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El Foco
Tribuna
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Aguantando el tipo

La noticia producida hace un poco más de un mes referente a que la Fed norteamericana ha decidido no subir los tipos de interés ha provocado reacciones de todas clases en el mundo económico y social internacional.

La trascendencia de las actuaciones de los bancos centrales, en materia de política monetaria, se ha convertido en los últimos años en una de las principales estrategias en la solución de los problemas económicos derivados de la crisis iniciada en 2007 y sus posteriores secuelas.

Los datos económicos que viene presentando la economía norteamericana invitaban al optimismo, a un optimismo moderado, pero la evolución de la economía china ha provocado que las autoridades de la Fed hayan frenado su impulso inicial de subir los tipos como se venía anunciando. El parón chino afecta, entre otros asuntos, a las materias primas y con ello a muchos de los países. Canadá, Brasil y Rusia son algunos de ellos. Por otra parte, en varias economías desarrolladas se observa la situación con preocupación y se espera, cuando menos, una cierta caída del ritmo de actividad económica global. Tampoco es descartable la posibilidad de alguna quiebra e incluso comportamientos agresivos en el mercado de divisas. El precedente de las autoridades chinas con el yuan está presente en este diagnóstico y no sería nada bueno para el contexto internacional que este tipo de actuación se extendiera, provocando una cadena de devaluaciones que alterarían los precios de las importaciones y exportaciones de un gran número de países y un evidente desorden en el comercio internacional y, por supuesto, en el mercado de divisas.

La marcha de la economía china viene siendo analizada permanentemente y se proponen posibles actuaciones para tratar de revertir el panorama. Reformas estructurales, aumento del consumo interno, liberalización, cambios en el equilibrio exportaciones/inversión, liberalizar servicios, aumentar la confianza de los inversores… en definitiva, a un cambio de modelo en una economía que ha crecido a un impresionante ritmo y se ha convertido en punto de referencia obligado.

Por otro lado, las autoridades chinas han sido muy beligerantes en los mercados de capitales, en su faceta de tenedores de bonos norteamericanos, y han procedido a la venta de importantes cantidades. Se conoce que más de 1,2 billones de dólares en bonos de EE UU están en sus manos. Y el riesgo reside en que intentar mantener el yuan, con una cierta paridad con el dólar, se antoja ahora mismo una misión difícil de lograr.

Si a esto unimos la situación del precio del petróleo y su efecto sobre otras economías, como la de Arabia Saudí, que ha procedido a retirar fondos masivamente de sus inversiones internacionales en los mercados de capitales, el panorama no resulta muy halagüeño.

La mencionada caída del precio del crudo es un factor de enorme trascendencia a lo largo de la historia económica reciente. Y ahora presenta tensiones nunca antes experimentadas, como por ejemplo las nuevas técnicas de producción y la situación de crisis mantenida en el tiempo, que ha supuesto un fuerte descenso de la demanda y de los precios. Con ello ha caído de manera importante la principal fuente de ingresos de muchos países. Además, se ha convertido también en un factor relevante sobre las tasas de inflación de un gran número de economías, teniendo en cuenta que el punto de referencia para acometer determinadas políticas monetarias se sitúa en el entorno del 2%. Para alcanzar esta tasa se requiere consumo e inversión pero también un determinado precio del petróleo.

La decisión de la Fed de mantener los tipos supone el mantenimiento del poder adquisitivo y considera la inflación como uno de los factores de obligado seguimiento. Surge entonces una interesante pregunta. ¿Son adecuados los indicadores? ¿Miden bien? Y el punto de referencia establecido en el 2%, ¿es el adecuado?

Los tipos de interés se mantienen bajos y la situación parece que va a prolongarse por algún tiempo, porque si la Fed es coherente, y suele serlo, teniendo en cuenta sus continuos avisos con anticipación suficiente para evitar distorsiones en los mercados, actuará en el momento justo. Y entonces será cuando se observe algún cambio en las variables mencionadas en estas líneas.

Los tipos bajos se vienen produciendo desde hace ya casi siete años, momento en que la Fed los situó entre el 0% y el 0,25%, para con una política monetaria expansiva superar la crisis.

Si no hay un repunte inflacionista no podrán subir mucho. Pero la cuestión reside en saber el posible recorrido con estos tipos. El bajo incentivo que supone al ahorro tendría que llevar a unas tasas mayores de consumo, pero tampoco se está produciendo esto de una forma significativa. Si a ello unimos la preocupación por las pensiones que afecta a un importante colectivo de posibles consumidores, el panorama se ensombrece un poco más.

La elevación de tipos atraerá a capitales de todo el mundo aunque provocará también algunas distorsiones. El BCE piensa que tanto China como Brasil y Rusia pueden frenar el crecimiento de la eurozona y se mantiene alerta dejando la puerta abierta a continuar con su política monetaria expansiva.

Los tipos actuales son buenos para el endeudamiento de familias, empresas y Estados, aunque el crecimiento del crédito no está cobrando la fuerza que debería por las incertidumbres apuntadas.

Después de estas reflexiones hay que concluir con que el dólar sigue siendo la divisa de referencia a nivel internacional amparado por una política monetaria expansiva, bastante acertada en términos generales.

En resumidas cuentas, parece que la Fed ha actuado con prudencia y visión de futuro. Ha sido muy sensible ante el impacto en los cambios en el ritmo de crecimiento de los países emergentes y ha valorado, al igual que el BCE y el Banco de Inglaterra, entre otros, la posible contaminación que podría producirse. Nadie desea otra crisis en este momento, pero las posibilidades de la política monetaria no son ilimitadas y están llevando a las autoridades económicas internacionales a un punto de obligada reflexión, durante esta situación que se prolonga en el tiempo.

Cecilio Moral es Catedrático de Economía Financiera en ICADE y director del Máster en Finanzas.

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