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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El PIB pone el empleo a velocidad de crucero

El empleo crece a una velocidad desconocida en los diez últimos años, aunque, a diferencia de trimestres anteriores, lo hace ya a ritmos más lógicos y coherentes con el avance de la economía. En los tres meses de la primavera de este año la actividad económica ha generado 411.800 nuevos ocupados (4.575 cada día) y 513.500 en los últimos doce meses (más de 1.400 cada día), lo que supone un desempeño interanual relativo del 2,96%, una tasa muy similar a la que se ha movido la propia economía en el mismo periodo. Que la ocupación avance más que el propio producto tiene lógica en los primeros trimestres de una recuperación tras una recesión profunda y prolongada, y más cuando la norma laboral ha abaratado el factor trabajo y las empresas tienen más disposición a contratar. Lo lógico es que el PIB avance más aceleradamente que el empleo, puesto que siempre debe considerarse que hay un margen para el avance de la productividad, que tiene, en todo caso, un comportamiento diferente si la nueva ocupación se concentra en la industria o no.

La elasticidad mostrada en los últimos trimestres se acerca ya a lo que puede considerarse velocidad de crucero: para un avance del PIB superior al 3%, el empleo lo hace a un 2,96%. Y en buena lógica el número de empleos equivalentes a tiempo completo se acercará cada vez más al avance proporcionado por la Encuesta de Población Activa (habla de empleos exclusivamente), dado que en los últimos trimestres se ha recompuesto notablemente la calidad de la ocupación. De hecho, todas las variables de la EPA del segundo trimestre del ejercicio y de los últimos doce meses, van en la misma dirección de mejora de la calidad, y únicamente falta por constatar si la mejora del empleo privado, industrial y a tiempo completo, que se ha producido, ha llegado también a la remuneración. Solo Hacienda y la Seguridad Social disponen de la información para analizarlo.

Durante los doce últimos meses contabilizados por Estadística todo el avance neto de la ocupación es a tiempo completo (539.000 más, frente a un descenso del tiempo parcial de 26.000), mientras que es cubierto en dos terceras partes por contratación temporal y solo en una por contratos de naturaleza indefinida. Además, toda la nueva ocupación es privada (solo avanza la pública en 26.800 personas) y se concentra en un 52% en la industria y la construcción; pierde, por tanto, buena parte de la coyunturalidad propia de los servicios turísticos, que suelen empujar el empleo en el segundo y tercer trimestre de cada año. Y es mayoritariamente ocupación asalariada, pues solo el 10% es por cuenta propia.

Este comportamiento del nuevo empleo, que tiene un reflejo directo en la mejora de la situación de los hogares (hay un fuerte descenso de los que tienen pleno desempleo, hasta el 9% del total), revela una insospechada consistencia de la recuperación, que comienza a aflorar tanto la fortaleza de la competitividad expresadas en las exportaciones, como un vigor muy fuerte en el consumo y la inversión, movilizados por un giro radical en las condiciones de financiación de la economía, en la renta disponible de los hogares y en sus expectativas para los próximos trimestres. Un comportamiento compatible con los niveles máximos mostrados por los indicadores de confianza de los consumidores e inversores. Tales indicadores apalancan sus opiniones, en parte, en el efecto motor que produce el propio empleo sobre la demanda, pues a los más de 700.000 nuevos afiliados a la Seguridad Social del último año y medio hay que sumar el cambio de expectativas de quienes nunca habían perdido su trabajo.

Los buenos datos de empleo deben tener continuidad, en todo caso, para recuperar los estándares de riqueza y bienestar que España tenía cuando comenzó la crisis económica. Los esfuerzos en reducción de gasto público y abaratamiento del trabajo proporcionado por la reforma laboral han merecido la pena. Es cuestión de tiempo acercarse a los números de antes de la crisis. Pero las perversiones que se han generado en el mercado de trabajo, con un movimiento pendular excesivo en materia de remuneraciones, deben corregirse en cada una de las empresas a medida que se consolide la situación de cada negocio. Solo así las reformas pueden considerarse redondas y devolver a la sociedad lo que la crisis hurtó.

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