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450 euros por renunciar al coche de empresa

Bélgica va a intentar reducir el número de coches de empresa, un complemento salarial con un trato fiscal favorable que, según la Comisión Europea, contribuye a los enormes atascos de las carreteras del país, impide el incumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones y supone unas pérdidas para las arcas públicas de casi 4.000 millones de euros al año.

Los atascos kilométricos de Bruselas y otras ciudades de Bélgica recuerdan a los de El Cairo, México DF o Bangkok (aquí), pero tienen una característica propia muy singular: gran parte de los vehículos bloqueados durante horas son coches de empresa subvencionados por el fisco belga y el carburante que se despilfarra en las interminables filas se reposta con tarjetas de empresa que permiten deducir parte del consumo.

La oferta es tan ventajosa que los coches de empresa suponen ya el 20% del parque automovilístico de Bélgica (5,5 millones en total). La Comisión Europea ha reclamado este año que se ponga coto a la subvención (aquí) que provoca un gran agujero fiscal y que impedirá al país cumplir en 2020 sus objetivos de reducción de emisiones.

La industria del automóvil niega esos cargos y ya advirtió, tras la petición de la CE, del "inmenso impacto" que tendría la limitación de los coches de empresa en un país donde suponen el 50% de las ventas de vehículos nuevos (ici).

Pero el Gobierno belga parece dispuesto a intentarlo. A partir de 2017, según el proyecto de Presupuestos recién presentado, ofrecerá a los trabajadores la posibilidad de cambiar el coche de empresa por un cheque fiscal de 450 euros netos al mes año (ici). El Gobierno calcula que unas 400.000 personas podrían acogerse a la oferta. Además, se suprimirán las deducciones a la "tarjeta de combustible" que muchas empresas belgas facilitan a sus empleados.

El primer (y tímido) ataque al coche de empresa ha causado polémica en un país muy acostumbrado a desplazarse a diario de una localidad a otra por trabajo o estudios. Sólo en Bruselas entran cada mañana más de 300.000 personas que regresarán a su hogar a media tarde. Y muchas de ellas lo hacen en un coche que tiende a circular más y a ser más grande si está subvencionado.

Las personas con coche de empresa se compran un vehículo un 62% más caro que la media, recorren 6.000 kilómetros más al año y lo utilizan como medio de transporte para ir al trabajo en un 93% de los casos (frente al 77% de media), según datos de un reciente estudio de Bureau fédéral du Plan (ici).

El coche como complemento salarial se debe en gran parte a las cargas fiscales que empresas y trabajadores soportan en Bélgica, que figuran entre las más elevadas de la UE. La diferencia entre la fiscalidad del salario y la del coche, según la CE, supone en Bélgica un ahorro del 25% para el empresario frente a un 19% en España o un 10% en Dinamarca o Suecia.

Otro motivo, aunque mucho menos aireado, es que la ventaja fiscal favorece la renovación frecuente del parque automovilístico en un país que, junto a España y Eslovaquia, encabeza el ranking de fabricantes europeos. El 40% de los coches de Bélgica tiene menos de cinco años, según datos de ACEA (here)

Pero la ayuda de estado indirecta a la industria automovilística sale cada vez más cara. El coche de empresa le supone al fisco belga una pérdida de ingresos de 2.000 millones en impuestos sobre la renta y a la Seguridad Social, de 1.750 millones, según los estudios que maneja la CE (ici, p. 67). Casi 4.000 millones en un país con una deuda pública equivalente al 106% de su PIB.

A ello se añade unos costes sociales y medioambientales que ascienden a unos 2.365 euros por vehículo o 905 millones de euros al año en total, según el estudio del Bureau fédéral du Plan.

Foto: Surtidor en un anticuario de Bruselas (B. dM., 17/7/16).

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