_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fantasma de la inflación y la deflación en 2016

Los grandes bancos centrales de todo el mundo afrontarán varios retos a lo largo de 2016. La Fed subió los tipos de interés en diciembre, mientras que el Banco Central Europeo y el Banco de Japón parece que mantendrán los tipos bajos. La diferencia entre sus políticas monetarias responde básicamente a las expectativas sobre la inflación. En el caso de los países desarrollados, las tasas de inflación han oscilado en torno al 0% la mayoría de 2015, básicamente como resultado de las caídas del precio del petróleo. Asimismo, la inflación subyacente ha estado por encima del índice general, aunque también baja.

 En este contexto, los precios en las economías asiáticas emergentes continúan mostrando una trayectoria ascendente debido a factores internos y a cambios en el mercado laboral. Este aspecto marca la diferencia entre los índices de precios en estos países y las economías desarrolladas, que parece que en 2016 irán al alza.

Teniendo en cuenta que no existirá el efecto del precio del petróleo, cabe esperar que la inflación suba en los mercados desarrollados impulsada por el previsible aumento de la contratación en el sector privado y la subida salarial.

En el caso de los mercados emergentes asiáticos, no se prevén subidas adicionales de precios, pues se espera que se ralenticen los aumentos salariales en un entorno de crecimiento más moderado y mayores niveles de deuda privada.

Las decisiones contrapuestas de los bancos centrales y la consecuente volatilidad crea presiones de liquidez en los mercados y los precios más bajos permiten llevar a cabo una gestión de capital más prudente. La caída en las tasas de inflación ya ha sido evidente en la mayoría de las economías abiertas del sudeste asiático, incluyendo Singapur y Tailandia, mientas que el Índice de Precios de Compras de China lleva en tasas negativas casi cuatro años.

Las presiones deflacionistas que conllevarían una caída generalizada del nivel de los precios pueden llegar en 2016 a la economía china, aunque hay que tener en cuenta que, en el gigante asiático desde el punto de vista de la demanda privada, los precios de los alimentos y del grano continuarán impulsando el aumento de precios.

En el sudeste asiático, el descenso de la inflación ha permitido hasta ahora que algunos gobiernos puedan eliminar subsidios innecesarios que se habían implantado originalmente para equilibrar unos precios altos.

El año pasado por ejemplo, Indonesia y Malasia fueron capaces de reducir y eliminar subsidios al petróleo pese a un trasfondo político fragmentado. Los ingresos en países con gobiernos más débiles, gracias a unos precios menores de las commodities y al comercio mundial, también han establecido este año nuevos impuestos como la decisión de Malasia de subir las tarifas del tabaco en torno a un 40% después de haber introducido un impuesto del 6% a la comida y a los servicios en abril.

Al mismo tiempo, la tarifa del azúcar se está discutiendo en Indonesia y Filipinas. Según la OCDE, el peso de los impuestos en el PIB de en la región del Sudeste Asiático varía entre el 12 y el 16%, frente al 22% en China y el 35% en los países de la OCDE.

Aunque la subida de impuestos indirectamente desplaza la carga financiera desde los balances públicos hacia los hogares, los precios de la inflación parece que se mantendrán en positivo en 2016 y difícilmente seguirán los caminos de los países desarrollados. La reforma de impuestos edificará el tan necesario gasto fiscal, que ha sido más lento de lo esperado y la causa para un crecimiento más gradual.

Con los grandes bancos centrales afrontando tendencias opuestas en su política monetaria, el paso entre la inflación y la deflación entre los países emergentes asiáticos y los países desarrollados será difícil que ocurra en 2016. En este momento, únicamente las grandes economías de la región, China e India, podrían recortar los tipos de interés para revitalizar el crecimiento, dado que las tasas reales se han incrementado y esto evita las inversiones en capital. En el sudeste asiático, los bancos centrales parecen más dispuestos a tolerar unas divisas más débiles ya que no han tenido presiones inflacionistas “importadas”. Habrá que esperar para salir de dudas.

Christopher Chu es Analista de mercados asiáticos de Union Bancaire Privée (UBP)

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_