una tradición que comenzó con la Segunda Guerra Mundial y terminó con la elección del nuevo líder, con un total de once presidentes. Trump es, por lo tanto, un quiebre súbito, pero no totalmente inesperado.
La pregunta pertinente a este respecto es, ¿qué sigue? Un mundo tetrapolar con Rusia, China, la Unión Europea y EE UU compartiendo la responsabilidad de guiar el desarrollo no siempre será una cama de rosas. Si bien ninguna economía global es armoniosa o ausente de fricción y conflicto; los últimos 70 años demostraron que el hombre puede evitar la autodestrucción nuclear, potenciar el comercio global y plantearse soluciones respecto de su preservación frente al calentamiento climático. Las cosas fluyeron mejor cuando la batuta estuvo en manos de uno solo sin ser retado por un segundo como la Unión Soviética. Cuatro al frente harán más difíciles las cosas. Pero no olvidar que en contextos de difícil consenso, la paz no significa la ausencia de enfrentamientos de fuerza, violencia y sangre; tan solo la aceptación de un principio rector. Quizás las prioridades en un mundo multipolar serán evitar las invasiones de unos en territorios de otros, el uso de armas nucleares y prestarse a avanzar en protocolos encaminados a salvar el planeta.
"Obama fue la transición de una tradición que comenzó con la IIGM y terminó con la elección de Trump"
Podría pensarse que Alepo y Mosul fuesen aspectos diferentes de dos conflictos, pero en realidad son parte de una misma guerra. En medio del vasto paisaje de caos del Medio Oriente es fácil confundir las historias. Ambas ciudades comparten historia y cultura y representan todo lo que ha ido mal en el Gran Creciente, una región con los recursos petroleros más baratos del planeta. Allí, hoy, el conflicto armado está a punto de terminar con la victoria de Putin y Assad; y el futuro ligado íntimamente a la influencia de Rusia en toda la región. Independiente de que sea por la revolución del shale o fracking o por la resaca política que sufre internamente en contra de su papel de policía mundial, el hecho que haya cazabombarderos rusos volando sobre Alepo desde una base aérea en Irán, al suroeste de Teherán, envía un mensaje más que claro de estar dispuesta a llenar el vacío que dejen Alepo y Mosul.
El ascenso y la consolidación de tres nuevas superpotencias (Rusia, China y la Unión Europea) a la cabina de mando geopolítico mundial representa un nuevo orden que bien podría asemejarse a una mesa de cuatro patas. Por desgracia, no las cuatro patas son parejas ni poseen igual fortaleza. El vacío dejado por la renuncia de Estados Unidos para que Rusia coordine el Oriente Medio y el Asia Central y China controle el Sur y Este de Asia no se dará ni fácil ni suavemente.
Una última reflexión. Si Marine Le Pen llegase a ganar en las elecciones de Francia, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU estarán representados por los cuatro pilares aquí anotados, que sostendrán el mundo en lo político, comercial y militar: Donald Trump (EE UU), Vladimir Putin (Rusia), Xi Jinping (China), Theresa May (Europa Periférica) y Marine Le Pen (Unión Europea). Lo cual deja una cierta sensación de intranquilidad.
Rodrigo Villamizar Alvargonzalez es profesor de geopolítica energética y tecnología de IEB de Madrid.