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El Foco
Tribuna
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La banca española ante 2015

Joaquin Maudos

El mejor indicador de la reciente crisis por la que ha atravesado el sector bancario español es haber tenido que ser rescatado en junio de 2012 con cargo a los fondos europeos. Y la prueba de la eficacia de la profunda reestructuración llevada a cabo para afrontar la crisis es haber superado el test de estrés realizado por el BCE a finales de 2014.

Que la reestructuración ha dado sus frutos tras corregir los desequilibrios acumulados en el pasado lo demuestra la última foto del sector que ofrece la cuenta de resultados de 2014 de los grupos consolidados (incluyendo, por tanto, el negocio en las filiales de bancos españoles en el exterior) que acaba de publicar el Banco de España en su Informe de estabilidad financiera. De la información que ofrece el informe destacan algunos mensajes:

2014 fue un año de clara recuperación del beneficio bancario, donde la caída de los tipos jugó a favor

2014 ha sido por tanto un año de clara recuperación del beneficio bancario, donde la caída de los tipos de interés han jugado a favor por dos motivos: por la mayor caída de los tipos pasivos que activos y por las plusvalías obtenidas en la venta de activos cuyo valor aumenta cuando caen los tipos de interés. El ejemplo más claro es la deuda pública adquirida en el pasado cuando la prima de riesgo estaba en niveles elevados. Ahora que el Estado se financia a tipos mucho más bajos (e incluso negativos en plazos cortos), la venta de la deuda del pasado aporta pingües beneficios en resultados por operaciones financieras (ROF).

Sin embargo, algunos factores que han contribuido a la recuperación de la rentabilidad en 2014 pueden no hacerlo en 2015, al menos con la misma intensidad que en 2014. Los tipos de interés ya están por los suelos, por lo que el margen de maniobra para nuevos recortes de tipos es menor. Por esta vía, queda poco potencial para la caída de los tipos pasivos, pero los activos seguirán cayendo, tanto por la traslación al tipo de interés de los préstamos de las rebajas en los tipos de interés asociadas al programa ampliado de compra de deuda del BCE (el quantitative easing), como a consecuencia de la creciente competencia que hay en el sector para prestar.

Cuando los márgenes son tan estrechos, la forma de ganar dinero es incrementando el volumen de negocio, y ello exige a su vez reducir márgenes para ganar cuota a los competidores. De hecho, los diferenciales que aplica la banca sobre el euríbor a 12 meses en los préstamos nuevos que concede se están reduciendo. En concreto, de marzo de 2014 a marzo de 2015, el diferencial ha caído 119 puntos básicos (pb) en los préstamos de menos de un millón de euros a las empresas, en 33 pb en operaciones de más de un millón de euros con empresas, en 37 pb en los préstamos para compra vivienda y en 46 pb en préstamos al consumo.

Otro motivo que pone cuesta arriba la recuperación del beneficio es que si a los tipos de interés les queda poco recorrido a la baja tras la caída ya acumulada, no es posible repetir ROF de elevada cuantía similar a la de 2014 (11.000 millones de euros). Además, los resultados por operaciones financieras son un negocio no recurrente.

Los tipos de interés están por los suelos, por lo que el margen de maniobra para nuevos recortes de tipos es menor

Otro elemento que ha contribuido a la recuperación del beneficio en 2014 es la reducción de los gastos de explotación, en un año en el que la banca ha recortado en 1.710 unidades (un 5,1%) su red de oficinas. El recorte acumulado desde el máximo en 2008 es del 30% (13.890 oficinas), por lo que el margen de maniobra para seguir recortando costes por esta vía en 2015 es limitado. No obstante, como pone por escrito el Banco de España en el citado informe, los factores mencionados (tipos muy bajos y actividad bancaria en contracción) “van a obligar a los bancos españoles a seguir reflexionando sobre el papel que juegan las oficinas en su estrategia de negocio”. En otras palabras, es una recomendación dirigida a más cierre de oficinas, máxime teniendo en cuenta que a pesar de la reducción de la red, España sigue siendo una de las economías europeas con mayor densidad de red y que se sitúa en la cola del ranking en términos de tamaño medio de oficina bancaria. Por tanto, hacen faltan menos oficinas y más grandes.

En este contexto, no es de extrañar el firme posicionamiento de algunas entidades hacia lo que se conoce como la banca digital, un tipo de banca que se basa menos en la prestación de bienes y servicios en la oficina y mucho más a través de otros canales de acceso a distancia (como los smartphones). El objetivo a perseguir es sobrevivir en un entorno de tipos de interés muy bajos en una economía en proceso de desendeudamiento (y, por tanto, de reducción del crédito), y para ello no hay más remedio que reducir costes para ganar eficiencia.

Finalmente, y no por ello menos importante, hay un factor que condiciona la recuperación de la rentabilidad y es el elevado volumen de activos bancarios improductivos. A finales de 2014, la banca española tenía en sus balances 173.000 millones de euros en créditos dudosos, a los que hay que añadir 83.000 millones más de adjudicados. 256.000 millones de euros en activos que no aportan ingresos, pero que generan costes (financieros y operativos), como dice el Banco de España, “va a seguir presionando sustancialmente la cuenta de resultados en los próximos años”.

Joaquín Maudos es catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, Director Adjunto de Investigación del Ivie y colaborador del Cunef

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